𝐃𝐨𝐬

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—¡Natalie! —gritó Ares acercándose a ella corriendo por los pasillos.

—¿Qué? —contestó ella revisando uno de sus cuadernos.

—Necesito que me ayudes con mi tarea, después de clases. —pidió con una sonrisa.

—¿No tenías practica de fútbol hoy después de clases? —levantó la vista de su cuaderno para ver a Ares y alzar una ceja.

—Mhm, claro que sí. Por eso, tú vendrás a mi practica y luego te irás conmigo a mi casa para que estudiemos juntos.

—¿Se supone que te espere por 2 horas mientras entrenas? ¿Qué se supone que haga por tanto tiempo? —volvió a ver su cuaderno.

—No lo sé. Puede alentarme, secarme el sudor, pasarme la botella de agua, escuchar música, no lo sé, piensa en algo. —se encogió de hombros.

—Ni piense que voy a hacer las primeras 3 cosas. —negó con la cabeza.

—¿Me ayudaras o no? —se cruzó de brazos.

—Prometí ir a las practicas de piano de mis hermanos.

—¿A qué hora van? —preguntó.

—De 5 a 6 y tu entrenas de 2 a 4 y queres que te ayude a estudiar. —negó lentamente—. Te puedo ayudar de 6 a 10.

—Mmm...

—O puedes estudiar con Raquel, ella es tu... ¿novia? no lo sé. —se encogió de hombros.

—No, no es mí novia... aún. —susurró.

—Te aconsejo no tomar decisiones apresuradas.

—¿Por qué lo dices? —Ares no entendía.

—Nada, nada. ¿Por qué dices que no puedes estudiar con ella?

—Porque eso terminaría en gemidos de parte de Raquel.

—Que dichosa. —musitó.

—¿Sabes? A Gregory le encantaría darte una mano como yo lo hago con Raquel. —sonrió con picardía.

Natalie cerró su cuaderno de golpe y abrió los ojos como platos antes de mirar a Ares.

—Yo no voy por ahí teniendo sexo con el primero que se me cruza. —arrugó las cejas.

—No dije sexo como tal, —se encogió de hombros y arrugó las cejas—, Nada más te puede dar un buen momento cuando lo necesites. —le guiñó el ojo.

—Ni siquiera me conoce. —rodó los ojos.

—Claro que te conoce y créeme, le basta con que no tengas ninguna enfermedad.

Alzó las cejas dandole una mirada de *¿en serio?* a Ares.

—¿Qué?

—Seamos honestos, tú serías el más viable a tener VIH entre todos tus amigos.

—Grosera. —dijo ofendido.

—Se llama sinceridad.

—"Se llama sinceridad" —me imitó con una voz chillona.

—No nos salgamos del tema. ¿Te parece estudiar después de las 6, en mi casa? —metí mí cuaderno a mi casillero para luego cerrarlo.

—Bueno, pero tiene que venir a mis entrenamientos. —demandó.

—¿Y para qué o qué me quieres ahí? —cuestioné poniendo mis manos en mi cintura y mirando a los profundos ojos azules de Ares.

—Para tener a alguien que me agrada ahí.

𝐂𝐫𝐞𝐨... 𝐜𝐫𝐞𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐚𝐦𝐨 Where stories live. Discover now