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Bruno Steep.

Toqué el timbre con nerviosismo. Mi temperamento no estaba del todo neutralizado, mucho menos al tratarse de enfrentar al asesino de Jayne. Suspiré y Jayden imitó mi gesto.

Vaya, que sorpresa tenerlos aquí. -Sus ojos grises se posaron en su hijo y emitió una casi imperceptible sonrisa. Como si de algún retorcido modo estuviese orgulloso de él-. Entren.

Tensé la mandíbula y Jayden apretó los puños, pero de todos modos entramos.

Él vivía en una mansión rústica. Todo era de madera oscura y las paredes eran mayormente de vidrio. Un lugar casi paradisíaco. Aunque el ambiente turbio remarcaba el hecho de que todo eso era de él, del grotesco Jonathan Blackway. 

Siéntense. ¿Quieren algo para tomar? -preguntó.

No finjas amabilidad. Sabes a qué vinimos. -gruñó el pelinegro entre dientes.

De acuerdo. -asintió, alzando las manos en son de paz.

Acto seguido bajó Judith. Poco a poco, pisando los escalones con cuidado y con una expresión tímida imposible de ignorar.

Ven, Judith, vinieron tus hermanos. -ella obedeció de inmediato-. ¿Los recuerdas?

Su cabello negro tapaba gran parte de su cara, casi como una cortina de protección. Ella asintió levemente y él movió su cabello, dejando los mechones detrás de oreja. Me pareció asqueroso que alguien como él fuera el padre de mi hermana, porque indicaba dos cosas igual de perturbadoras: uno, que mi madre lo quiso; y dos, que él pasa demasiado tiempo con esa niña indefensa.

B... Bruno y... Jay... Jayden. -titubeó.

Hey... -Jayden habló casi sin aliento-. ¿Cómo estás?

Ella asintió, supongo que eso significaba un <<bien>>.

Ven acá. -pedí. Ella dio pasos pequeños y lentos, tanteando el terreno, pero finalmente llegó a mí y no pude evitar sonreír con nostalgia-. Eres adorable. Te pareces a mamá.

¿Dónde está ella? -preguntó en voz bajita.

Ella no va a volver. -murmuré. Me pareció injusto mentirle.

Pero... -miró sus manos y no dijo nada más.

Pero me tienes a mí. -sonreí levemente, acariciando levemente sus mejillas pecosas con mi pulgar-. No te voy a dejar sola, es una promesa.

Tú también eres como mamá. -murmuró sonriendo levemente. Sentí escalofrío, una sensación de alivio corrió por mi cuerpo al entender que mi madre no había sido mala con ella. Que Judith tenía buenos recuerdos y que, aunque era tímida, sorpendentemente no parecía traumada.

Jayden no fue capaz de dirigirse directamente a ella. Tal vez porque le recordaba demasiado a Jayne... tal vez porque imaginaba lo que podría llegar a hacerle su padre. Tal vez porque aún no podía procesar el hecho de que tenía otra hermana.

Judith, hija, anda a tu habitación. Tus hermanos y yo tenemos que hablar. -indicó su padre. La niña obedeció poco después de dedicarme una minúscula sonrisa y dedicarme una mirada tímida a Jayden.

Dime que no le has hecho nada. -casi rogó.

Te dije que estaba yendo a rehabilitación, Jayden. -respondió.

Eso no me dice nada. -gruñó-. No creo que haga falta que te diga que no creo ni en que respiras. ¿Qué demonios pasó por tu cabeza en el momento en que decidiste tener a otra niña? ¿Cómo puedes tener la conciencia tan tranquila?

No tengo la conciencia tranquila. -replicó-. Jayden...

¡¿Como puedes fingir ser un buen padre?! ¡Maldita sea! -gritó, lleno de rabia.

Lo siento mucho... hijo. -titubeó.

No me digas así. -gruñó con los dientes apretados.

Sé que hice puré tu vida. Sé que nunca voy a conseguir borrar los años de tortura. Soy completamente consciente de lo que le hice a tu hermana y a tu mamá. Sé que fui una pesadilla durante muchos años. -tragó con dificultad-. Pero estoy sanando... y te puedo jurar, hijo... yo te puedo garantizar que no voy a lastimar jamás a Judith.

Es una lástima que hayas tenido que matar a Jayne para darte cuenta de lo que hiciste. -reprochó asqueado-. Tú no mereces seguir adelante, deberías estar en prisión. 

Lo sé. -admitió-. Y también sé que no soy la persona ideal para tener a Judith.

A eso vinimos. -dije-. No creemos que sea conveniente que ella viva contigo. No estoy seguro de qué tan rehabilitado estás y no quiero que ella corra riesgos innecesarios. No quiero que se repita la historia en ella.

Lo entiendo. -asintió.

Pero tampoco quiero que pase por un juicio. -añadí-. Por eso creo que lo mejor es que lleguemos a un acuerdo.

¿Qué quieren que haga? -preguntó.

Queremos que se quede con nosotros. -respondí-. Puedes verla cuanto quieras, pero nunca solo. No creo que eso sea un impedimento, ya que no tienes nada que esconder, ¿verdad?

¿Viven juntos? -cuestionó.

Por el momento. -asentí. Aunque omití el hecho de que <<por el momento>> vivíamos en Canadá, pues eso estaba en discusión. Tal vez, volver allá no era lo más coherente, teniendo en cuenta que ahora estaba Judith y mi padre.

El problema era Kelly, ¿cómo podría dejarla sola?

¿Y qué va a pasar cuando se acabe ese momento? -alzó una ceja-. ¿Creen que ella esté cómoda yendo de casa en casa?

¿Y tú crees que ella esté cómoda viviendo con un violador? -atacó el pelinegro, irónico.

Silencio. Tenso e incómodo.

Solo quiero que lo piensen. -añadió-. Estoy de acuerdo con verla de vez en cuando. Pero deberían decidir con quien se quedará ella, porque odia cambiarse de casa. Ustedes son amigos, ¿no? Decidan quien la adopta y quien la visita. En cuanto a mí, acataré lo que decidan... yo... no voy a complicarles las cosas.

Ella se irá de esta casa hoy mismo. -zanjó Jayden-. Lo demás lo hablaremos cuando estemos tranquilos.

Jonathan asintió, Jayden se levantó de golpe y subió las escaleras en dirección a la habitación de Judith, supongo.

Bruno, ¿no? -cuestionó volteando a verme.

Sí. -respondí.

Tú eres el novio de Jayne, ¿no es cierto? -su expresión flaqueó por un momento, casi con melancolía.

Era. -corregí.

Lo siento. -añadió mientras sus ojos se tornaban llorosos-. Lamento el daño que causé. Soy una bomba de tiempo y lo intento... intento ser mejor. Solo te puedo decir que no lastimé a tu madre, tampoco a Judith...

Arrunaste la vida de muchas personas, Jonathan, incluida la mía. -sentí como mi espalda se tensaba al mismo tiempo que su expresión decaía-. Si ella estuviera viva mi vida sería muy diferente y no puedo evitar culparte por eso. Pasé años queriendo hacerte pagar; y no creo que estés a tiempo de arreglar el daño que hiciste, mucho menos el que le hiciste a Jayden, a tu hijo. Sin embargo, aún estás a tiempo con Judith. No la defraudes, ¿quieres? Si no lo haces, Jayden y yo no nos interpondremos en su relación.



Bruno: Huellas Del Pasado [Help #3]✔Onde histórias criam vida. Descubra agora