‡Malavenida‡

54 11 0
                                    

De acuerdo.
El chico estaba con un humor de perros.
Siguió andando delante de él todo el camino. TaeHyung a esas alturas ya no sabía adónde se estaban dirigiendo y tampoco confiaba mucho en el chico que parecía demasiado seguro de sí mismo. Sin embargo, mientras andaba a toda velocidad TaeHyung pudo fijarse en sus ropas. Eran de un blanco delicado que le quedaba muy bien con su pelo rosa palo y algunas partes de su conjunto eran vaporosos, dándole un aspecto de ensueño. Marcaba a la perfección el aspecto delicado y ciertamente premeditado que caracterizaba a todas las sirenas que vivían en tierra. Si bien él no tenía escamas a la vista pues sus mangas eran muy anchas y largas al igual que sus pantalones, ocultando cualquier escama o aleta que pudiera identificar su condición de ser acuático.
TaeHyung estaba alucinado y a la vez asustado. Ese chico se notaba que tenía toda la fuerza y amor propio que a él le faltaba. En ese preciso momento empezó a verle como un ídolo, un modelo a seguir.
—No voy a enseñarte la escuela. —espetó de repente aún con su tono malhumorado. —No sé tu horario así que no puedo enseñarte las clases a las que asistirás. —le explicó a continuación indignado. Parecía que ese tratamiento que él estaba recibiendo no era de su gusto, pero tampoco era su culpa. —Por eso te voy a llevar directamente a tu cuarto. —le dijo a continuación mientras iba más rápido si se podía. TaeHyung se replanteó si de verdad ese chico era un ser acuático, porque manejaba demasiado bien las piernas.
—Has tenido suerte y resulta que yo soy tú compañero. —comentó mientras llegaban a una zona que parecía un túnel. TaeHyung lo miró algo desconcertado pues no entendía qué hacían unas habitaciones de estudiantes en una cueva. Pero se retractó de pensar más cuando al entrar vio que las paredes en su mayoría estaban cubiertas de agua salada. Se le cortó la respiración al pensar en el peligro que él y su piel corrían ahí, pero no dijo nada. El chico continuó andando y pudo ver diferentes partes de la cueva. Aquello debía ser como una zona de recreo o para estudiar pues entre las paredes de agua aparecieron sirenas persiguiéndose unas a otras. TaeHyung se paró frente a ellas para observar sus preciosas colas cubiertas de escamas brillantes. Aquél brillo no se parecía en nada al de las alas de las hadas. Si bien eran ambos hermosos, las sirenas tenían una belleza más delicada y misteriosa, mientras que las hadas eran más naturales y tranquilas. Supo que su boca estaba abierta de par en par cuando las dos sirenas que estaban jugando se acercaron y se rieron de su expresión. Unos segundos después, saltaron fuera del cubículo de agua (que se mantenía así gracias a un hechizo) y aterrizaron a unos metros de él y el otro chico. En ese momento TaeHyung sí que se quedó boquiabierto. Nada más salir del agua su cola había desaparecido y se había transformado en piernas en menos de un segundo. Si bien lo que no había cambiado era la ropa, que en ese momento estaba empapada y era muy parecida a la del chico-guía. Era blanca, delicada y vaporosa, aunque en ese momento parecía incómoda por cómo se les estaba pegando a su cuerpo por la humedad.
Se acercaron a ellos y TaeHyung tragó saliva intentado mantener la calma. Nunca había visto a ninguna sirena en su estado acuático y tampoco su transformación. Había sido alucinante.
—¡Hola Jin! —dijo uno de ellos. Cuando ya estuvieron cerca, TaeHyung pudo darse cuenta que eran más pequeños que él, puede que de primero como JungKook.
—Hola chicos. Vamos, rápido. No asustéis al nuevo...—y con eso los dos chicos se alejaron riendo un poco por lo bajo. TaeHyung se sintió mal porque Jin pensase que era un miedica, pero tampoco hizo nada para remediarlo.
—No sabía que las sirenas podían transformarse tan rápido. —le comentó después cuando continuaron andando hacia su cuarto. Jin continuaba caminando delante de él, guiando su paseo.
De repente se rió de manera irónica y le miró por encima del hombro como si estuviese haciendo una broma.
—¿Lo dices en serio? —TaeHyung asintió después de esa pregunta. El otro pareció algo dubitativo sobre la respuesta y sobre todo porque TaeHyung no tuviese idea de nada. —Es un hechizo. Es la misma magia que hace que el agua se mantenga ahí y no entre aquí dentro. A veces pienso que esto es un acuario por cómo lo han hecho...—TaeHyung miró alrededor y río feliz, liberando un poco su tensión. Jin le dirigió una última mirada y después continuó con su caminar rápido.
—Aún así, es increíble, me gusta mucho este sitio. Pero es verdad que parece la sección de medusas del zoo. —respondió un rato después cuando vio un pequeño arrecife de coral en dónde había varias chicas en su forma acuática recogiendo flores y piezas del mismo. Parecía que querían usarlas como decoración para sus cabellos larguísimos.
—Te acabas acostumbrando y al final no es tan increíble, como tú dices. —TaeHyung se quiso acercar más para ver lo que estaban haciendo aquellas sirenas. Si bien era cierto que la estancia simulaba un acuario, no le quitaba la belleza y el misterio característico de esos lugares. TaeHyung sólo había tenido la oportunidad de ir un día al acuario de una ciudad cercana. Cierto era que casi nunca salían de su hogar pero aquél día sus padres decidieron llevarles a conocer un poco sobre sus parientes lejanos: las sirenas. Por ello, eran de las pocas criaturas que TaeHyung conocía de antemano.
—Vale, este es nuestro cuarto. —la habitación fue abierta por Jin que parecía ya menos malhumorado de lo que había estado antes. La habitación, al igual que toda la cueva, estaba pintada con un tono azul marino muy oscuro, manteniendo la penumbra en el lugar. Además, las pocas luces que había tenían formas de medusas iridiscentes. No había mucho más a parte de dos escritorios en cada pared y dos camas pequeñas colocadas al lado de los escritorios. Una cama tenía sábanas colocadas limpiamente y la otra las tenía encima del colchón sin hacer. Supuso que esa sería la suya, así que tiró su mochila y se sentó. La cama rebotó un poco con su peso y suspiró por lo cansado que estaba.
—Esta es mi zona de la habitación, así que no toques nada. —le indicó mientras apuntaba a su cama pulcramente hecha y su escritorio con algunos libros. TaeHyung asintió entendiendo qué no debía hacer y qué sí. Después de dejar su mochila se acercó a donde deberían haberse encontrado las ventanas. Allí únicamente había de nuevo agua marina. Había dos pequeñas aberturas desde los pies hasta casi la cabeza, aunque un poco estrechas, para que una sirena pudiese saltar y transformarse en cualquier momento del día o de la noche.
—Supongo que no tengo que explicarte para qué es eso, ¿No? —preguntó de manera irónica.
—Para hidratar la piel. —contestó algo cohibido TaeHyung mientras se acercaba a la ventana. Ésta tenía los bordes rocosos, simulando que se trataba de una cueva.
—Pues venga, —dijo a continuación moviendo sus manos para acercar el agua a él. —seguro que estás seco.
TaeHyung se intentó alejar y negó repetidas veces, sin embargo y aunque intentó apartarse, no pudo evitar que el agua tocase su brazo izquierdo. Al instante salió una nube de vapor y un grito gutural de su garganta. Cayó al suelo del dolor y después se apartó de Jin medio llorando. No quería que le viese llorar, no ese chico, no quién le había hecho daño. Salió corriendo sin saber qué hacer o cómo explicarlo y buscó la manera de llegar de nuevo a la superficie. Después de correr por los pasillos consiguió ascender hasta salir de aquella cueva y corrió como si no quisiese que le vieran. Corrió y corrió lejos de aquél lugar al que ya no quería volver.
No llevaba ni un día y ya le habían hecho daño.
Corrió y corrió sin mirar hacia donde iba hasta que chocó con alguien. Aquél personaje se quedó estático mientras que él acabó en el suelo llorando. La persona con la que había chocado le ofreció una mano y TaeHyung le miró asustado mientras se sujetaba el antebrazo.
—¿Estás bien? —TaeHyung se ocultó el rostro avergonzado porque otro chico le viese llorar, pero es que le dolía horrores la quemadura y juraba que estaba viendo estrellas detrás de sus párpados. —¿Qué te ha pasado? ¿Cómo te has hecho eso? —la voz calmada parecía realmente interesada en lo que le ocurría, sin embargo TaeHyung no podía evitar sentirse patético. El otro chico, sin darse cuenta, le acabó inspeccionando de arriba abajo.
—Es una quemadura muy fea. —añadió haciendo un ruido con sus labios. En ese momento TaeHyung se destapó un poco, lo suficiente para ver el rostro pálido del chico en frente suyo.
—Sé mucho de quemaduras, si quieres te puedo ayudar con esa. —TaeHyung no dijo nada pero pareció como una afirmación para aquel chico. Le levantó con cuidado del suelo y le agarró el brazo derecho que estaba bien. Le guió por una zona hasta que entraron de nuevo en el edificio donde se había despedido de JungKook y las hadas. Sin embargo, en vez de subir las escaleras anchas e interminables se dirigieron hacia la izquiera. Cuando atravesaron varias partes y habitaciones llegaron de repente a una zona oscura y cubierta por tonos rojos y negros. TaeHyung se asustó por un momento y ahogó un sollozo.
—Ven, mi cuarto está por aquí. —le indicó el chico, que era ciertamente más bajo que él. TaeHyung le siguió en silencio esperando que no le hiciesen daño de nuevo. —Entra. —le dijo mientras abría una puerta muy alta y roja. Él entró no queriendo llevarle la contraria y esperó mientras el otro rebuscaba entre sus pertenencias. —Siéntate en mi cama. —Vale, si había algo de lo que TaeHyung no se había dado cuenta hasta ahora era de la enorme habitación en la que se encontraba. Tenía una cama doble con dosel de tonos negros, las paredes estaban adornadas con candelabros complicados y las ventanas estaban tapadas con preciosas cortinas largas y lisas. Le recordó por un segundo a aquella sección tétrica del tren y tragó saliva de nuevo. Aquellas criaturas no le inspiraban confianza...
—Vale. —dijo el chico mientras se acercaba a él. Se sentó a su lado en la cama y dejó algunos algodones con ciertos botes y algunas vendas. Volcó el bote con líquido rojo en el algodón y le pidió si le podía dar su brazo herido. TaeHyung le miró con poca confianza y le extendió el brazo con lentitud. El otro lo recibió con delicadeza y lo dejó en su pierna.
—Esto probablemente te va a doler. —le indicó mientras rozaba con el algodón su quemadura. No pudo evitar apretar los dientes por el dolor horrible que sintió. Apretó su puño y soltó un leve gemido de dolor. —Nunca había visto una quemadura así...—susurró su compañero. Después apartó el algodón y lo mojó un poco más volviendo a ponerlo en la herida. Esta vez dolió un poco menos pero le hizo apretar sus dientes de nuevo. —¿Cómo te lo has hecho? —preguntó mientras apartaba el algodón y cogía las vendas. Empezó a rodear su quemadura con delicadeza y con cuidado de no tocar más la herida. —Tal vez tengas que ir a la enfermería. Nunca había visto una quemadura tan fea...—le explicó. TaeHyung se quitó las lágrimas que se habían quedado en sus mejillas. Después sonrió agotado y asintió.
—Solo necesito tener un rato mis plantas medicinales y se quitará en unos días...—dijo en un susurro ya que su garganta se había cerrado por el lloro. El otro asintió sin decir más. —Muchas gracias. —contestó a continuación.
—Nada. —respondió encogiéndose de hombros.
—Soy TaeHyung...—se presentó mirando cómo había sido envuelto su brazo de manera delicada por los dedos habilidosos de aquella criatura.
—Yo Min YoonGi. —se presentó sin muchas ganas. —Tercero en la línea sucesoria de la familia Min y todas esas mierdas burocráticas...—dijo desganado. —Supongo que no te interesan.
—Eh...—intentó responder pero el otro le miró rápidamente cruzándose de brazos.
—No voy a hablarte de mi familia. Esto no es una clase de Historia. —y con aquello se levantó de su cama y se sirvió un vaso de líquido rojo. TaeHyung supuso que era salsa de tomate. —Supongo que eres nuevo, ¿No? —preguntó apoyándose en su inmenso escritorio. Desde ahí parecía un depredador que en cualquier momento iba a saltar sobre él y devorarle.
—Eh...sí. —susurró algo cohibido por aquella mirada que juraba que se había vuelto roja por un segundo. Tomó un sorbo de su líquido rojo y suspiró. —Nunca había visto una criatura como tú...—le dijo avergonzado.
—Yo tampoco había visto a alguien como tú, la verdad...—respondió pensativo. —Ni siquiera en los libros...
—¿Y qué eres? —le preguntó a continuación con curiosidad en sus ojos.
—Un vampiro. —afirmó orgulloso pero completamente desganado.
—¿Y qué hacen los vampiros? —dudó a continuación. De nuevo YoonGi imitó la mirada de sorpresa e incredulidad que había hecho Jin hacía unos cuantos minutos. Sus cejas se perdieron en su flequillo blanco platino y TaeHyung se sintió incómodo.
—¿No sabes nada de los vampiros? —cuestionó a continuación sin poder creérselo. El otro negó sin entender por qué todos actuaban tan sorprendidos por su desconocimiento sobre las criaturas. Para su familia aquello era normal y por eso le habían enviado allí.
—Pues tenemos visión nocturna, nos alimentamos de sangre, tenemos un oído fino, mucha fuerza, velocidad...—empezó a enumerar con los dedos con una expresión más animada. —Nos podemos transformar en murciélagos, vivimos doscientos años...
—Guau...—contestó el otro sorprendido y sonriendo. Parecía que la perorata que le estaba contando el vampiro le había hecho olvidar su horrible quemadura.
—Ah, y nos quemamos con el sol. —añadió tranquilamente. —Por eso siempre vamos vestidos de negro y llevamos sombrillas para no quemarnos. Además de guantes y mascarilla, ya sabes...
—Eso tiene que estorbar mucho. Siempre ir tapados hasta el cuello...
El otro rió un poco y TaeHyung se sorprendió por aquél gesto. Ver a un ser pálido, serio y sin prácticamente vida soltar una emoción tan alegre le hizo sonreír un poco.
Al menos aquél ser no había resultado ser tan horrible cómo había supuesto en el tren.

Akuana [SIN EDITAR]Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon