Capítulo 1.

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Narrador omnisciente.

Umiko zarpó hacia el Mar del Este, dejando atrás a su reducida tripulación de 15 personas, convencida de que este era un simple viaje de ida y vuelta que podía realizar sola.

"Bien" llamó la atención de todos. "¿Están seguros de haber anotado todo lo que necesitan? No volveré hasta dentro de dos meses".

Con afirmaciones seguras, subió a un pequeño bote en comparación con su gran y antiguo barco. "¡Hasta luego! ¡Cuídenme a mi madre y no me extrañen mucho!" gritó la pelirroja despidiéndose.

Al llegar a la confluencia de Grand Line y Red Line, se encontró con Crocus, quien solía estar solo junto a la ballena Laboon. Sin embargo, esta vez lo acompañaban unos pocos chicos. Umiko, amiga de Crocus, se acercó para conocer a los nuevos y entregar algunas cosas.

"¡Sr. Crocus!" gritó ella. Los presentes voltearon a verla, quedándose en silencio. Desembarcó con un saco en el hombro.

"Kokai." saludó el mayor mientras que la ballena emitió un sonido en forma de saludo. "¿De nuevo en busca de provisiones exclusivas?"

"Así es, realmente aprecio los viajes relajantes a mares inofensivos." contó mientras reía. "¡Cierto! Les traje algunas cosas a Laboon y ti. ¿Por qué no nos sentamos?"

"Adelante. Te presentaré a estos chicos, vienen desde fuera por primera vez. No los asustes por favor." pidió Crocus.

Esto último llamó la atención de los piratas recién llegados, cosa que los dejó expectantes a que la chica se acercara más y se presentara. Una vez frente a ellos inclinó levemente la cabeza y sonrió.

"¡Yo soy Monkey D. Luffy!" se presentó mientras comía. "Ellos son Sanji, Nami y Usopp. Zoro está durmiendo por allá."

"¡Un placer, señorita! ¿Son todas las mujeres en Grand Line así de bellas?" cuestionó el hombre rubio de cejas rizadas. La chica rió y asintió. "Tanto que da miedo."

Tras sus palabras, una aura tenebrosa rodeó a la mujer. Los piratas sintieron una presión inexplicable en sus pechos y se pusieron alerta. Miedo, tenían miedo. Cuando por fin entendieron lo que sentían, aquella aura desapareció y sus latidos poco a poco se apaciguaron.

"Yo soy Umiko Kokai, de Grand Line al mundo." dijo ella, inclinándose mientras quitaba su sombrero. "Mocosa, dije que no los asustaras." regañó el mayor.

"¡No lo hice, solo los puse alerta! ¿Acaso no deberías decirles que se preparen para el viaje exhaustivo?" se excusó la chica riendo. "Lamento haberlos asustado, pero les doy un consejo. Este lugar es peligroso y no deberían de bajar la guardia con nadie. Dicho eso, no tenía malas intenciones, así que guarda tu espada, Roronoa Zoro." advirtió al espadachín que conocía bien por las noticias.

"Kokai-san" llamó Nami. "Pareces saber mucho y dices que naciste aquí, además de navegar sola. ¿Qué edad tienes?"

"¿Curiosa?" rió. "Tengo 19."

"¡¿19?!" cuestionaron los presentes.

"¿Cómo hiciste eso?" dijo Zoro, quien se había mantenido callado hasta el momento, referenciando el aura extraña de hace un momento.

"¿Por qué? ¿Te puse los pelos de punta?" viendo que el peliverde no parecía querer bromear, contestó a la defensiva por el mal humor de este. "No veo porque habría de revelar mis secretos a unos novatos. Descubranlo si siquiera sobreviven los primero días aquí."

"Ahora Grand Line no parece la gran cosa, solo tienes 19 años." comentó Usopp, restándole importancia. "No que tuviera miedo al principio..."

Crocus parecía estar por corregir al chico, pero Umiko lo detuvo con una sonrisa. "En fin, solo venía de pasada a dejar algo antes de irme. Es lo de siempre, Sr. Crocus. Por suerte me topé con un barco a unas cuantas horas de aquí y puedo dejarles más de lo normal."

La chica dejó la bolsa en el suelo para que Crocus la tomara, pero antes de eso sacó una botella de alcohol y la lanzó a Zoro. "La botella de sake a lado tuyo está vacía, así que te dejo esta. Si nos vemos de nuevo y me invitas un trago te diré lo que más te cause curiosidad.

"¡El saco huele bien! ¡¿Es carne?!" preguntó el de pelo azabache.

La solitaria pirata se dio la vuelta para volver a su barco, y mientras subía las escaleras de cuerda, habló. "¿Por qué no lo abres y le das un vistazo? ¡A Crocus le molesta que traiga tanto de todos modos!"

Los recién llegados abrieron el saco y se sorprendieron al encontrarlo lleno de carne y berries.

"¡Nos vemos! ¡Espero encontrarlos de nuevo, chico del sombrero de paja!" se despidió la chica con una leve reverencia y se colocó de nuevo su sombrero, para luego continuar su camino fuera de Grand Line.

Navegando sola por el mar mientras cantaba, experimentaba una sensación de paz. Agregó que en ese lugar no había cambios climáticos radicales ni monstruos marinos extremadamente peligrosos, solo lo normal de peligro.

Luego de lo que ella sintió como un tiempo muy largo, regresó a Grand Line tras una entrada sacudida con una gran sonrisa. Sin embargo, esta se desvaneció cuando divisó a Crocus con una cara triste y preocupada después de verla.

Al acercarse, él simplemente le entregó un periódico y se limitó a esperar y observar su reacción. El contenido la dejó helada, con las manos temblorosas, luchando por evitar desplomarse en el suelo. Sin pensarlo, subió nuevamente a su barco y, después de atraer a un rey del mar, utilizó el poder de la fruta del diablo y bajo el efecto del miedo, hizo que la llevara hasta donde su tripulación usando la carta vivre que tenía de su segundo al mando.

Pasaron unos largos días, comiendo poco y sin dormir, hasta que finalmente llegó a la ubicación de su barco principal, el "Gran Sol". Temiendo lo que podría encontrar en la parte superior del barco, subió desde el mar usando una de las escaleras de cuerdas con sudor frío bajando por su espalda.

Umiko se armó de valor y se asomó dentro del barco. Al divisar la horrorosa escena delante de ella, cerró los ojos con fuerza y las lágrimas comenzaron a brotar desde sus ojos hasta impactar en el sangriento suelo. Abrió los ojos y entró después de tomar su arma, inspeccionando que no hubiera enemigos y buscando supervivientes.

Luego de un rato, al asegurarse de que piratas de otras tripulaciones no estuvieran en su barco y de que lamentablemente no hubiera supervivientes, bajó su arma y la dejó a un lado.

Cantando una canción con la que solían despedirse de sus difuntos nakamas, comenzó a mover los cadáveres llenos de sangre para terminar al anochecer. Bajo la luz de la luna, subió al timón y comenzó a navegar hacia el lugar secreto donde tenían guardado su tesoro y almacenaban comida y otras cosas para sus familias.

Las razones por las que aquel acto se había llevado a cabo vagaban en la mente de Kokai; si fue un intento de robar sus tesoros, una declaración de guerra, simplemente por diversión o venganza. Eran piratas y sabían que podía suceder en cualquier momento. Aún así, se prometió a sí misma encontrar a la tripulación responsable de eso y erradicarlos.

No permitiría que la muerte de sus compañeros no los dejara descansar en paz, les daría tranquilidad a sus corazones para que no vagaran por el mar como almas en pena.

TERROR || Roronoa ZoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora