𝐒𝐢𝐞𝐭𝐞

5K 320 28
                                    

Es Viernes, el día de la prueba de Ares, el día ha terminado y no he visto a Ares.

Estoy sentada en las gradas del campo, con mi mochila en los hombros, esperando a que Ares termine su prueba. Pasa el tiempo y lo veo llegar con la cabeza baja, su mochila en sus hombros y una hoja en la mano.

—Oh, no. —me levanté y comencé a caminar hacia él.

Llego frente a él y me detengo, intento descifrar su rostro y luego le doy un suave golpe en el pecho, el cual no le hace ni cosquillas.

—¿Ares? —pregunte frunciendo mi ceño en confusión y preocupación.

—Natalie... —susurró aún con su cabeza baja.

En agacho hasta poder ver su rostro, mi expresión de preocupación es obvia.

—Ares, háblame. —dije mirándolo a los ojos.

—Natalie, lo lamento pero... —su expresión era de decepción hasta que me miró a los ojos y sonrió— ¡Lo lamento pero fue el mejor del salón! —exclamó eufórico mientras llevaba sus puños al aire, en uno de ellos su examen.

Reí y le di un golpe. —¡Me preocupaste!

—¡Es un 100! —gritó para tomarme de la cintura y comenzar a darme vueltas mientras me cargaba.

—¡Wo-oh! —célebre con él.

Ares dejo que mis pies volvieran a hacer contacto con el piso. Me mira por unos segundos, sus ojos escaneando cada parte de mi rostro y se decide a abrazarme.

Me abrazo por los hombros y luego apretó su agarre. Sus brazos alrededor de mis hombros; su corazón sonaba fuertemente en su cavidad torácica; su examen arrugado en uno de sus puños; su cuerpo pegado al mío, dejándome sin escapatoria y su rostro en mi cuello.

Le devolví en abrazo por la cintura y recosté mi cabeza en su pecho. Sonreí para mi misma mientras miraba el césped. Aunque el abrazo fue algo que me tomó por sorpresa, fue lindo.

Ares me abrazo por un largo rato, sin soltar su fuerte y firme agarre.

—Me alegro de que hayas pasado el examen con la mejor nota posible. —sonreí.

Ares se separó de mi y yo de él. —La maestra se sorprendió, me felicitó y dijo que fui el único con un 100 Perfecto. —sonrió— Gracias, Natalie. Esto es gracias a ti. —me mostró su examen con un 100 Perfecto en rojo.

—No. —negué lentamente y sonreí— Eso —señalé el examen— es gracias a ti. —lo señale a él.

—No lo hubiera logrado sin ti. —rodó los ojos riendo.

—Me alagas y me encanta que la gente haga eso, pero, no. Esta vez es mérito tuyo. Nosotros solo estudiamos un día, yo solo fui la base de eso. —hice un círculo alrededor del 100.

—Igual, gracias. —su sonrisa se borró rápidamente— Esa es la última vez que te abrazo.

—Que bien, porque tu colonia no me gusta. —mentí.

—¿Qué? —frunció el ceño— Pero si la última vez me dijiste que te encantaba, por eso me la sigo poniendo.

—Lo sé. Esta vez solo mentí, igual que tú al decir que sería la última vez que me abrazas. —reí.

—Esa fue la última vez. —afirmó.

—Eso dijiste la última vez, Dios Griego. —reí comenzando a caminar— vamos, yo manejo hoy.

Ares llegó a mi lado. —El que llegue primero maneja. —comenzó a correr.

—¡Oye! —reclame antes de salir corriendo a máxima velocidad tras él.

𝐂𝐫𝐞𝐨... 𝐜𝐫𝐞𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐚𝐦𝐨 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora