Carta extraviada

20 4 0
                                    

Mientras su padre intentaba hablar sobre lo que había ocurrido en los últimos días, JungKook decidió acercarse a TaeHyung. Creía que la había liado después de haberse puesto como un loco por lo que había hecho ese supuesto líder. Habían estado hablando con él todo la mañana su padre y él, pero en cuanto TaeHyung apareció en su campo de visión, el resto del mundo desapareció y JungKook juró ver sus pupilas más dilatadas. TaeHyung siempre había sido un trozo de carne deseado por los lobos y JungKook había dejado en sus días escolares que el chico se buscase la vida, ya que sabía que podía defenderse como todo un hombre. Sin embargo, ahora que eran adultos y la mayoría de lobos le sacaban unos cuantos centímetros y varios kilos de musculatura, JungKook no se sentía demasiado bien no prestando ayuda al amor de su vida (por muy dramático que sonase). Y además, sabía que TaeHyung no era ningún idiota y mucho menos una dama en peligro. Por eso se acercó a él con las orejas agachadas. Suponía que le habría ofendido al haber salido en su defensa delante de todos. Esperaba que el chico se quejase o le gritase por haberle dejado tan mal.
—Oye, TaeHyung. —llamó su atención. En cuanto sus ojos se encontraron NamJoon les indicó que se iba a buscar a JiMin. El hada le había despertado por la mañana pero no le había metido prisa para levantarse y ahora estaba desaparecida junto con el resto de sus amigos.—Quería pedirte disculpas. —empezó apartando la mirada. —Sé que puedes defenderte tú sólo y eso, pero...—sin que pudiera decir nada unos brazos rodearon su cintura y le acercaron de manera peligrosa al cuerpo de TaeHyung. El akuana le rodeó con cariño la espalda y suspiró. En parte buscaba que el olor de JungKook se le impregnase en la ropa y en parte quería tocar al chico. ¿Qué culpa tenía si se veía adorable?
—No pasa nada. —confesó en mitad del abrazo. El lobo se mostró algo sorprendido pero después le devolvió el gesto con timidez. «Dios mío, esa timidez en un cuerpo tan grande y crecido va a acabar conmigo» pensó TaeHyung. —Aunque me sepa algunas técnicas, entre tanto músculo y tipos de dos metros de largo me sería imposible defenderme. Así que gracias, JungKookie. —aquello tiñó las mejillas de JungKook de rojo pastel. El tono de TaeHyung había sido tan dulce como su olor y eso sólo complicaba las cosas para su pequeño corazón.
Una vez se separaron TaeHyung le acarició las orejas. Encontró el punto que tantos años atrás había avergonzado al chico y lo acarició con cariño. El otro puso los ojos en blanco y pataleó algunas veces como si fuera un conejo. TaeHyung nunca entendió ese gesto pero debía admitir que le encantaba. ¿Haría también ese movimiento cuando le besasen? ¿Acaso ponía los ojos en blanco cuando...?
Los colores se le subieron a las mejillas antes de finalizar su línea de pensamientos. ¿Qué estaba haciendo pensando así de JungKook? Sin mediar palabras cesó sus caricias y caminó hasta donde estaba el padre de JungKook conversando sobre la carta que el otro no había leído.
—...la luna llena es dentro de dos días. —le oyó decir al chico rubio. En cuanto asomó su cabeza por el lado del hombre canoso el chico alzó la barbilla, maravillado por el olor. —Tenemos que prepararlo todo para el recibimiento de un... ¿Hijo de la Luna?—TaeHyung se mantuvo en silencio. El señor Jeon sin embargo empezó a asentir con efusividad. JungKook no tardó en unirse a ellos.
—Nunca antes se había visto a un Hijo de la Luna. Debemos prepararlo todo bonito...
—Mire, —le cortó el otro—nosotros podemos cederos una noche de luna llena el Estanque Lunar pero no podéis pedir nada más. Es la época de apareamiento. —JungKook hizo una mueca asqueada. Eso explicaba la hipersensibilidad y agresividad hacia TaeHyung.
—No sabíamos que en vuestra aldea aún...
—Y no esperamos que lo entendáis. —volvió a cortar. —Si no os gusta la idea, podéis iros, pero no vengáis sin avisar a exigir cosas por una suposición suya. —TaeHyung entendió sus palabras a la perfección. Eran una aldea apartada y marginada del resto y además si no habían leído la carta del señor Jeon desconocían al completo su plan y quiénes eran ellos. Eso explicaba muchas cosas.
—Papá, tiene razón. —dijo JungKook a continuación. —No tenemos claro que yo sea un Hijo de la Luna. Ni siquiera sabemos si TaeHyung y yo nos elegimos como compañeros. No podemos exigirle nada a esta gente. —el hombre reaccionó a tiempo y se desinfló como si fuera un globo. Asintió y el rubio le dejó hablar alegando que iba a buscar a su hermano para leer esa maldita carta. JungKook rodeó a su padre con sus brazos y el hombre se apoyó en su cuello, dejando salir todo fuera. Respiró hondo y se mantuvo a su lado unos minutos hasta que se separó con una sonrisa triste. Juntó su frente con la de JungKook y sonrió con mayor amplitud hasta que por fin se despidió de ellos y se fue a su cuarto.
TaeHyung no pudo evitar bromear sobre aquello.
—¿Por qué no juntas la frente así conmigo? —JungKook se puso tenso al momento. Se mordió el labio inferior y sus manos se movieron ansiosas.
—Eh...—pensó por unos segundos. —Es un gesto de respeto. Al juntar las frentes demostramos tanto sumisión como dominación. Es como si dijéramos que estamos en el mismo nivel. —TaeHyung asintió comprendiendo. Había tantas cosas que tenía que aprender de los lobos —Solemos cerrar los ojos como muestra de confianza. —conociendo lo nervioso que se pondría JungKook, TaeHyung se acercó con ojos pícaros y una sonrisa socarrona. Después se pegó a su cuerpo y esperó.
—Entonces, ¿Me tienes respeto JungKook?—preguntó en un susurro coqueto. —¿Estamos al mismo nivel? —JungKook se quedó quieto y por un momento TaeHyung creyó que le había asustado. Sin embargo el chico se movió delicadamente después. Su cabeza se posó en la curvatura de su cuello y se mantuvo ahí. TaeHyung sintió un escalofrío subirle por la espalda y llegarle hasta las mejillas sonrojadas. La respiración apacible de JungKook chocaba directamente con su piel expuesta y se sintió tan desnudo en ese momento... Adoraba cuando JungKook devolvía sus avances pero adoraba aún más cuando le conquistaba con los más pequeños gestos.
—Tú estás por encima de mí. —susurró, rozando con sus labios su cuello, donde nacía su magnífico olor. Aquello dejó sin aliento a TaeHyung per le apartó poco después, con cuidado. JungKook se mantuvo sereno y abierto a cualquier movimiento nuevo de su compañero.
—Estamos en el mismo nivel JungKook. —le susurró mientras juntaban sus frentes. JungKook cerró los ojos, dejándose llevar por la voz relajante de TaeHyung. —Siempre ha sido así. Tú y yo, sin jerarquías ni pirámides, rompiendo lo que otros decían. —JungKook rió ligeramente. —En la escuela quise hacerte ver lo increíble que eras y parece ser que en estos años todavía no lo has aprendido...—TaeHyung pareció enfadarse entonces y cerró los ojos, apartando esos pensamientos.
—Soy un Jeon...—murmuró como respuesta. TaeHyung hizo un gesto de pesadez pero debía admitir que el apellido estaba maldito.
En la aldea, cuando llegaron por la noche, les pidieron que se identificasen antes de entrar. El señor Jeon se mostró nervioso a la hora de dar su identificación y la de su hijo, pero tuvo la esperanza de que un clan tan apartado no les reconocería. «Qué equivocado había estado» pensó TaeHyung. Nada más entrar y bajar del lomo de los lobos les rodearon y les ordenaron que se transformasen de vuelta. Jeon padre como hijo se quedaron patidifusos pero acataron la orden. Después todo quedó en manos del señor Jeon, quién explicó que eran inofensivos (o al menos mientras no hubiese luna llena). El resto de la aldea pareció relajarse y entonces decidieron dejar lo que tenían que hablar para la mañana siguiente. Desde entonces TaeHyung notó cierta tensión en los miembros de la aldea cuando detectaban el olor de algún Jeon. Su mito parecía llegar más lejos de lo que los propios Jeon hubieran nunca imaginado. Y todo se basaba en una historia que el propio JungKook nunca había desmentido realmente. De cualquiera de las maneras, TaeHyung no creía nada de lo que dijesen y sólo aceptaba lo que JungKook le contase sobre ello. Tenía las cosas claras.
—Y yo soy un Kim, qué más da. —le dijo y se separó de él.
—TaeHyung, —le frenó JungKook antes de que se fuese andando a saber dónde. —muchos días he creído que yo sólo..., que tú..., que eras mi amigo porque no sabías nada de mi familia ni de lo que dicen de ella.
—Te conocí y me acerqué a ti sabiendo lo que eras y lo que podías hacer. Tú mismo me lo dejaste claro desde el primer día, JungKook. —soltó con palabras duras. —Pero decidí quedarme, conocerte..., Y ahora estamos aquí. Probablemente unidos en alma y cuerpo. —hizo una pequeña pausa para coger aire—Y todo esto no es porque seas un Jeon. Nuestros amigos han seguido a tu lado todo este tiempo porque eres JungKook. Jeon JungKook, el chico tímido pero que fue capaz de ganar a todas las demás especies en una maldita carrera. —JungKook rió recordando ese día tan maravilloso. —Empieza a creer en ti JungKook, porque yo nunca he dejado de hacerlo.

Akuana [SIN EDITAR]Where stories live. Discover now