Búsqueda del pasado

26 5 0
                                    

Los días comenzaron a pasar con mayor pereza y tranquilidad de la que JungKook esperaba. Quería que todo estuviese patas arriba después del descubrimiento de JiMin y esperaba que a su vez NamJoon intentase conocer más sobre aquél misterioso personaje de abrigo de plumas negras. Sin embargo, todo había surgido al contrario de cómo había esperado ya que los chicos ni siquiera se habían enterado de que había perdido aquél cuchillo tan interesante de procedencia marina. Estaban tan nerviosos revisando y revisando antiguos apuntes de supuestos casos en los que habían creído que habían encontrado a los chicos que no tenían tiempo ni fuerzas para otra cosa. Además que JungKook estaba malhumorado con NamJoon así que se había abstenido de tan siquiera ayudar a organizar todo de nuevo. Simplemente había decidido sentarse a mirarles entrar en desesperación por tomar una decisión.
Lo cierto era que desde el día que JiMin había encontrado a ese supuesto HoSeok habían concordado ir a buscarlo a la mañana siguiente, simplemente para confirmar que había sido real. JungKook fue en aquella ocasión a la ciudad, al mismo puesto donde JiMin le había visto el día anterior y como se esperaban, no apareció en todo el día. Estuvieron toda la mañana y tarde sentados en frente de aquél puesto. Incluso JiMin acabó conversando con el hada que llevaba aquél negocio, buscando alguna pista, seguimiento, característica que encajase con su antiguo amigo. La criatura parecía no haber visto a nadie con el cabello pelirrojo o si lo había hecho había sido tan efímero el momento que casi no podía recordarlo. JiMin volvió a ellos apesadumbrado. JungKook, por su lado, con el paso de los minutos y las horas notó que toda la emoción que había sentido anteriormente se desvanecía. No entendía cómo JiMin podía haber estado tan seguro esa vez cuando él había sufrido visiones parecidas a las suyas.
JiMin no era un hombre lobo como él, pero de cualquiera de las maneras, también sentía, amaba y soñaba con recuperar algo que hacía seis años que habían perdido, exactamente igual que él. Alguna vez habían tenido que dormir juntos para evitar que el otro se levantase en plena noche e intentase atentar contra su propia vida. Incluso había habido ocasiones que se habían encontrado mutuamente hablando con la nada, recreando a sus seres queridos en un intento de hablar con ellos una última vez. Él lo había pasado peor que los otros dos, lo sabía, y por eso también sabía que no querían que recayese en algo como aquello. Había sido tan duro, complicado y tedioso sacarle de la depresión en la que se había hundido que había noches que se quedaba al borde del agujero del que le habían sacado. Lo observaba desde donde se encontraba y a veces extendía los brazos para sentir la desesperación correr por sus venas y miembros. Normalmente sentía aquella sensación con mayor fuerza las noches de luna llena, en las que se recluía por iniciativa propia. Lo pasaba mal, sabía que todavía no lo había superado porque de ser así, dejaría de ver a TaeHyung en el bosque. Dejaría de imaginárselo rodeando su cuello o acurrucándose sobre su pelaje negro y espeso. Olvidaría por fin el color de su pelo y dejaría de buscar el resplandor de su magia. Si hubiese superado a TaeHyung no estaría hundido en su cuarto llorando en silencio después de un día desdichado en donde habían casi llegado a la conclusión de que JiMin podría haberse equivocado. De que el HoSeok que había visto en el mercado no había sido otro que un hada con el cabello rojo tomate.
Una vez que estuvo unas horas mirando y observando los movimientos de sus dos compañeros decidió encerrarse en su cuarto para dejar salir las emociones que se tragaba para no preocuparles. Les escondía tantas cosas, tantos sentimientos. Se lo tragaba todo con la intención de no hacerles daño, de no suponer una carga.
Levantó la cabeza de la almohada cuando el olor de JiMin alcanzó su olfato. El chico no tardó en entrar en el lugar con un portazo que hizo que temblase la inestable base de metal. El sonido fue tal que JungKook se quejó ligeramente.
—JungKook, voy a patrullar. ¿Te vienes conmigo? —preguntó ahogado y con los ojos rojos. JungKook le observó por unos segundos y después suspiró cansado de todo.
—No va a aparecer, JiMin...—susurró con voz ahogada y ronca por el lloro. El otro contuvo su respiración y desde donde se encontraba JungKook pudo notar su frustración. Estaba claro que no había ido hasta allí para recibir un no por respuesta.
—Me dijiste que habías visto a TaeHyung. —le dijo con las manos en pequeños puños. La mención de aquél nombre hizo que JungKook levantase las orejas y a su vez se levantase casi de un salto de su pequeña cama. —Enséñame dónde está. —le ordenó conteniendo sus lágrimas. —Quiero verlo.
—Pero, JiMin...—empezó a quejarse cansado. No veía sentido a todo aquello. Era evidente que estaba derrotado, que NamJoon y él habían concluido la tediosa investigación y ésta no había dado resultados positivos. Estaba claro que buscar algo que sólo vivía en su cabeza no serviría de nada y sólo empeoraría las cosas. No quería que JiMin sufriese más.
Le había costado, pero finalmente había concluido que era muy posible que ese TaeHyung mayor, de cabello turquesa y que no brillaba era producto de su imaginación. Debía ser así, o al menos debía imaginarse a TaeHyung en una persona parecida a él ya que esos humanos habían sido asesinados y aquél cuchillo se lo habían robado hacía unos días. Aquellas eran pruebas irrefutables que ninguna de sus visiones había podido siquiera alcanzar. Ellas normalmente se acercaban a él, recreaban a TaeHyung tal y cómo había muerto, con la edad de quince años, a punto de cumplir dieciséis. Le decían cosas bonitas, le susurraban que le querían, le alentaban a que terminase con todo y se reuniese con él en donde sea que estuviese. En más de una ocasión JungKook estuvo a punto de hacerlas caso. Daba muchas gracias por haber tenido a NamJoon y a JiMin a su lado en aquellos momentos.
—¡Vamos a patrullar! —le gritó a continuación desesperado. JungKook se levantó al completo de su cama y se acercó con cautela al cuerpo tembloroso del hada.
—¿De qué va a servir? —le dijo con una voz delicada y calmada. —JiMin, son producto de nuestra imaginación...
—¡No, le vi! ¡Fue demasiado real como para haber sido una visión! —JungKook suspiró apesadumbrado y le rodeó con sus brazos. JiMin no había crecido mucho después del incidente y en cambio él había pegado un estirón enorme, lo que suponía que le sacaba alrededor de dos cabezas. Aún así, el hada decidió relajarse un poco y se tumbó en su pecho y se dejó hacer mientras el chico lobo le rozaba las alas con delicadeza y cuidado. Era algo que solían hacer cuando el otro entraba en una crisis: caricias. Por alguna extraña razón el primero de los dos que había desarrollado afición por las caricias tranquilizadoras había sido él, atraído por los recuerdos vidriosos de TaeHyung. Y finalmente, con el tiempo JiMin había sucumbido a la tentación de unas caricias bien delicadas y relajantes.
Se hundió en el pecho de JungKook buscando su tan conocido refugio.
—Creía, creía...por una vez...—JungKook asintió mientras le acariciaba el pelo rubio y despeinado.
—No pasa nada, yo también. —una sonrisa triste asomó los labios de JungKook. —Pero debemos ser fuertes. —contestó con calma. —Ellos, donde sea que estén, habrían querido que fuéramos felices o al menos lo intentáramos. —JiMin metió sus manos en el pecho fornido de su amigo, buscando calor reconfortante. —HoSeok siempre nos hacía reír, ¿Te acuerdas? —una pequeña risa asomó por los labios de JiMin que fue cubierta por las lágrimas que todavía continuaba derramando.
—Era un hada muy tonta. —dijo entre suspiros. —¿Qué clase de hada de la tierra le tiene miedo a los bichos? —una risa salió con tranquilidad de la garganta de JungKook y aquello hizo que la cabeza de JiMin temblase ligeramente. Ambos rieron con tristeza recordando todo lo que HoSeok era y había sido. Era tan triste y bonito a la vez, recordar a un ser querido como todo lo bueno que tenía.
—Por eso él nunca querría que estuviésemos así. —JiMin asintió con mayor convicción después de unos segundos.
—Debemos seguir luchando, sí. —respondió JiMin más animado. Parecía haber recuperado la vieja vitalidad. Cuando se separaron y JiMin le dió las gracias como siempre que le daba un bajón repentino. Hacía bastante tiempo que no le ocurría pero aún así a JungKook tampoco le sorprendía que hubiese vuelto a recaer.
—Vamos a dar una vuelta. —propuso a continuación más calmado. JungKook asintió sin poder negarle nada. Había estado toda la tarde encerrado entre sus cuatro paredes, puede que un poco de aire fresco le viniese bien.
Ambos salieron del edificio oxidado y con pesadez y desaliento se dirigieron a la concurrida ciudad. JungKook realmente no tenía grandes esperanzas de encontrarse de nuevo con su visión, pero JiMin parecía todavía intrigado sobre aquél personaje que JungKook alegaba que era su amigo.
Caminaron con calma por las calles hasta que JiMin encontró de nuevo el puesto de fruta en el que se habían pasado varias horas esperando. No había mucha gente y de entre ellos, ninguno tenía el cabello rojo. Con aquello aclarado, JiMin se acercó para saludar a su dueño mientras que JungKook se quedó rezagado en una esquina. No pretendía ser maleducado pero tampoco quería volver a aquél sitio. En cierta manera estaba enfadado con esa hada por no poder recordar o mínimamente haberse fijado en el color de cabello de uno de sus clientes.
Respiró hondo frunciendo el ceño y miró sus pies. Al cabo de unos segundos una sombra enorme se colocó justo al lado de sus botas negras, inmóvil y silenciosa, casi como un fantasma. Levantó la mirada para encontrarse con aquella visión que pensaba no ver de nuevo. Sin embargo, allí estaba, delante de sus propios ojos heterocromáticos. Una figura casi igual de alta que él, delgada y elegante, enfundada en un enorme y afelpado abrigo de plumas negras. La capucha sólo dejaba ver su barbilla y sus labios. Éstos reflejaban una sonrisa burlona.
—Buenas tardes, lobo. —le dijo en tono juguetón.

Akuana [SIN EDITAR]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant