Nuevos comienzos

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Natalia

La mañana siguiente de la reunión, me desperté muy temprano antes que la alarma hubiera sonado, cogí el móvil y en la pantalla el reloj exhibía las 5:00 a.m.
Creo que no dormí ni tres horas - pero sabia que por más que lo intentará no lograría volver a conciliar el sueño nuevamente.

Sentí un intenso dolor de cabeza, que provenía sin lugar a dudas de todo el llanto que había inundado mi alma el día anterior.
Estuve llorando sin cesar, no era capaz de precisar cuántas horas fueron, ni cuántos litros de agua abría derramado si los contamos en litros. Pero me deje vaciar, vaciar todo el dolor. Hasta que me rendí exhausta.

Con este nuevo día ante mis ojos, lo tenía claro, no podría evitar el dolor de la cercanía de Alba, sería una daga caliente que  atravesaría mi pecho día tras día, pero debería aprender a convivir con ese sentimiento y enfocarme en lo que ahora mismo requería mi atención y ese era el éxito laboral juntas. Solo debía ser la misma Natalia de estos años, decidida, arraigada, trabajadora, férrea, contaste e imparable. Conseguir que la gente se pegará de todo lo que sonará de mano de Alba y hacer que lleguemos hasta las estrellas.

Con ese pensamiento tomé las fuerzas para quitar un pie de la cama, me dirigí al baño, tomé una ducha eterna y revitalizante. Con el agua fluyendo sobre mi, las cálidas gotas recorriendo mi escultural cuerpo, fui dejando todo el pesar que sentía sobre mis hombros y al salir me sentí renovada.
Sentía que pese a todo, ahí seguía estando la brillante y talentosa Natalia Lacunza, esa por las que miles de artistas se agolpaban en la puerta del estudio con la sola esperanza que un día los escuchará y los lanzará a la fama que tanto insistían en perseguir.

Pero no tenía tiempo para más artistas, estaba bastante llena mi agenda por el momento y ahora tenía mi mejor y más nuevo proyecto en mente, y era en lo que ansiaba trabajar cuanto antes, dejando días, noches enteras si se fuese necesario para hacer el mejor de todos los trabajos que habría logrado hasta ahora, y eso era decir mucho, ya que la vara con que se media mi fama de la mejor productora era demasiado alta y estaba segura que con mi nueva artista la elevaría muchísimo más.

Terminé de secarme lentamente ahuyentando lo que quedaba de pereza de mi cuerpo y procedi a vestirme.
Decidí ir de manera informal, pero no por eso menos elegante que los demás días, por qué tenía la sensación que iba a ser un largo día en el estudio y no quería arrepentirme de llevar algo que no pudiera aguantar mas que un par de horas. Con esto en mente me decidí por una blusa color blanca escote en V, que llegaba al nacimiento de mis senos, un jean negro ajustado a mis largas y torneadas piernas, unos zapatos también blancos de tacones bajos para más comodidad, aunque tampoco necesitaba demasiado, ya que mi altura natural era de una modelo de pasarela.

No era un secreto que tenía más de una persona suspirando bajo mi sombra. Pero así de impresionante como era mi figura, así de lejana era para el resto de las personas, a ojos de los demás, me volvía inalcanzable, no solo por el hecho que muchos dicen que soy una mujer exquisita en todo sentido, desde cuerpo, belleza, talento e inteligencia, si no también por el hecho de que nunca volteaba a mirar a nadie, jamás se me conoció un romance, no se me vínculo con nadie en toda mi carrera, la gente se pregunta si realmente estaba sola o tengo a alguien muy bien escondido el cual todavía no habrían descubierto. Pero la realidad de mi  vida es algo que nadie llegaría a imaginar jamás. Simplemente no estoy interesada, desde hace ocho años seguía enamorada de la misma persona, y aunque quise conocer gente e intentarlo, nada más a la primera cita ya descartaba la opción.

Nunca nadie será ella- era mi pensamiento después de cada salida frustrada-.

Y después de un par de citas fallidas, simplemente dejé de intentarlo, no tenía caso querer engañar a mi corazón y nunca lo lograría, por lo que mi carrera se convirtió en el amor de mi vida y me he casado con él. Y así como estaba era feliz.

No sé necesita de una persona para sentirme completa- era una mentira que me repetía una y otra vez, y con el paso del tiempo hasta yo misma me la creí.

***

Alba

Me desperté asustada cuando sentí una mano tirando de mi.

Vamos pequeña, despierta yá- exclamó Maria en tono urgente-. Al parecer Había sido una noche muy larga, ya que Alba en los años que la conocía jamás se había quedado dormida, mucho menos si tenía trabajo que hacer.

Joder María, me asustaste hasta los huesos- dije entre confundida y enfadada-. ¿Qué hora es?- pregunté en medio de un bostezo que quise suprimir casi imposible de lograrlo.

Son más de las ocho Alba, en una hora debemos estar en los estudios- respondió mi amiga de manera serena-.

Oh, mierda, mierda, mierda- solté - y salí volando directa a la ducha o llegaría realmente tarde en mi primer día y eso no era algo que me iba a permitir, tenía que tener mi imagen siempre perfecta y sobre todo en esta ocasión.

Abrí el agua fría para lograr despertarme deprisa, recordando que en realidad había dormido de manera escasa y pausada, me pasé la mitad de la noche llorando, y la otra enojandome conmigo misma por permitirme aunque sea mínimamente sentir y dejar que todos los acontecimientos previos hayan calado tan profundo. Luché con mi dolor y mi insomnio y en algún punto de todo este caos me entregué a Morfeo, y vaya que me dejé llevar, ahora estaba apurada, atrasada y estresada.

Que gran inicio gillipollas- irritada conmigo misma en mis pensamientos-.

Salí a la velocidad del rayo del baño, está vez no tendría tiempo de producirme y de igual manera lo mejor era llevar lo más cómodo que tuviera en el ropero, no sabía cuántas horas estariamos hoy en el estudio y lo que menos necesitaba era agregar estrés a mí día por haber elegido un atuendo inapropiado.

Cogí unos pantalones cargo color caqui, una sudadera con capucha y bolsillos color negra, unas zapatillas bajas también negras y recogí mi cabello con un pañuelo negro y blanco dejando algunos mechones de cabello suelto al costado de mi rostro. Apenas un maquillaje imperceptible para esconder un poco las ojeras que me había dejado la larga noche y mis ojos todavía algo hinchados de tanto llorar.

Me contemplé en el espejo, me veía casual pero no por eso menos hermosa de lo que era, en realidad ese atuendo me quedaba muy bien también. Amaba ese estilo de ropa, era algo que usaba frecuentemente, me daba un estilo y marca propia.
Rara vez usaba vestidos, o cosas demasiado elegantes, solo cuando debía asistir a reuniones o eventos donde vestir de etiqueta era casi obligatorio, y disfrutaba del resto de los días, dónde podía ser yo misma, una joven sencilla, despreocupada y natural.

Me hice de dos tostadas y un zumo de naranja exprimido en la cocina de mi piso, los devoré casi de manera instantánea.

Fui a la sala, cogí mi bolso y con María colgando de mi brazo nos dirigimos a la salida.

Allá vamos- expresé con una mezcla de ansiedad y agonía-. No sabía decir cuál de los dos sentimientos era el que predominaba sobre el otro pero tampoco quise detenerme a pensar en ellos. Había mucho trabajo que hacer y para mi suerte eso me consumiría y alejaría de toda realidad. Por qué la música era eso para mi, un puente de felicidad en el que me perdía con cada melodía.

***

Desde la Primera vez (ALBALIA)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt