𝐒𝐢𝐞𝐭𝐞

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Llegué a su lado. —Cuidado. —lo pasé.

—Ni lo pienses. —dijo antes de pasarme.

Los pasos de Ares son más largos que los míos, por la obvia diferencia de altura. 1.82 y 1.70 no son exactamente parecidos cuando es una carrera con alguien que cuyo pasatiempo es correr.

Ambos llegamos al auto pero Ares me ganó.

—No fue Justo, la mochila me retraso. —dije mientras daba grandes bocanadas de aire.

—Yo también llevó mochila, no es excusa. —rió rodeando el auto hasta llegar al asiento del conductor— sube. —lo escuché desde adentro.

Subí a su lado, inició el motor y nos fuimos.

Ares estaba muy relajado, respirando de manera un poco agitada pero nada más. ¿Yo? Respirando profundamente por la nariz, intentando no ahogarme.

—Mañana yo conduzco, esta vez, que sea una competencia de voleibol.

—Mejor te dejo manejar de una vez, no me gusta perder. —rió.

—Genial. —sonreí e inspeccione el auto— Mira nada más, lavaste el auto. —reí.

—Sí, lo hice. —dijo entre dientes.

—Por fin. Esto estaba peor que mi habitación.

—Hablando de eso, ¿organizaste tus pastillas? —alzó una ceja y se giró a verme por un segundo.

Asentí. —Me las he tomado a las hora que es y los días que son. También he estado comiendo bien, durmiendo y me siento muchísimo mejor. —sonreí.

Una leve sonrisa se formó en los labios de Ares. —Que bien, me alegro.

—Lo sé, estás sonriendo. —sonreí con él.

Ares borró su sonrisa al instante. —Claro que no. —su voz era fuerte.

—Pretende lo que quieras. —reí— yo sé que te alegras por mi y te preocupas por mi.

—Eres muy segura de ti misma, ¿no? —alzó una ceja sin dejar de ver el camino.

—Mmm... solo tengo seguridad en aquellas cosas de las que estoy consiente son reales al 100%

—Es decir, estás 100% segura de que me importas y ¿puedo llegar a sonreír gracias a ti? —rió incrédulo.

—Sí. —asentí y me encogí de hombros— Quizás tú no lo sabes porque te cuesta comprender las cosas porque eres un poco lento, pero, yo sí sé. —sonreí con suficiencia.

Ares me miró por el retrovisor y yo a él. —¿En que momento fuiste tú la que comenzó a portar la sonrisa de suficiencia y no yo?

—En el momento en el que te descifre, Ares Hidalgo.

—¿Que quiere decir eso? —frunció el ceño viendo el camino.

—Nada. —sople una risa— Deberíamos salir. —sugerí.

—Espera... sabes que estoy con Raquel, ¿no?

—Espera, ¿Raquel? ¿La chica a la que le conseguiste la beca en nuestro colegio solo para poder verla a diario? ¿Raquel mi mejor amiga? ¿Raquel Mendoza la que tiene una mamá enfermera? ¿La que me cuenta todo? —pregunte con el ceño fruncido— Oh —fingí quedarme sin aire de la sorpresa— ¡No puedo creerlo! —exclamé sorprendida— ¡¿Ustedes dos están saliendo?!

—Bueno, ya suficiente con el sarcasmo. —rodó los ojos.

Reí a carcajadas. —No, Ares. No sabía que tú, mi mejor amigo, sales con Raquel, mi mejor amiga. —negué con la cabeza aún riendo.

𝐂𝐫𝐞𝐨... 𝐜𝐫𝐞𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐚𝐦𝐨 حيث تعيش القصص. اكتشف الآن