Treinta y siete 🍂

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𝔐𝔞𝔯𝔞𝔱𝔬́𝔫 𝔭𝔬𝔯 𝔡𝔦𝔞 (3/3)

Cuando dejo que el viento vuele mis páginas mentales, siempre regreso a ti.

— ¿Cómo te fue el primer día en tu trabajo, Brave? — Preguntaba un pequeño lleno de emoción mientras se colgaba del brazo contrario, causando que el más alto se ladeara un poco por el peso a soportar, sin embargo lo sujetó.

— Si me fue bien, y no te cuelgues de mi que pareces un monito. — Bromeó caminando hacia el jardín con el Omega tras él, tal como un cachorrito siguiendo a su superior.

Earth siempre había tenido esa cualidad, no importaba donde, el se colgaría de ti para demostrar su emoción y contagiarte de ella, Brave no era la excepción.

Brave mantenía recuerdos borrosos de su último cumpleaños celebrado con su familia, tal vez, sin saberlo ese fue el mejor día de su vida. El estaba acostumbrado a ser ignorado por todos, empezó por sus padre, ellos se comenzaron a ocupar en el trabajo cada día más, primero dejaban solo al niño de seis años por dos días, después tres, hasta llegar a desaparecer toda la semana y sólo llegar a altas horas de la noche.

Sin embargo aprendió a sobrevivir sólo, en esos tiempos tenía una muy buena y vieja amiga que siempre al pasar por su casa, le dejaba el desayuno listo para comer, ella murió gracias a su vejez, de ahí tuvo que seguir por su cuenta. Hasta ahora, las pocas veces que se ha topado con su madre o padre, un par de palabras frías se intercambiaban entre ellos, no más que eso.

Recibir abrazos y cariños de Earth fue serotonina para sus días perdidos, lo admiraba, algunas noches se puso a pensar si era posible que el Omega no guardara rencor, en un inicio lo trató muy mal, hizo que todos dejaran de hablar con él, pero sin embargo el de cabello ondulado seguía haciéndole compañía.

Brave era un cachorro en cuerpo y edad de hombre, casi no dejaba salir a la luz su personalidad juguetona y tierna puesto de que no había la necesidad, sin embargo, algunos días necesitaba sonreír a pesar de que no hubiera razón, tal vez se sentía cansado de ser siempre serio.

Deslizó su mano izquierda por debajo de la cintura estrecha y la otra por la parte superior, atrayendo el cuerpo más pequeño al suyo hasta quedar pegados pero con diferencia de tamaño, la cabecita de Earth reposaba en el pecho y Brave solo se encargaba de brindarle caricias en la pequeña y delicada espalda cubierta por la tela del uniforme escolar, ambos recostados, en el césped y sus ojitos cerrados. Cualquiera que los viera creería que eran una pareja de chiquillos apenas empezando a disfrutar se juventud, eran adorables.

— Earth... No vendré algunos días, es por los turnos de la cafetería. — Murmuró abriendo suavemente sus ojos, encontrándose con el cielo despejado y algunas nubes sin forma.

— No...

— Prometo que cuando venga haremos los picnics que te gustan, no te enojes. — Suspiró suavemente.

— Pero Brave... Me quedaré solo en los recesos, ¿Qué será de mi sin ti? — Puchereó sintiendo su nariz picar.

— No seas exagerado, solo faltaré dos veces a la semana. — Rió suavemente. — No es mucho, ¿O si? ¿Estás llorando? Dios mío Earth. — Llevó sus pulgares a las mejillas ya mojaditas por el llanto que apenas empezaba, limpiando así cualquier rastro. — Es que... Tengo una misión que cumplir, no solo iré a trabajar.

— ¿U-una misión? ¿Ayudarás a alguien?

— Si, algo así. — Desvío la mirada, suspirando. — Cuando termine esa misión Earth, prometo que no volveré a faltar, tal vez sea la última... — Suspiró, recordando que tenía que marcar a un Omega que no amaba en lo absoluto.

𝕸𝖆𝖓𝖔𝖘 𝖉𝖊 𝖆́𝖓𝖌𝖊𝖑 /𝖇𝖔𝖚𝖓𝖕𝖗𝖊𝖒/ 𝖔𝖒𝖊𝖌𝖆𝖛𝖊𝖗𝖘𝖊Where stories live. Discover now