Capítulo 29.

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Las clases del día habían finalizado, Lan Wangji indicó con un gesto de cabeza a Wei Wuxian para que lo siguiera.

Wei Wuxian cumplió sin hacer preguntas. Sabía que algo no estaba bien.

No podían dirigirse al Jingshi para hablar ni mucho menos mostrarle la carta, Lan Sizhui se encontraba ahí y Lan Wangji no quería que nadie además de él estuviera presente cuando Wei Ying leyera la carta.

Armandose de valor extendió su brazo y entregó el papel a Wei Wuxian, quién había tomado asiento en una rama de árbol cercano en la montaña trasera donde se encontraban.

Wei Wuxian lo tomó y con el cuestionamiento en la punta de la lengua simplemente desistió cuando Lan Wangji dió un asentimiento con su cabeza y urgió a que tomara la carta nuevamente.

"Y esa fue la historia de Wei Wuxian, el Gran Maestro de la Cultivación Demoníaca..." Recitó el mismo Wei Wuxian con sarcasmo al leer el final de la carta que su hijo había escrito.

Las orillas de sus ojos enrojecidas por las lágrimas que luchaba por no dejar escapar.

Su respiración entrecortada y el punzante dolor de cabeza no se podían comparar al dolor que su corazón estaba sintiendo en ese momento.

No solo acababa de leer una vida tan trágica y espeluznante de la que cualquiera desearía escapar sin siquiera parpadear sino que también había aprendido que tener buenas intenciones no sirve de nada cuando no hay nadie a tu lado para apoyarte al tomar decisiones.

Si, la mitad de su segunda vida no fue mala.

Lan Zhan era su esposo y tenían un hijo. Estaba seguro de que era bien tratado y vivía cómodamente bajo el mismo techo.

Pero... ¿Los líderes de Secta Jiang? ¿Jiang Yanli? ¿Incluso Jin Zixuan? ¿Lotus pier quemado y en cenizas?

No había forma de que alguien como Wei Wuxian pudiera sobrevivir a ese dolor.
Era imposible.

Estaba seguro de que eso lo destrozaría si llegara a pasar. No puede entender como fue capaz su otro yo de seguir viviendo con esa culpa.

Menos puede entender cómo Lan Zhan terminó viéndose envuelto en esas situaciones por su culpa y aún así, después de todo jamás haber dejado de amarlo ni siquiera un poco.

Su mente se encontraba en una tormenta de emociones.

Ningún tipo de cultivo le preparó para manejar este tipo de situaciones.

Sus manos temblaban sin control y su vista estaba desenfocada, viendo la caligrafía en el papel desvanecerse lentamente frente a sus ojos y aparecer nuevamente ahí una y otra y otra vez.

Sin poder controlarlo un gemido leve de dolor escapó sus labios.

Su garganta se contrajo y en su vientre comenzaba a sentir  el torbellino que de avecinaba pero no podía hacer nada para controlarlo.

Sus dedos fueron incapaces de mantener el agarre en el papel más y lo soltó como si de fuego se tratase, un fuego tan intenso y mortal que intentaba acabar con él.

Intentó ponerse de pie, tambaleándose en el lugar.

A lo lejos pareció que la voz de Lan Zhan lo llamaba, incluso podía jurar que sintió un toque suave en su brazo, una corriente suave y fresca entrando por su piel, recorriendo su carne y mezclándose en sus venas.

Pero no era suficiente.

Las emociones en su corazón creaban una tormenta de tal magnitud que ni el mismo Wei Wuxian podía controlar sus extremidades ahora.

De cintas Lan a malentendidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora