14 | Valentina

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Faltaban apenas un par de días para noviembre, lo que significa que mañana es 31 de octubre, o en otras palabras: el día de Halloween.

Con Bianca habíamos estado durante días pensando en el mejor disfraz que podíamos tener. Por la noche se celebraba una fiesta en una de las residencias de la universidad y uno de los requisitos para poder acceder era ir disfrazado. Ya teníamos nuestras entradas compradas desde hacía varios días y la única cosa que nos faltaba era acabar de comprar los disfraces.

Cuando expusimos nuestra idea a los chicos no nos costó mucho convencer a Fabio, a quien le gustó la idea. A Alessandro, en cambio, no le parecía convencer mucho.

—¿De verdad os queréis disfrazar con una máscara de "la purga"?

—¿Qué tiene de malo? —Pregunté.

—Anda vamos, no seas aguafiestas que ya lo hemos decidido —dijo Bianca sin remordimientos. Si no fuesen amigos y no los conociera, hubiera pensado que se llevan mal.

Es verdad que no le acababa de convencer nuestra magnífica idea, a pesar de que era muy buena. Bianca y yo íbamos a llevar unas medias de rejilla junto a unos pantalones cortos negros y una camiseta manchada de "sangre". La única diferencia de los chicos son los pantalones, que en su caso iban a ser del mismo color pero largos.

En ese instante lo único que nos faltaba comprar era la máscara, aunque nos conformábamos con una similar a la de la purga.

Finalmente, Alessandro aceptó nuestra idea, a pesar de que fue más por la ilusión que nos hacía que por su propia motivación. Fabio aceptó ir a comprar él las mascarás en un sitio donde nos aseguró que iban a tener, por lo que dejamos esta tarea para él.

Ese mismo día llegué a casa por la noche, pero estaba invadida por Carolina y sus queridos amigos, los cuales ignore para prepararme un poco la cena y luego ir a tomarla a mi habitación con tranquilidad mientras miraba la segunda película de Como entrenar a tu dragón.

Cuando iba aproximadamente por media película mi teléfono empezó a sonar, recibiendo una llamada de Alessandro. En estas últimas semanas se había vuelto algo rutinario hablar por llamada antes de irnos a dormir, y la sensación no me desagradaba.

—Buenas noches zucca — mencionó el chico con una sonrisa cuando le acepté la videollamada—. ¿Qué estás haciendo?

Se veía tan hermoso como siempre, estaba sentado en su cama apoyado en la pared. No acostumbraba a llevar camiseta para dormir, lo que dejaba todo su pecho y abdomen al descubierto.

—Bueno, estoy encerrada en mi habitación porque resulta que Carolina decidió invitar a sus amigos y hacer una cena en el comedor, el cual ahora mismo está sucio y tiene toda la pinta que lo voy a tener que barrer yo. El caso, estaba cenando hace nada y ahora estaba mirando Como entrenar a tu dragón 2 antes de que me llamases.

—¿Otra vez estás mirando esa película?

—No —susurré sonriendo—. Esta es la segunda parte.

—El otro día me acabé la primera. Supongo que ahora me faltará ver la segunda.

—Y la tercera.

—Esa espero verla contigo.

Sonreí como una tonta. Como no hacerlo cuando este hombre me decía estas cosas. Me quedé mirándolo mientras inconscientemente mordí mi labio inferior.

—Te estás sonrojando.

—¡Ya lo se vale! No hace falta que me lo recuerdes.

—¿Por qué? Si a mí me encanta.

Entre París y BerlínWhere stories live. Discover now