Dieciocho 🍂

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¿Hay alguien que pueda sanar mi herida? El amor y las personas realmente me asustan. Tengo miedo a estar solo, tengo miedo a ser olvidado.

— Yo ya no puedo estar contigo.

A veces la vida amorosa suele ser un maldito cliché decepcionante, con trabas en la ejecución y desvíos emocionales, ¿Quién puede ser tan desafortunado como para tener una vida podrida?

Tal vez era la sociedad la que tenía una mente retorcida, donde te califican por ser el número uno o la decepción.

Todos los seres vivos tenemos algo especial con lo que nacemos; en el caso del ser  humano es algo lo cual permite pensar, sentir, actuar, algo que jamás podrá ser comparado incluso por las epifanías materiales que existan; el alma.

La persona de vida podrida escondió su alma para no sentir el dolor de vivir, esa persona abre los ojos porque su sistema así lo quiere, pero por dentro está muerto.

— Soy estéril.

Y su mejilla dolió, su espalda también, sintió su cuero cabelludo arder por los bruscos jalones que recibía de parte de su querido amado, su garganta había quebrado, ahora sólo podían salir débiles jadeos y sollozos, aunque ya se haya deshidratado por los largos minutos en los cuales las lágrimas no dejaban de escurrir.

Pensó que era tarde para arrepentirse por el haberse mostrado, ahora no tendría tiempo para marcharse y curar sus heridas. En ocasiones, distanciarse es la única manera de encontrar paz.

Escuchaba gruñidos de fondo, gruñidos que dañaban de manera tosca su corazón, jamás había pensado que la persona a la cual amaba con su alma llegaría a odiarlo. Pero bueno, él también se odiaba a sí mismo, ¿Qué se podía hacer? La culpa la tiene el náufrago por enamorarse de un barquito de papel, el amor que el sentía por esa persona no tenía cura, el amor era la cura para sus males.

¿Estaba soñando?

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— Vengo por un señorito llamado Prem Warut, es muy lindo, hermoso, tan tierno y amable, ¿Lo conoces?

— ¡Bounnie! — Ambos soltaron pequeñas risas, acercándose de inmediato para unirse en un precioso y cálido abrazo que revivió el alma de el Omega.

— La pasaremos muy bien corazón, serán las mejores vacaciones que hayas tenido.

El día había llegado, tanto Boun como Prem estaban más que emocionados, habían dado un paso más en el cortejo, se irían de paseo juntos, disfrutarían un precioso paisaje el cual sería acompañado con una serie de besos y mimos mutuos, demostrando el cariño que se sentían el uno por el otro.

El castaño daba brincos con alegría y emoción, dando pequeños poquitos en los labios del moreno, siendo correspondido de manera dulce. Decidieron separarse, pues una tercera persona los estaba observando con cierta burla, Kao.

— ¡Busquen un motel! — Gritó un Alfa que se encontraba en el asiento de piloto, con unas gafas de sol que le daban un estilo único y cool.

— Tuve que traerlo, espero que no te moleste. — Habló Boun un poco apenado, acariciando la cintura de su menor con cariño.

— Claro que no Bounnie, tu amigo Kao me cae muy bien. — Sonrió.

Una vez los dos ya estuvieron en el auto, este empezó a andar, siendo conducido por el Alfa de nariz respingada que iba tarareando una canción y conversando con el dúo empalagoso que iban en los asientos traseros.

𝕸𝖆𝖓𝖔𝖘 𝖉𝖊 𝖆́𝖓𝖌𝖊𝖑 /𝖇𝖔𝖚𝖓𝖕𝖗𝖊𝖒/ 𝖔𝖒𝖊𝖌𝖆𝖛𝖊𝖗𝖘𝖊Where stories live. Discover now