‡Agua‡

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NamJoon corrió hacia donde estaban sus amigos para ayudarles en todo lo que pudiera. Se había encontrado con algún que otro humano por el camino pero había podido esquivarlo sin complicaciones. Había escuchado, al igual que JiMin, todo el alboroto que se había formado alrededor de TaeHyung y había decidido acercarse para ver lo que sucedía. Una vez descubrió que se trataban de sus increíbles amigos no dudó en salir corriendo hacia ellos aunque realmente les separase una larga distancia. Sin embargo, vio todo lo que estaba sucediendo a cámara lenta: Jin y JiMin atacando sin parar al nuevo grupo de humanos que se abalanzaban sobre ellos con mayor ahínco y a JungKook y TaeHyung abrazados como si fuese el fin del mundo.
Realmente lo que JungKook estaba intentando hacer era despertar a TaeHyung. Anteriormente ante aquellas situaciones, había metido a TaeHyung en su elemento y el chico habría vuelto en sí al cabo de unos minutos, pero ahora no quedaba rastro del agua dulce de su lago. No había nada que pudiese hacer por él en aquél lugar. Sólo llorar y esperar porque despertase como tantas veces había hecho antes, sólo le quedaba esperar porque volviese con él. Respiró hondo en el cuello de TaeHyung, adorando su aroma como siempre y el chico acuático pareció recobrar el sentido. JungKook le apartó de su cuerpo para vislumbrar aquellos ojos oscuros que tanto le gustaban. TaeHyung estaba pálido y tenía la cara llena de brechas y pequeñas aberturas luminosas, pero había abierto los ojos, respiraba, estaba vivo. JungKook no pudo evitar sonreír de alivio y se quedó mirándole importándole poco que estuviesen en medio de una batalla. TaeHyung imitó su gesto ligeramente, dejando relucir una tímida y cansada sonrisa entre sus secos labios. Después a JungKook le pudo la emoción, la sensación de que todo iba a estar bien de nuevo y volvió a abrazarle con cariño y añoranza. Se hundió en el pecho de su amigo y éste levantó sus temblorosos brazos para devolverle el gesto. Se movía con lentitud y su pecho sonaba ruidoso con cada respiración. JungKook comenzó a llorar sobre su ropa de manera desconsolada, pero después el cuerpo débil de TaeHyung tembló con un espasmo enorme que asustó al chico lobo. Las brechas comenzaron a abrirse más, como si la piel fuera un cristal fino y delicado. Mayores aberturas se crearon, mayor luz salió de ellas y JungKook no pudo evitar temer lo peor. No sabía qué estaba pasando ni si aquello era buena o mala señal. Contuvo la respiración mientras enterraba su nariz en el pecho de TaeHyung. Tenía miedo de respirar y que el chico se rompiese. Sin embargo y a pesar de esto, le tocó los hombros y le rodeó la espalda ligeramente con sus manos llenas de sangre y sucias, buscando crear un gesto reconfortante para el chico. Entonces el cuerpo de TaeHyung cayó como peso muerto sobre el suyo. Sus brazos que habían intentado rodearle anteriormente perdieron la poca fuerza que tenían. Éstos y el resto de su cuerpo estaban helados y empapados en sudor frío. Nada en su cuerpo producía calor. Toda la calidez que envolvía a TaeHyung había desaparecido y parecía que sólo había quedado la frialdad de la noche, la crueldad del invierno y la ventisca de la soledad. ¿Dónde estaba TaeHyung? Ése no era su TaeHyung. Abrazó su cuerpo con mayor fuerza y metió la nariz en su cuello, pero para su sorpresa el olor que tanto amaba ya no estaba ahí. Había desaparecido. El dulzor característico del chico había muerto junto con su calor. Al pensar en la simple palabra a JungKook le provocó un torbellino en todo el cuerpo y sus manos decidieron mantener el temblor un rato después.
Ante el pánico que parecía querer asfixiarle, gritó por ayuda.
—¡Jin! —gritó desesperado. —¡Jin, TaeHyung está helado! ¡No sé qué hacer! —Jin le observó por unos segundos y después se quedó quieto. No atacó a humanos y su vista se centró en las rajas que iban creciendo poco a poco por el cuerpo de TaeHyung. Pareció comprender algo y después se dió la vuelta y continuó luchando. JiMin observó todo lo ocurrido y sin decir nada, le imitó. No podían hacer otra cosa.
—¡Tenemos que hacer algo, sino...! —pero decidió no acabar la frase por miedo a lo que iba a decir a continuación. ¿Qué iba a ocurrir de todas maneras a continuación? ¿TaeHyung moriría? ¿Ellos morirían?
Tragó saliva y apretó a TaeHyung aún más, para que pudiera transmitirle un poco de su calor al cuerpo moribundo del chico. Sin embargo, ante la vista de todos y para sorpresa de la gran mayoría, el cuerpo de TaeHyung cedió de repente. Las brechas terminaron por abrirse y toda la complexión de TaeHyung se transformó en agua turquesa que brilló por unos segundos. Cuando desde las manos de Jungkook cayó toda el agua que anteriormente había sido TaeHyung sintió su cuerpo desfallecer. Observó desde el suelo el agua, ya sin brillo y completamente normal. Ahora podría incluso beberla sin problemas. ¿Cómo era aquello posible? TaeHyung, su TaeHyung se había convertido en agua. Y esa agua le había empapado la ropa, había rozado sus dedos de manera esquiva y había terminado en el suelo. Tocó el suelo, sintiendo el agua ligeramente caliente y después soltó un grito ensordecedor. Sintió su cuerpo quemar y romperse en miles de pedazos. Jin y Jimin comenzaron a llorar sin parar y entonces supo que aquello era real.
TaeHyung había muerto.
Estaba claro como el agua.
Sintió sus manos temblar, su cabeza volverse un huracán de emociones, sentimientos encontrados y dolor, mucho dolor. Sintió su estómago querer salir, sintió sus músculos saturados y su cuerpo parecía querer explotar.
—¡¿Qué ha ocurrido?!—un voz externa sonó en algún lugar pero JungKook ya no sabía nada. Ya nada tenía sentido.
La realidad era que NamJoon había conseguido llegar hasta ellos. Lo que más le sorprendió al verles fue la escena en general. JungKook estaba tumbado en el suelo, empapado por agua y tocando el suelo con delicadeza donde había un enorme charco de agua. Después vislumbró a los otros dos que moqueaban y lloraban mientras intentaban repeler a los humanos que se acercaban demasiado. NamJoon no sabía qué hacer ni cómo controlar la situación. Pocos minutos después JungKook perdió el conocimiento en el suelo y entonces fue cuando NamJoon perdió los estribos. JiMin y Jin estaban al límite y a punto de explotar por el sobreesfuerzo. Debía hacer algo para arreglar la situación, debía frenarla, arreglarla. Pero, ¿Qué podía hacer?
Observó su entorno en busca de alguna oportunidad, alguna pista, alguna manera de salir de allí con vida. Se cogió la cabeza con ambas manos y se desesperó por unos segundos puesto que no encontraba la manera de encontrarle solución.
Sin embargo y a su costa no pudo seguir compadeciéndose sobre sí mismo ya que una bola de fuego impactó en un costado de Jin. Con fuerza y agilidad consiguió cogerle a tiempo y resguardarle de los tiros que JiMin intentaba desviar con su elemento. Ya que el fuego y el aire eran más que amigos no era de extrañar que cada vez que JiMin intentaba apagar las múltiples bolas, éstas ardían con mayor fervor que la anterior. Todo parecía de ir de mal en peor y no veía manera de escapar de aquello. Tumbó a Jin boca arriba en el suelo y le preguntó por lo que había ocurrido. Se había perdido todo por haber estado esquivando a humanos e intentando entrar en aquella pequeña esquina en dónde les estaban atacando.
—TaeHyung...—murmuró Jin mientras lloraba desconsolado y apretaba los dientes por el tremendo dolor. —Ha muerto, ha desaparecido, se ha transformado en agua. —entonces NamJoon miró el enorme charco sobre el que JungKook estaba acostado. No podía ni imaginarse que aquello fuese TaeHyung. No tenía sentido...
Respiró hondo tapándose la boca y dejando caer las lágrimas silenciosas por sus mejillas. El chico no merecía morir aquí, en una batalla, una guerra. ¿Por qué querían matar a los akuanas con tanto ahínco? ¿Era aquello una venganza por todo lo que había ocurrido siglos atrás? ¿Todo se reducía a eso?
De repente, una enorme bola de fuego impactó sobre JiMin, dándole en algunas de sus alas. El chico salió disparado hacia atrás y cuando cayó al suelo un cuerpo extraño se le acercó. Al parecer era HoSeok. El chico había conseguido sobrevivir y escapar de toda la locura que se estaba desarrollando a su alrededor. Esperó por unos segundos y entonces miró a Jin quejarse. JungKook estaba desmayado y delante suya había dos hadas...
Había una oportunidad.
Se colocó a Jin en la espalda y le llevó corriendo hasta donde estaban las hadas murmurando. Cuando se puso a su lado sentó a Jin y comprobó cómo estaba JiMin. El chico estaba agitado y agotado. No podía mover la mitad de su cuerpo ya que estaba chamuscada, pero parecía estar vivo y más o menos bien. Aquello le dió tanto buenas como malas noticias.
—Tengo un plan. —le anunció contento. Todos giraron sus cabezas para escuchar lo que tenía que decirles. Incluso vio un pequeño brillo en los ojos de HoSeok. Suponía que era esperanza. Cogió aire. —Podemos irnos de aquí volando.
—Pero... —dijo JiMin quejándose y NamJoon le acalló con una mano. El chico cerró sus labios y asintió.
—HoSeok, tú te llevarás a SeokJin de aquí y JiMin a JungKook. —les ordenó. HoSeok se colocó al lado de la sirena y empezó a prepararse para echar a volar con él a cuestas.
—Pero, ¿tú...?—se quejó Jin cansado y semi-inconsciente.
—El fuego no me afecta igual. Podré escapar de sus armas. He conseguido llegar hasta aquí sin un rasguño, conseguiré salir. —HoSeok y Jin le miraron de reojo sin creerlo del todo. Parecían no estar seguros de aquél plan pero sabían que era su única salida. Sin mucho más que decir HoSeok echó a volar llevándose a la sirena y JiMin les cubrió para que ningún humano les viese y decidiese atacarles con su arma. NamJoon sonrió con pena mientras se acercaba a JiMin y le ayudaba a levantarse.
—Tú turno. —le dijo mientras le agarraba de la cintura para que caminase hasta donde estaba JungKook. Cuando alcanzaron al chico lobo se quedaron pensativos y vieron a los humanos avanzar hacia ellos con ira. JiMin se acercó un poquito más a su cuerpo y disfrutó de su calor corporal un poquito más tiempo de debido. NamJoon se habría sonrojado de haber sido una situación normal, pero estaba sintiendo tantas cosas al mismo tiempo que se sentía agobiado.
Con pena y desánimo apartó al hada con delicadeza y lo acercó a JungKook, quien seguía sin moverse. JiMin le dedicó una sonrisa llena de sentimiento mientras cogía a JungKook entre sus brazos. Con aquello NamJoon podría vivir y ser feliz el resto de sus minutos con vida.
Cuando se dedicaron una última mirada para despedirse al fin, JiMin intentó volar pero la parte de su cuerpo quemada no respondía. Sus alas ni siquiera hacían el amago de moverse. Sus ojos se abrieron como platos ante la situación y miró a NamJoon con pánico. El mago imitó su expresión sin entender nada y se acercó a ellos con rapidez. Tenían a los humanos prácticamente encima.
—¿Qué ocurre? —le preguntó comprobando las heridas del chico.
—Mis alas no me responden...—dijo agarrando con mayor fuerza a JungKook, que estaba apoyado en su pecho y durmiendo profundamente.
—¿Qué? —aquello casi hizo que NamJoon se cayera hacia atrás. No, no, no. ¡Debía salvarlos, a los dos!
Se quedó paralizado unos segundos hasta que dos humanos gritaron que habían visto a dos criaturas volando por el cielo. Entonces la mitad de los que los estaban rodeando se dieron la vuelta para perseguirles. Poco después se escucharon unos estruendosos disparos y un enorme golpe. NamJoon se puso a llorar en silencio sabiendo que había condenado a todos sus amigos.
JiMin entonces se acercó y dejó a JungKook apoyado en el suelo, cuidando de que no se hiciera más daño. Quitó las lágrimas de las mejillas del mago con cuidado con una sonrisa triste pero conocedora. Su expresión era cansada y de derrota. NamJoon se dejó hacer y disfrutó de las caricias hasta que terminaron.
—Se acabó. —le dijo JiMin bajando sus alas hasta que éstas habían prácticamente desaparecido detrás de su espalda. NamJoon le colocó ambas manos en su cara y juntó sus frentes, respirando profundamente.
—Intentaré que salgáis de aquí. —declaró acercándose a los humanos y levantando sus manos. JiMin gritó para intentar convencerle de que no servía de nada luchar. Pero aún así, él quería intentarlo. Jamás se perdonaría una derrota como aquella.
Sintió las bolas de fuego ir en su dirección en cuanto se presentó como blanco fácil para los humanos. Intentó atraer la fuerza del fuego a sus manos y acumular la máxima posible. Sin embargo fueron tantos los disparos que las bolas de fuego se fueron amontonando y creciendo entre sus manos que llegó un momento que no podía sostenerla más, que esta a punto de explotar. NamJoon movió su cuerpo y buscó la manera de que aquello no hiciera daño a nadie pero se le fue de las manos. Al ver que NamJoon estaba teniendo problemas con su elemento los humanos continuaron disparando hasta que a NamJoon se le cayó la bola de fuego gigantesca al suelo. Ésta tenía perfectamente el tamaño del Comedor de la Escuela y cuando tocó el suelo todo a su alrededor salió propulsado en una enorme ola de calor. Todos fueron disparados en diferentes direcciones y con ellos trozos de suelo, rocas, árboles y muchos otros objetos que podrían matarles.
En ese momento, se acabó la batalla. En ese momento se perdió por ambos bandos y se ganó por ambos bandos a la vez. Unos consiguieron acabar con el akuana y otros consiguieron acabar con los humanos. Los objetivos se cumplieron pero, ¿hay, acaso, ganador o perdedor? ¿Ambos ganadores? ¿Ambos perdedores?
¿Es el fin de la historia?

Akuana [SIN EDITAR]Onde histórias criam vida. Descubra agora