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Esta historia es cruda. Muestra una realidad cruel y áspera.
No esperes un cuento en donde dos chicos se enamoran y viven felices, no siempre acaba todo en color de rosas.
Kaeya tiene un secreto...
—No vuelvas a decir eso, si te matas entonces cerrarían las tabernas. —El más bajo comenzó a molestarlo de manera tierna, poniéndose a su lado y jalándole un mechón de pelo.
—¿Sólo te importan las tabernas? —respondió con algo de sarcasmo, intentando apartar la mano del más bajo.
—Y también... —decía el pelirrojo mientras aflojaba su agarre— si te matas, me pondría a llorar todos los días y... lo más probable es que también me mate, así iría contigo y ambos reencarnaríamos en niños nuevamente y volveríamos a criar una tortuga juntos.
Diluc se quedó helado, el de baja estatura estaba algo sonrojado por lo que había dicho, le había salido del corazón. Diluc, quien en un inicio quería apartar la mano del moreno de su cabello, apoyó su mano en esta, provocando que Kaeya lo mirara.
—Kae, a veces dices cosas tan estúpidas. —Le sonrió—. Yo también me mataría por el simple hecho de no estar contigo. Un mundo sin ti, no tendría sentido. —Cerró los ojos y volvió a su mirada seria—. Aunque por la estatura que tienes y por tu actitud tan infantil, lo más probable es que te olvide en pocos días.
—¡Diluc, no es mi culpa ser así! —Lo regañó.
—Disculpa, no hablo con duendes.
—Diluc, imbécil, detente o voy a golpearte.
—¿Te atreverías?
—¡Sí!
Después de compartir un pequeño pero adorable momento entre ellos, salieron de aquel lugar y se toparon con el rostro del joven de cabellos anaranjados sonriéndoles ampliamente.
—¡Finalmente salieron! —Tomó la mano del más joven con sutileza y la besó—. Sigues igual de divino, Kaeya.
El moreno no tardó en sonrojarse ante lo dicho y el más alto simplemente se limitó a gruñir y apartó bruscamente la mano del contrario.
—Sigue igual, simplemente se bañó y se colocó la misma ropa, ahora vete para allá y no vuelvas a tocarlo. —Lo tomó firmemente de la cintura y lo atrajo más a su cuerpo.
—Wow, parece que alguien es sobreprotector. —Volvió a su postura normal y colocó ambas manos en su cadera, mirando desde una distancia considerable a los dos jóvenes—. Con esa actitud tóxica que tienes, hasta pareces su novio.
—¿Eso te gustaría? —le susurró Kaeya al pelirrojo en el oído de forma divertida.
—Ay, cállate. —El dueño del viñedo se tardó en percatarse de lo dicho por el joven Nobile—. Y no, no, no. No somos novios, nos criamos juntos y somos "hermanos jurados", por así decirlo, nada más.
—Que muchachitos tan curiosos. —Zhongli, el cual se había mantenido en silencio hasta el momento, decidió hablar—. Los de Mondstadt son una ternura.
Los tres mayores miraban con ternura cómo el azulado agitaba sus brazos frenéticamente mientras repetía lo mismo, que él y Diluc no eran nada, causando que el pelirrojo aliviara su agarre y permitiéndole al azabache tomarlo rápidamente del brazo y sacarlo de allí.
—Basta de bullicio, la comida aguarda. —Enredó su brazo con el suyo y ambos comenzaron a caminar.
—¡Oye, devuélveme a Kaeya!
—Esta noche será larga. —Nobile, un poco confundido, solamente sonrió de lado y caminó detrás de ellos, mientras se arrepentía una y otra vez por haber aceptado el pagar toda la comida.
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