‡Descanso temporal‡

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Mientras TaeHyung descansaba en su cama de la enfermería JungKook le observó curioso. Sus dedos estaban inquietos sobre sus piernas y no dejaba de mirarle de lado, esperando a que iniciase alguna conversación, inquieto por el silencio. Sin poder esperar más, cogió aire y comenzó una conversación trivial.
—¿Vas a ir a algún sitio en estas fiestas? —le preguntó tímidamente, aún jugando con sus dedos. TaeHyung le observó con el ceño algo fruncido y sonrió sin entender. El hada que le estaba cambiando la venda se rió tímidamente, como si supiese a lo que JungKook quería llegar.
—No creo. —comentó tristemente. —Mi madre no me dijo nada de volver cuando se terminase el primer trimestre. Supongo que me quedaré aquí. —el hada a su lado sonrió intentando animarle.
—No te preocupes cariño. —le dijo la mujer sonriente. —Aquí hacemos unas comidas riquísimas en fiestas y adornamos todo muy bonito.
—Oh. —contestó sorprendido. —No celebro fiestas en mi hogar, así que eso de las decoraciones es algo nuevo...
—¡Seguro que te encanta cuando-!
—A eso quería llegar...—le cortó JungKook en mitad de la frase. —¿T-te gustaría venirte a casa en estas fiestas...? —TaeHyung esbozó una sonrisa sorprendida y más que grata. El hada le observó con la boca cerrada y terminando de colocarle la venda sobre su cara. Le habían prohibido a TaeHyung expresamente utilizar sus poderes para cualquier otra cosa que no fueran sus prácticas. Por tanto, la directora le había tenido que hechizar para imposibilitar sus habilidades cuando no estuviese con NamJoon.
—¿En serio? —le preguntó mirándole con los ojos brillantes y desprendiendo un poco de luz por su piel. JungKook le miró sonriente y tímido mientras observaba sus tatuajes.
—Sí. —afirmó apartando su mirada y agachando la cabeza avergonzado.
—¡Me encantaría! ¡Seguro que tu familia es genial! —casi gritó mientras saltaba de la cama al suelo y rodeaba con sus finos brazos a su amigo lobo. Después se miraron sin soltarse el uno al otro y TaeHyung hizo un pequeño mohín con sus labios.
—Pero a tu hermano le quiero lejos. —le pidió. —No sabe controlarse. —JungKook no pudo evitar reír ante su mención y volvió a abrazarle con cariño. Realmente no esperaba que después de todo lo que le había contado de su familia, principalmente cosas malas, él hubiese aceptado tan fácilmente. Le estrujó entre sus brazos y metió su nariz en su cuello de manera instintiva. Cuando se separaron, TaeHyung le frotó las orejas sonriendo enternecido y el hada les frenó antes de salir por la puerta.
—¡Sois adorables! —les dijo la mujer muy animada. Los chicos se quedaron callados mirándola, esperando a que se apartase de la puerta.
—Vale...—le contestó TaeHyung agarrando del antebrazo a JungKook. —¿Podemos pasar? —la mujer se dió cuenta de lo que estaba haciendo y revoloteó para dejarles paso. Después suspiró soñadora. —Qué bonito es el amor...—con eso JungKook y TaeHyung se dieron la vuelta y la miraron con el ceño fruncido.
—¿Cómo ha dicho? —le preguntó TaeHyung sin entender lo que estaba diciendo.
—Nada, no creo que lo entendáis siendo tan pequeños...
—Tengo dieciséis años. —se quejó TaeHyung agarrando la mano de JungKook. El chico bajó la mirada y poco a poco entrelazó sus dedos, desprendiendo calor por toda la palma de TaeHyung y agarrándole como si se fuera a ir en cualquier momento. TaeHyung se quedó callado por unos segundos. Dudó y entonces volvió a hablar. —Bueno voy a cumplir dieciséis estas fiestas...—sintió la mano de JungKook rozar con su pulgar el dorso de la suya en una caricia que le hizo estremecerse. ¿Estaba bien?
—No importa. —dijo ella con los mofletes hinchados y regordetes. Después se despidió con un revoloteo y se fue de la habitación, dejándoles solos.
—Eh...—TaeHyung no supo qué decir a continuación y JungKook se mantuvo callado, acariciando su mano. Estaba especialmente meloso ese día, y eso que no le gustaba mucho que le tocasen. —Tengo práctica con Nam ahora, ¿Te vienes? —el chico lobo asintió y los dos comenzaron a caminar en dirección a la laguna. El fuego había dejado un destrozo impresionante en el paisaje y sólo se podía apreciar hojas negras y ramas tiradas y muertas. Durante esos días, él y JungKook habían intentando por todos los medios no acercarse a la laguna por la tristeza que le provocaba al chico ver aquella matanza. JungKook siguió estando a su lado aunque pasasen más tiempo por los alrededores en vez de en la laguna, tomando el sol.
Cuando llegaron Nam ya estaba allí, con su escoba rota pegada con cinta americana y el ceño fruncido leyendo su cuaderno. JungKook no pudo evitar recordar lo que le había comentado YoonGi unos días atrás, sobre las posibles acciones contra TaeHyung. Tragó saliva y agarró con más fuerza su mano, queriendo no separarse de él en ningún momento.
—¡Hey chicos! —les saludó levantando la mirada de sus apuntes para sonreírles con su hoyuelo. TaeHyung le devolvió el saludo y JungKook sonrió alegre. —Me alegro que hayas traído a JungKook. Llevaba un tiempo queriendo hacer una práctica con los dos. —aquello hizo que el ceño de TaeHyung se arrugase.
—Ya te dije que nada de tirar ramas o atacarnos con algo...—le regañó TaeHyung mientras se separaba de la mano de JungKook. El chico menor se sentó en el césped y les miró atento mientras comentaban algunas cosas.
—Yo quería informarte sobre el otro día, cuando curé a Jin. —Nam se quedó callado y dejó su escoba a un lado centrándose al completo en su aprendiz. TaeHyung tragó saliva y sus ojos buscaron los de JungKook que ya le estaba observando expectantes. —Cuando le curé JungKook me dijo que mis ojos empezaron a brillar como mis tatuajes y después tardé en volver a la normalidad...—susurró nervioso y mirando al suelo. —No sé qué pasó. Nunca había tenido problemas con activar y desactivar el brillo pero esa vez perdí el control y no pude volver.
—¿Estabas consciente? ¿Sabías qué te estaba pasando aunque no pudieras controlarlo? —le preguntó analítico.
—No. —respondió sin más. —Es como si me hubiera quedado dormido. Cuando desperté no sabía cómo había llegado a la laguna...—Nam se rascó la barbilla pensativo. Aquello no tenía buena pinta pero era cuanto menos interesante para sus oídos.
—Entonces, ¿deberíamos suponer que tienes aún más poder del que hasta ahora has enseñado pero no puedes controlarlo? —preguntó indagando en el asunto.
—No lo sé. —contestó. —De todas formas, no pienso volver a usarlo así. Hice una promesa. —JungKook miró sus pies en ese momento y TaeHyung evitó mirarle para que Nam no supiese lo que habían acordado entre ellos.
—Te diré una cosa: tu especie está casi extinta y debemos recopilar la mayor cantidad de información posible para poder ayudar a los pocos que vengan detrás de ti. —le explicó. —Es mejor tener una base que ser el primero en todo, créeme. —TaeHyung miró a los ojos a Nam y lo entendió todo. Él era de los pocos magos que habían nacido con el elemento del fuego y al haber sido tan pocos con ese don ninguno de ellos había dejado nada anotado para ayudar a las futuras generaciones. TaeHyung entendía a la perfección su punto de vista, pero no significaba que lo compartiese.
—Hice una promesa. —comentó decidido. —Usar mi poder por mucho tiempo puede llegar a matarme. —le dijo seriamente a su profesor. —No debo arriesgarme...
Nam frunció el ceño en ese momento y suspiró frustrado.
—Creo que no lo estás entendiendo. —TaeHyung se dió la vuelta y se acercó a la laguna para quitarse sus zapatos, no haciendo caso a la rabieta que estaba haciendo Nam. Era evidente que se iba a enfadar, pero TaeHyung no esperaba tanto drama por su parte.
Cuando se giró, sin embargo, su sangre empezó a hervir. Nam había acorralado a JungKook con sus brazos. Le tenía agarrado del cuello con uno de sus brazos y el otro estaba apuntando al chico con sus dedos. De entre ellos, una fina llama de fuego ondeaba delicada y mortal. Sus miradas se encontraron y Nam le desafió. TaeHyung suspiró frustrado e intentó relajarse. Sin quererlo ni haberlo pensado sus tatuajes empezaron a brillar y Nam sonrió satisfecho.
—Nam...—le dijo JungKook con la voz quebradiza y sin dejar de mirar la hoja de fuego que estaba cada vez más cerca de su cara.
—Ni se te ocurra...—le amenazó TaeHyung desde su lugar. —La otra vez JiMin no habló con tus supervisores porque yo se lo pedí. Esta vez no pienso pararle. —continuó amenazándole, pero parecía que nada servía com Nam. El chico estaba dispuesto a hacerle enfadar.
—¿No estás yendo un poco lejos? —le preguntó JungKook agarrando el brazo que le aprisionaba. Debía estar tan asustado que no tenía fuerzas ni para liberarse de su agarre. TaeHyung gruñó colérico y sus ojos empezaron a brillar.
—Eso es...—susurró después el mago mientras sonreía satisfecho. —Enfádate y enséñame todo tu poder...
Y desde luego que iba a enseñárselo.
El agua de la laguna empezó a flotar alrededor del cuerpo de TaeHyung. Se dispersó desde su torso hacia sus brazos y piernas. El chico adoptó una posición de batalla y flexionó sus rodillas. Después caminó con cuidado hacia donde estaban los otros dos chicos. Nam soltó a JungKook entonces, viendo que estaba controlando la mitad de todo el agua del lago. Ésta recorría su cuerpo de forma furiosa y a una rapidez monstruosa. Nam sonrió asustado e intentó hablar con TaeHyung.
—Amigo...—empezó. —Ya está, puedes volver. Sólo quería comprobar...—de repente su voz fue silenciada por una tira de agua que le tapó la boca. El golpe fue tal que hizo que su cabeza se inclinase hacia atrás. Sin embargo el agua continuó pegándose a su cara y fue ascendiendo hacia su nariz ojos y orejas, hasta que toda su cabeza estaba envuelta por una burbuja de líquido. TaeHyung mantuvo su expresión de enfado mientras veía como Nam aguantaba la respiración. JungKook vio todo aquello, con unos ojos enormes y asustados. Se acercó a TaeHyung y le agarró el brazo con fuerza, intentando hacerle parar. El agua que pasaba por su cuerpo le quemó un poco y se apartó del susto. Después vio que Nam estaba poniéndose rojo puesto que ya no podía aguantar más la respiración y decidió probar otra cosa con TaeHyung.
Se acercó de nuevo a él, poniéndose delante suya y suspiró.
—Estoy bien...—le dijo en un susurro mientras buscaba tocarle de alguna manera que no le hiciese daño. —Nam sólo quería conocer tus poderes...—su voz era calmada y relajante. Se exasperó un poco cuando la expresión en el rostro de su amigo no cambiaba pero después de unos segundos, pareció que le había escuchado desde algun lugar. Su ceño empezó a relajarse y su cuerpo se intentó calmar.
—Estoy aquí, contigo. Estoy bien...—JungKook se sintió lo suficientemente valiente como para pegar sus frentes y agarrar sus mejillas con cuidado. Sabía lo delicado que era cuando brillaba así por ello, su toque no fue más que un roce delicado. —Vuelve. Vamos TaeHyung. Vuelve conmigo. —aquello hizo que el brazo que estaba aprisionando a Nam se relajase y se cayese hasta su cintura. El agua de repente regresó a la laguna y el brillo de TaeHyung cesó. La respiración entrecortada de su amigo chocó contra la cara de JungKook, que continuaba pegado a él.
—Has vuelto...—le dijo cuando el chico se tiró a sus brazos y cerró los ojos. Perdió el conocimiento al instante.
Nam tosió sin parar y echó el agua que había tragado. JungKook mientras tanto cogió a TaeHyung en brazos y sin decirle nada a Nam se metió en el lago. El agua brilló superficialmente y Nam pudo apreciarlo por unos breves segundos. Después desapareció y lo único que quedó fueron dos chicos hablando en susurros, uno en los brazos del otro.

Akuana [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora