𝐃𝐢𝐞𝐜𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

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Ha pasado 1 semana desde que empezamos a trabajar. En el trabajo, Ares tiene buena actitud con Sammy pero no conmigo. No, conmigo no. Ha estado cortante y más mamón de lo normal.

Es como si me quisiera alejar de él...

Ares ha faltado a clases desde hace 2 días. No responde mis mensaje ni llamadas. Apolo tampoco ha llegado al colegio. Los dos me tienen preocupada pero ninguno contesta.

Ares me preocupa más que nadie. Es muy importante para mi y yo... yo me muero de ansiedad por saber cómo está.

Estoy con Sammy caminando a la salida. Hablamos sobre las cosas que queremos hacer para este último año de clases.

—Quiero hacer un álbum. —comentó— Uno lleno de fotos nuestras: Tuyas, de Ares y mías. —sonrió.

Sonreí. —Tendremos que tomarnos fotos.

—Sí. —reímos.

—Oye, cambiando un poco el tema. —miré el piso un segundo antes de verla— ¿Ares te ha contestado los mensajes?

—Sí, de hecho, Ayer por la noche hablamos. Me contó sobre unas reformas que ha estado haciendo Artemis en el bar. —rió— Ahora tiene un nuevo cóctel llamado "enamoramiento".

—Eso es genial. —sonreí tristemente.

—Sí. ¿Por qué preguntas?

—Nada. —me encogí de hombros y miré el piso— No me contesta los mensajes desde hace 4 días.

—¿Pasó algo entre ustedes?

—No. —negué— No hasta donde yo sé. Estábamos bien, estábamos unidos, pero... —suspiré— Parece que me quiere lejos de su vida.

Sammy puso su mano en mi hombro, acariciando el mismo. Levanto mi mirada y veo su mirada de lastima.

—¿Quieres que te pase dejando por su casa? —ofreció— Quizás solo sigue algo golpeado por lo de Raquel. O quizás le pasó algo.

—¿Y que tengo que ver yo en eso? —fruncí el ceño— Yo no soy Raquel. Yo soy yo.

—Entonces, vamos, te dejo en su casa y hablan. Estoy segura de qué hay una explicación para lo que está pasando.

—Bien... —suspiré.

[...]

Llegamos a casa de Ares. Sammy estaciono enfrente.

—Habla con él y, si se pone de idiota, una buena patada en los huevos lo resuelve. —me guiño un ojo antes de besar mi cabeza. Sonreí. —Ahora ve y conquístalo, tigresa. —sonrió.

Tomé y mochila y bajé con una sonrisa. —Te escribo cuando llegue a mi casa.

Sammy asintió y se fue con una sonrisa.

Conté los pasos hasta la puerta de Los Hidalgo. Toqué la puerta y al abrirse, me permitió ver a una señora pelo negro en sus 30 o más.

—¿Y usted es...? —cuestioné.

—La nueva empleada. —sonrió— Soy Amanda. Un gusto. —extendió su mano.

La tomé de manera amistosa. —Soy Natalie. El gusto es mío. —entré a la casa una vez la señora me dio permiso— Me verá muy seguido por acá.

—Sí, la Señora Hidalgo la mencionó. —sonrió luego de cerrar la puerta.

Deje mi mochila al lado de la entrada.

𝐂𝐫𝐞𝐨... 𝐜𝐫𝐞𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐚𝐦𝐨 Where stories live. Discover now