Capítulo 14

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El ruido sordo de las botas golpeando el suelo hizo que sus ojos se abrieran de golpe, cuando la llave entró en la cerradura y el guardia la giró, ella se soltó de las esposas abruptamente. Apretando su muñeca, frunció el ceño ante las marcas rojas y finalmente las movió, acostumbrándose a la sensación de libertad, cerró y abrió el puño antes de mirar al hombre.

—La comandante y los aliados ya han comenzado. Se le han adelantado mucho, pero le vamos a dar nueva tecnología, es la nave más rápida, la único que tenemos. —Él le informó y Lauren asintió.

Lo que no sabía era que Camila había renunciado a usar el medio de transporte cuando pensó en Lauren, decidió ofrecerle esa herramienta para poder llegar a ellos.

No interesada en hacerle saber que había sido una orden, se encargó de amenazar a todos los guardias en el lugar para que no abrieran la boca en caso de que Lauren cuestionara.

La mujer salió del calabozo y respiró hondo cuando, después de un día, pudo respirar aire fresco.

Se dirigió a una choza, bastante pequeña y humilde, y abrió la puerta. Una anciana saltó al ver el cuerpo tenso entrar a su habitación, pero al reconocerla le sonrió.

—Me dijeron que vendrías. —comentó con gentileza, su rostro se arrugó tiernamente causando que Lauren sonriera. —Pensé que se vería más... hostil. —agregó mientras se acercaba y la tomaba del brazo. Lauren se rió del comentario y se mostró plácida mientras la anciana la guiaba por la cabaña. —Ten mucho cuidado. —Le aconsejó antes de soltarla y mover sus manos para que se dirigiera a la puerta junto a ellas.

Miró con curiosidad aquella entrada, parecía oculta, detrás de un pequeño mueble.

—¿Por que está bloqueada? —preguntó empujándolo.

—Para que nadie entre. —respondió como si eso fuera obvio. Lauren volvió a reírse, si tan solo supiera que cualquiera sería capaz de mover la librería completamente vacía. Aunque le pareció extraño que, sin tener nada, pesara tanto.

—Oh, claro. —respondió sonriendo de lado. Se volvió para mirar a la mujer que le dio un pulgar hacia arriba animándola a entrar. —Gracias por su cortesía... —Dio las gracias y extendió sus palabras esperando saber el nombre de la adorable mujer.

—Madame Dorth, Lauren. —Se presentó. —Fue un placer conocerte por fin, pero es hora de que te vayas, querida. —Le comentó, dándole un empujoncito en la espalda para que se adentre a la oscura habitación, y cerró la puerta detrás de ella.

Lauren entrecerró los ojos y caminó con los brazos extendidos hasta que sintió algo, una textura metálica, y sonrió al darse cuenta de que esa sería la nave voladora que la llevaría junto con los demás.

Dio un salto, así como Camila salió del auto ella entró a la nave, y sonrió antes de encenderla.

Desde fuera no se había percatado de que había un espacio destinado a guardar automóviles y se sorprendió nuevamente al pensar en la cantidad de pasos que habían dado, cruzando el largo corredor para llegar allí mientras desde afuera se veía como un lugar muy pequeño, con el espacio justo para una cocina y habitación.

Entonces, con el ceño ligeramente fruncido, pensó.

Tras unos segundos la identificó, recordó que una vez su madre le había hablado de la mujer que era de un planeta lejano, donde las criaturas viven casi la misma cantidad de tiempo que en Amhernus, pero el tiempo corre a gran velocidad en la galaxia a la que pertenecen. Mucho más rápido que en la Vía Láctea, por lo que viviría allí durante una pequeña eternidad.

También era una hechicera con poderes descomunales, pero su mente ya estaba dañada y no funcionaba correctamente, a veces incluso olvidaba su propio nombre.

Pero sin importar su falta de memoria, Madame Dorth iba a ayudar con su sabiduría.

Lauren se quedó mirando la puerta, esta extraordinaria mujer de la que le habían hablado le había echado una mano y ni siquiera había sido capaz de reconocerla cuando se presentó. Sacudió la cabeza y luego simplemente pisó el pedal a toda velocidad.

La próxima vez que la vea, le diré que la admiro. Ahora solo tengo que darme prisa. Se dijo a sí misma.

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—¡Alguien necesita su ayuda! —Jackson le gritó al auto de los médicos, quienes hablaban tranquilamente mientras se acercaban, se alertaron cuando escucharon al hombre hablar en un tono de voz más alto de lo que se considera normal.

Mientras la conductora apagaba el motor, el resto salió del automóvil sufriendo un pequeño mareo a causa de estar sentados tanto tiempo. Echaron un rápido vistazo al lugar visualizando la posición de cada uno de ellos, los tres se detuvieron ante el pelirrojo que tenía la mano en el pecho y controlaba el llanto.

—¡Aquí está el! —Amak les informó, indicándoles que se acercaran, y así lo hicieron.

—No te preocupes, tomará tiempo pero sanará al final. —Le dijeron en voz baja, tratando de alentarlo.

—¿Que pasó aquí? —preguntó una de ellas mientras deshacía la tela alrededor de toda la mano y parte de la muñeca. Hizo un sonido de sorpresa cuando encontró sangre seca y solo tres dedos. Ella frunció los labios antes de sonreír y mirar a sus compañeros, y como era su costumbre, los dos lograron crear una conversación tranquila para distraer al hombre mientras era atendido.

La conductora aterrizó en la tierra y se acercó a Nova, el hechicero. —¿Deagle? —preguntó intersada.

—Si. —Él asintió y vio el rostro confundido por su respuesta. —¿Por qué?

—Tienes magia ¿No podrías tratar de curarlo? —cuestionó ella arrugando su rostro como si tuviera algo de disgusto, y él la miró con una ceja levantada. —Y se supone que es el soldado mas distinguido de Deagle... —Aludió a lo que cualquiera esperaría al verlo en una misión dirigida por la comandante, habían mencionado que solo asistirían los mejores.

Nova miró a los lados y luego en dirección a la mujer, y con una mirada de indignación farfulló unas palabras en un lenguaje imposible de deducir y levantó una de sus manos.

A juzgar por lo que estaba viendo, Camila sabía lo que venía, lo agarró con fuerza de la muñeca antes de que pudiera concluir el hechizo con sus movimientos, él balbuceó y perdió la magia del hechizo que estaba llevando a cabo. Luego produjo un sonido de dolor cuando la mujer se empeñó a apretar con intensidad el agarre.

—Piénsalo dos veces si vas a levantar la mano, Nova. —Ella susurró lo suficientemente cerca para que él la escuchara, Nova volvió la cara y miró directo a los ojos profundamente amenazantes antes de que la joven lo soltara con rudeza.

—Yo no iba a hacer nada. —murmuró rascándose la nuca. Camila levantó una ceja y él apretó los labios. El hechicero bajó la cabeza y se le endureció el cuerpo cuando vio los zapatos de la comandante cerca de los suyos.

—Así me gusta. —Le dijo antes de dejar dos débiles bofetadas en el rostro del hombre.

Se dio la vuelta, en dirección a Torvi, y tan solo dos pasos después, como si fuera una acción establecida, se giró, extrañanda por su movimiento sin razón frunció el ceño y parpadeó. Se habría dado la vuelta si el sonido de los árboles no hubiera llamado su atención. 

Porque cuando menos lo esperaba, desde el flotador que le habían dado a su prisionera pudo ver a Lauren, mirándola con una sonrisa desafiante mientras su clan se adelantaba para saludarla felizmente. 

Camila no dejó de mirar los ojos claros mientras la mujer fue recibida con fuertes abrazos.

Verde, como una esmeralda, pensó.

Optó por evitar esos ojos retadores cuando la vio levantar las manos, juntas, como si fuera una prisionera, y luego separarlas, dando a entender que estaba libre. Deseó haberla enviado de regreso a Moonkru o simplemente no haberla liberado jamás.

Claramente consideró esas ideas sin saber que después de esa misión, Lauren sería su prisionera.

Abandonó el intercambio de miradas y Lauren suspiró inconscientemente.

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