3 | Valentina

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Hoy era el gran día que tanto había ansiado durante años. Mi primer día de universidad y para ser más exactos, mi primer año de universidad. Habían pasado ya tres días desde que llegamos a Italia, y la verdad no habíamos hecho gran cosa esos días pasados aparte de prepararnos bien para el día de hoy.

Escogí mi ropa con cuidado, no me quería poner algo que destacase mucho, pero a la vez no quería ir pareciendo un vagabundo. Por lo que finalmente opté para ponerme un top negro simple con una camisa blanca por encima y unos pantalones tejanos.

Revisé una vez más mi mochila, asegurándome que lo tenía todo preparado: el ordenador para las clases, la libreta para las anotaciones, el estuche con los bolígrafos, la botella de agua, el peine, él pinta labios y una infinidad de cosas más. Caro solía definir mi mochila como el bolsillo de Doraemon.

—Valentina, como no salgas en menos de cinco minutos, vamos a llegar tarde —gritó mi amiga desde su habitación. Ella hacía por lo menos diez minutos que estaba lista y me estaba esperando. Sin embargo, revisé una vez más que todo estuviera correctamente. Ordené mi habitación para dejarlo todo impecable y me dispuse a encontrarme con mi amiga—. Vamos a llegar tarde.

—Entonces deja de hablar y vámonos —contesté.

Tuvimos la mala decisión de querer ir caminando, pues se suponía que el campus no estaba muy lejos. Pero fueron unos largos quince minutos andando. Empiezo a pensar que lo de "cerca del campus universitario" era en coche o en algún medio transporte.

Cuando llegamos al recinto me quedé maravillada por todos los edificios que había. Era un lugar vibrante y muy dinámico, los alumnos hablaban entre sí. Los edificios albergaban aulas, laboratorios, bibliotecas y muchas otras instalaciones.

Estar ahí era como un sueño cumplido.

El día de hoy no teníamos clases al ser de primer año, a pesar de que todos los otros cursos sí que empezaban las clases. Pero teníamos que ir a una conferencia de presentación, que era en 10 minutos y seguíamos sin saber dónde era. En la página web ponía que era en el aula magna del edificio 2. Pero no teníamos idea de donde era eso.

No nos quedaba más remedio que preguntar a alguien.

¿Pero a quién? Todos los alumnos corrían de un sitio al otro.

—Mi scusi... —dije a un chico que pasaba por ahí—. Emmm... ¿Aula magna? ¿Edificio 2? —El chico me miraba sin entender. Vale, esto no estaba funcionado para nada. Volví a probar—: ¿Sala principale?

—Ahhh —exclamó el chico, parecía que me estaba entendiendo—. Continua dritto, in fondo a destra. Entrare nell'edificio e in fondo a tutto.

Me quedé mirando al chico sin entender mucho. Lo dijo tan rápido que era difícil comprenderlo con mi italiano de Duolingo.

—Tu poco italiano, ¿verdad? —dijo mirándome.

—Muy poco —aseguré. El chico suspiró, pero aun así hizo el esfuerzo.

—Recto. Final hacia allí —dijo señalándome el camino con las manos. Asentí alegremente, esta vez si lo estaba entendiendo—. Edificio grande, entrar y al fondo.

Asentí ante sus palabras.

—Gracias, gracias —dije repetidamente antes de salir corriendo con mi amiga, quién estaba en todo momento detrás de mí sin pronunciar ni una sola palabra y dejándome hacer el ridículo sola.

Estábamos llegando tarde por lo que corrí como no había corrido en mi vida, sin importarme a quién me llevaba por delante.

—Guarda dove stai andando! —me gritó un chico con cabello castaño, cuando casi me lo llevo por delante.

Entre París y BerlínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora