Capítulo 6

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—Jackson, Federica, Tabatha y Amak irán contigo, el segundo de la comandante hará la elección de soldados. —mencionó su madre acariciando el cabello de Lauren después de que su hermano, Christopher, le saltó en la espalda despeinando aún más el nido de Carancho que llevaba siempre en su cabeza. —Aunque sabes que serás la elegida. —susurró luego, completamente segura de ello. Miró a uno de los guardias y enseñó cuatro de sus dedos antes de intentar pasarlos por el cabello de Lauren, la mujer que sostenía una espada la miró sin entender hasta que la líder suspiró. —Un cepillo, tráeme un cepillo. —pidió amablemente.

Lauren bufó, sentada en la mesa donde comían cuando se hacían cenas con invitados especiales, tales como Ontari, Kiro, Nilla o los reyes de Dark Woods. Su madre rodó los ojos ante la reacción de niña insoportable y arrastró a una silla, tomándola del respaldo para separarla de la mesa y la indicó con el mentón. —Siéntate bien. —exigió apretando los hombros de la joven.

—Sintiti bin. —La molestia de Lauren se esfumó cuando su madre golpeó su cara con la mano abierta, la chica la miró con indignación mientras abría su boca afligida por el golpe desprevenido, llevó su mano a la mejilla sobando el lugar que pronto se teñiría de rojo por culpa de su piel extremadamente blanca y se sentó recta, como una señorita, una dama, por al menos un minuto hasta que sus piernas se abrieron y subió una a la madera del asiento, dejando su rodilla a la altura de su rostro y acomodando su brazo sobre ella. La madre rodó los ojos, era un caso perdido.

Después se preguntaban por qué no podía conseguir novio. Ella era demasiado para cualquier ser en ese mundo.

Después de una hora luchando con Lauren, que no podía mantenerse quieta, y su cabello, que parecía tener vida propia, decidió soltar un suspiro y entregarle la ropa que vestirá para marchar a Civitem.

—¿No crees que es muy ajustado? —Le preguntó cuando alzó los brazos sosteniendo con los dedos pulgar e índice las mangas de la prenda, dejando que se estire para poder verla completamente.

—No. Estás acostumbrada a que todo sea al menos dos tallas más grandes que tu pequeño cuerpo. —respondió su mamá, sonriendo al imaginar a la mujer dentro de esa ropa.

—Las ropas son grandes en mí. —dijo disgustada ante la visión que tenía, vestimenta ajustada, eso apesta, pensó.

—La ropa es grande en tí. —corrigió Clara, su madre, con una sonrisa ante la mala gramática verbal de su hija.

—No, porque la ropa es una palabra plural, como la palabra familia, son cantidad. —argumentó alzando su dedo índice como si fuera la más inteligente en esa sala. Clara frunció el ceño y negó.

—Claro que no, reina de la gramática. Solo piénsalo, hasta suena mal cuando lo dices. —objetó alzando una ceja creando un desafío con su mirada, Lauren apretó los labios y negó, ella no estaba equivocada.

—Claro que no, reina de este reino. —contraatacó irónica cruzando sus brazos debajo de su pecho. —De cualquier manera, esta ropa es horrible.

—Cambia de tema para no aceptar su error. —murmuró la mujer, a lo que Lauren resopló. —Ya pontela. —indicó levantándose de su silla para acercarse. —En menos de una hora tus piernas tendrán que empezar a caminar. —Le informó dejando un beso sobre su frente y una caricia en la mejilla.

Lauren estiró todo su cuerpo al pararse, sintiendo sus músculos y tendones extenderse y tensarse con el movimiento para sentirse libre de entumecimiento corporal después de su prolongada quietud sobre la silla. Tomó las prendas y caminó deprisa hasta su habitación, procurando cerrar la puerta con llave antes de despojarse de su blusa y pantalones para amoldarse dentro de la ropa de soldado de Civitem, tenía el logo en el pecho pero nada ostentoso que llame la atención, era solo ropa negra.

Suspiró al ver su imagen, no se veía nada mal, tenía un cuerpo relativamente normal, su preferencia por la ropa holgada nacía por su comodidad, porque no era insegura, de hecho tenía una confianza bastante bien formada.

Lanzó unos golpes al aire y abrió los ojos impactada, no sabía de qué material estaba fabricado el vestuario pero era el adecuado para mantener una lucha, se estiraba de una manera muy, muy favorable ¡Era como luchar desnuda! Sin nada interponiendose en sus acciones.

Masticó la fruta que habían dejado horas atrás en su habitación mientras bajaba las escaleras dirigiéndose a la puerta principal, estuvo a punto de pedir que llamen a sus padres pero no lo hizo porque los vió parados fuera, mirando hacia su dirección.

Clara con una gran sonrisa de felicidad al verla vistiendo algo que no se asemejaba a una bolsa de basurero y Michael totalmente paralizado al saber que su miedo se estaba haciendo realidad, porque Lauren marcharía hacia Civitem.

—Mamá, papá. —saludó bajando la cabeza en un acto de reverencia cuando se aproximó. Fuera del gran castillo, ella demostraba el respeto que les tenía a los líderes, sus progenitores.

Ambos se mostraron fuertes frente a la multitud que se encontraba aglomerada cerca del lugar, observando minuciosamente los movimientos de los cinco soldados que harían frente en nombre de todo el clan. 

Clara abrazó a su hija con fuerza, dejando un beso en su cabeza mientras Mike la miraba aún conmocionado con el anuncio de que se iría, en todo un día el no había podido asumir y reconocer el hecho.

—Suerte, aunque no la necesitas. —murmuró su padre sin mirarla, ella asintió y lo miró esperando un movimiento de su parte, necesitaba un abrazo pero no era capaz de informarle, un aspecto de su personalidad que no toleraba era el hecho de que afrontaba todo fingiendo indiferencia. Sonrió sin enseñar los dientes y asintió.

—Recuerda que tienes que volver aquí, Lauren, te estaremos esperando cada día. —anunció su madre, quien a pesar de todo intentaba ocultar su angustia tras una sonrisa tranquila. Pero sus ojos eran muy expresivos, tanto que enseñaban el pavor que sentía.

—Traeme algún recuerdo. ¿Arrancarle un cabello a la comandante? eso suena genial. —señaló Christopher antes de reunirse con su hermana en un fuerte abrazo dónde ambos se aferraron a la esperanza.

Confiaba en ella, en su intuición, en su fuerza, en su poder, en sus brazos a la hora de pelear, en la coordinación y eficaz manera de planificar un ataque, la forma en la que su cuerpo respondía a los estímulos externos, desde sonidos y olores hasta lo que sus ojos percibían, pero una parte de ella temía por no volver.

Para concluir con el tenso momento ella se alejó de su familia un par de pasos y miró al gentío que gritaba emocionado sin saber que se avecinaba una guerra para Lauren.

Pero no, no se trataba de un combate a muerte con Alessandro, se trataba de algo más natural, una disputa dónde su corazón se pondría en juego, dónde lucharía contra un sentimiento.

¿Y quién era Lauren Jauregui como para ganarle al amor?

AmhernusWhere stories live. Discover now