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Señor Lopez. -Nelly estrechó su mano con el hombre de traje. Era alto, tenía unos ojos azules profundos y el cabello castaño más claro que el mío pero más oscuro que el de Bruno. Y no podría sumarle más de dos años más que Nelly.

Señorita Williams. -le sonrió.

Ellos son Frederick, Jayden, Takeshi, Drake, Bruno, Madisson y Hazel. En orden de izquierda a derecha. -nos presentó-. Chicos, él es el abogado de Albert.

Los hijos de Albert. -asintió, reconociendonos.

Algo así. -Nelly rió levemente.

¿Cuantas horas más van a estar saludandose? Yo digo, así... no sé, me doy un paseo por la playa. -Drake rodó los ojos. Últimamente se volvía más agresivo de lo normal cuando se mencionaba el tema de Albert.

Cállate, Miller. -Frederick lo miró fulminante.

El señor Miller tiene razón. Lo mejor es que nos centremos en lo que vine a hacer. -admitió el abogado. Drake le dedicó una mirada mordaz al rubio, que fue respondida con un chasquido de lengua-. Tomen asiento.

Vale. -respondió Takeshi al mismo tiempo que nos sentabamos en nuestros respectivos asientos.

No entiendo para qué demonios hacemos esto. -objetó Jayden-. ¿Acaso alguno de nosotros quiere pelear por dinero? ¿No podemos seguir como estamos?

Es lo que Albert quería, supongo. -respondió Bruno en un suspiro. Él había estado silencioso durante toda la mañana. No hubo chistes de su parte, ni risotadas ni comentarios amables. Nada.

¿Por qué el viejo querría dividir lo suyo? -Drake alzó una ceja.

¡Maldición! Dejen que el abogado hable. -Madisson los regañó.

Tú cállate, Morticia. -respondió el pelirrojo y la pelinegra entornó los ojos. 

Albert comenzó con un discurso que quería que solo ustedes escucharan. -el abogado llamó nuestra atención.

¿Y quién mas escucharía? -Takeshi alzó una ceja.

Comenzó diciendo que no quería olvidarse de ustedes, pero la enfermedad comenzaba a hacer de las suyas y no hay cariño que lograse detenerla. -comenzó, haciendo caso omiso al comentario de Takeshi-. Dijo que ya estaba todo dicho; y que su intención no era dividirlos, sino darle a cada uno un patrimonio correspondiente para que lo utilizaran o sacaran beneficios de ello. Por eso dividió la herencia en nueve partes justas.

Alto, alto... -Bruno frunció el ceño.

Uno, dos, tres, cuatro... -Madisson siguió contando con sus dedos y luego alzó la mirada-. Somos ocho, no nueve.

Y también dijo que sentía haberlo escondido tanto tiempo. -concluyó.

¿De qué habla? -preguntó Bruno. Acto seguido, Nelly se levantó, caminó hacia la puerta y la abrió con su vista fija en el piso.

¿Qué demonios...? -Frederick no terminó la frase, pues quedó tan atónito como todos los que estaban en la sala: Alex Allen marcó presencia en el lugar. Con sus ojos brillando llenos de diversión y esa sonrisa cargada de burla, logrando que su presencia fuera más irritante de lo que ya lo era normalmente.

¡Hey! -pronunció enérgico.

¿Qué hace aquí este imbécil? -Drake se levantó de golpe.

Sientate, Drake... hablemos. -pidió Nelly, quien no parecía para nada sorprendida. Drake la miró, tan confundido como todos los demás.

Es un placer verlos. -comentó Alex, mordaz.

¿Qué está pasando, Nelly? -cuestionó Takeshi, tenso.

Se los puedo explicar... -añadió, extrañamente tímida.

Hey, ¿qué pasa, Nelly? Creí que eran los honestos y transparentes Williams. -Alex se burló-. ¿O acaso...?

Maldición, cállate. -Frederick lo interrumpió, hastiado.

Di qué pasa, Nelly. -pedí.
Miré de reojo a Jayden. Estaba callado, tenso, sin apartar sus ojos grises de Alex. Como si este supusiera una enorme amenaza, como si él supiera algo, como si compartiese el mismo secreto de Nelly.

Albert tiene esta casa desde hace mucho tiempo, unos cincuenta años. -comenzó-. Y conoce a los Allen desde el mismo tiempo. Albert... antes de que Takeshi y yo llegaramos a su vida, cuando estaba casado con Nancy... él tuvo un amorío con la señora Allen. -lo apuntó-. De ese amorío nació Alex. Albert lo supo desde un principio, pero nunca lo admitió y la señora Allen no se molestó en decírselo. Era un secreto del que ambos eran conscientes pero jamás se habló al respecto. Alex creció siendo un Allen, cuando en realidad era un Williams. El único Williams real, geneticamemte hablando. Albert se lo guardó incluso después de la muerte de Nancy, ella nunca lo supo.

¿Cómo se pudo guardar algo así? -pregunté sin aliento. Porque ni siquiera Drake pudo decir algo. Tenía la mirada agacha.

No lo sé. Lo mismo me preguntaba cuando me lo contó, poco antes de que se fuera al hogar... él... creo que me confundió con Nancy. Y me lo dijo todo, me pidió perdón como si fuera ella. -tragó con dificultad-. Jayden estaba ahí, Albert creyó que era Takeshi y le pidió que no me lo dijiera a mí.

Jayden se mantuvo en silencio.

Entonces, este mequetrefe... ¿es hijo de Albert? ¿Albert Williams? -creo que esa fue una de las pocas veces que Bruno utilizó aquel tono asqueado.

Alex no tiene la culpa de los errores de sus padres. -aclaró Nelly-. Y el último deseo de Albert fue que lo recibieramos como si fuers uno más de nosotros.

Lo único que quiere este imbécil es el dinero, Nelly. Creí que eras más inteligente. -gruñó Takeshi.

Claro, a ti no te importa el dinero de Albert, ¿verdad? -Alex alzó una ceja.

La idea no es que discutan. -mencionó Nelly.

¿Y cual es la idea? -espetó Frederick-. ¡Maldita sea, Nelly Williams! Te guardaste esta bomba durante más de un año. ¿Qué esperabas? ¿Que le hicieramos una bienvenida? ¡Es un maldito Allen!

Ella bajó la mirada al piso ante el reproche de Frederick.

Creo que el odio hacia los Allen fue algo que Albert nos inculcó desde la primera vez que los vimos. Él fue quien aprobó y alentó las bromas pesadas y las peleas entre familias. Él hizo que Drake y Jayden comenzaran y dejó que ambos bandos se odiaran. Aún sabiendo que su hijo estaba del otro lado. Tal vez el odio de Albert era hacia los padres de los Allen, pero aquello repercutió en nosotros, en ellos... en su hijo. No es culpa de los chicos, tampoco de Alex. Y Nelly no puede esperar que reaccionen bien después de lanzar semejante bomba.

Albert quería paz entre ustedes, por eso dividió la herencia en nueve. -concluyó el abogado. Pero ese no era el punto. Ellos no estaban enojados por el dinero, pues eran chicos inteligentes. Si ellos habían reaccionado así, era porque Albert había mentido durante mucho tiempo y nadie se lo había esperado.

Dejenlo hablar. -pidió la rubia antes de que alguien pudiera formular otra queja.

Entonces, pasemos a hablar de las porciones. -continuó. El ambiente estaba claramente tenso y todo estaba saliendo peor de lo que pensé-. "Takeshi y Madisson, yo, Albert Williams, les dejo la compañía. Nelly y Frederick la casa es suya. Hazel y Jayden, quedense con la casa en la cordillera, mi sueño es que se casen allí. -Jayden me miró de reojo. Fue incómodo, debo admitirlo-. Drake, tú y tu chica se pueden quedar con la casa del bosque, sé que es tu favorita. En cuanto a Bruno, la casa de la playa es tuya, lo supe desde la primera vez que pusiste un pie en ella. Finalmente, a mi hijo Alex, todo el dinero que tengo en el banco es tuyo. Sé que no compensa nada, pero deseo que lo tengas".

Todos nos quedamos quietos, no movimos un músculo. Nadie tenía problema alguno con las decisiones de Albert. Lo extraño era comenzar a contar en todo al mismísimo Alex Allen, digo, Williams.

Bruno: Huellas Del Pasado [Help #3]✔Where stories live. Discover now