33| Regalo.

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"El mayor placer del demonio es hacer pecar al ángel"

"El mayor placer del demonio es hacer pecar al ángel"

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Ángel.

Lunes por la mañana. Mi bostezo llama la atención de Alex. Sus brazos me atraen hacia él y besa mi mejilla mientras apoyo mis manos en su pecho desnudo. Por suerte tiene sus pantalones de pijama.

Y me deja llevar mi pijama a mi también.

— Buenos días — murmulla para mí en esa voz tan sensual.

— Buenos días — susurro.

Alex se inclina sobre mi cuerpo y huele el aroma en mi cuello, dibujando un largo camino de besos en el proceso.

— Hoy también hueles a orgasmo — suspira.

Hago un mohín con mis labios, pero ignoro sus palabras. Solo quiere molestarme y no se lo permitiré.

— Estaré unos días fuera — dice, mientras se levanta.

— ¿Dónde vas?

— A trabajar — es todo lo que dice mientras se dirige hacia su vestidor.

Cuando sale vestido con su habitual traje negro me doy cuenta de que lleva algo entre las manos.

— ¿Qué es eso?

— Es un regalo.

— ¿Para mi? — pregunto, entusiasmada.

Me acerco hacia él después de gatear por la cama y llegar a la orilla pero cuando ya voy a tomar la caja negra entre mis manos, Alex eleva el contenido y me aleja de ella.

— Te lo daré después de desayunar, ahora ponte algo menos... — dice, su voz se pierde por un segundo — mas... tápate mujer, no quiero matar a nadie.

Y robándome un beso más, Alex me deja sola en la habitación. Una vez me pongo un vestido más "tapado", bajo a desayunar. Pero los pasillos están vacíos y no me cruzo con ningún sirviente en todo el camino hacia el comedor. Una vez abro la puerta, veo a Alex sentado al principio de la mesa.

— Te conozco como la puta palma de mi mano — me dice.

Cuando cierro la puerta detrás de mí, le veo deleitándose con el camisón que he decidido ponerme. No es del todo desnudo y tiene bonitos detalles en forma de rosas. Pero debe ser la transparencia en la zona de mis pechos lo que ha obligado a Alex a abrir más su piernas y acomodarse mejor en la silla.

Con una sonrisa cruzando mis labios, camino hacia él, pero su voz me detiene.

— De rodillas. Camina hasta aquí en cuatro, mi amor.

Hay algo en todos estos juegos eróticos que está atrapándome. Porque Alex no me obliga, sí, me da órdenes que si no quiero, no cumplo y todo lo que recibo es un orgasmo como castigo. ¿Pero Se puede considerar un castigo a eso?

Sumisa ©Where stories live. Discover now