—Gracias. —agradeció.

—De nada.

Mis piernas pueden sentir el sudor de Ares en ellas, pero, la verdad, me da igual.

Ustedes dirán "Pareciera que te gusta" pues, la verdad, no. Ares es mi mejor amigo y quiero hacer por él lo que nadie hizo por mi. ¿De qué hablo? Bueno, nadie nunca estuvo para mi cuando estaba exhausta, nadie nunca me apoyó en ningún deporte que practiqué, nadie me animo cuando estaba muerta del cansancio, por eso, yo quiero hacer todo eso por Ares, porque sé que él no es el monstruo que todos dicen que es.

—De verdad, gracias por venir. —volvió a agradecer.

—No hay problema. —dije con sinceridad.

—Sé que no soy el mejor amigo que mereces, pero, créeme, lo intento. —suspiró.

—Tranquilo, Dios Griego. Está bien, enserio. —reí por lo bajo.

—Gracias, Bruja. —sonrió.

El pecho de Ares sube y baje de manera regular, sus fosas nasales se expanden y vuelven a su tamaño normal, sus labios tienen una pequeña sonrisa y yo estoy relajada con tan solo verle así.

—Últimamente te ves terrible. —bromeó.

—¿Te has visto esas ojeras, Nath? Tú no te quedas atrás. —rió.

—Yo me desvelo con cosas importantes, no teniendo sexo. —reí bajo.

—Lo sé. —rió—, Por cierto, ¿te has tomado tus pastillas? —preguntó alzando una ceja.

Me quede en silencio.

—¿es en serio, Natalie? —abrió los ojos, se sentó y me miró un tanto enojado.

—Se me olvido... —susurré apartando la mirada.

—El otro día te puse las alarmas en tu teléfono. —recordó.

—Las desactive. —musité.

—Por Dios. —suspiró—, Tienes que dejar de hacer eso, tienes que buscar tiempo para tus cosas. —explicó en un tono serio.

—Lo sé. —suspiré—, solo se me olvido. Últimamente tengo tantas cosas en la cabeza que se me olvida todo. —reí cansada.

—Se te olvida todo menos tus tareas, ¿no?

—Y-/ —no alcancé a terminar porque el profesor tocó el silbato.

—¡5 vueltas al campo, des calientan y se largan! —gritó.

—No te salvas. Vuelvo en unos minutos. —se levantó y fue a correr alrededor del campo, con todos los demás.

Yo me quede ahí, en medio del campo, sola.

Pasaron poco más de 15 minutos y veo una sombra aparecer frente a mi. —Vamos. —escucho desde atrás y sé que es la voz de Ares.

Tomó la botella y la toalla para levantarme e ir a tomar mis cosas. Regresó con Ares y el solo se quitó la camisa, dejando ver su marcado abdomen y el sudor en el.

—Acompáñame a las duchas y nos vamos —comenzó a caminar y yo detrás de él.

—¿Los otros no estarán ahí? —pregunté.

—Nah, ellos van a sus casas. Creo que soy el único que utiliza las duchas del colegio luego de entrenar. —rió.

—Espero que seas el único, por hoy. —reí.

—Te aseguró que no habrá nadie.

Entramos al gimnasio para pasar a las duchas de los hombres. Me senté en una banca que estaba Justo al lado de las duchas, Ares tomó una toalla limpia y se dirigió a las duchas.

—Ni creas que te salvaste de la conversación. —Abre la llave de la ducha.

—Esperaba que sí. —elevé un poco la voz para que me escuchara.

—Pues no. Hablaremos de eso cuando salga.

—Bien. —bufé.

No puse música mientras esperaba a Ares, solo me quede ahí, jugando con mis pies mientras mira los mismos y tenía la mente en blanco.

—Listo. —Cerró la llave de la ducha y salió envuelto en una toalla de la cintura para abajo.

Ares camino hacia los casilleros que quedaban a mis espaldas.

—Tienes que tomarte más enserio. Siempre estás ayudando a los demás, prometiendo cosas, llenándote las manos con más cosas de las que puedes soportar.

—Sé cuando ponerme un límite. —afirme.

—No, no lo sabes y no me mientas, Natalie. —su tono de voz era serio—, Te aseguró que no duermes, no comes y ni te tomas tus pastillas. No todo es estudiar, no todo es estar ocupada haciendo cosas por los demás. Tienes que aprender a ser más fuerte y decir que no. —abrió el casillero.

—Solo no me organizo, eso es todo. —rodé los ojos.

—No, no es eso. Siempre tomas más de lo que puedes. Das tutorías, ayudas a los mellizos, vas al gimnasio, te la pasas, como mínimos, 4 horas estudiando, adelantas proyectos, y, el tiempo, poco tiempo que tienes libre, lo usas para tocar el piano y es genial, pero deberías ocuparlo para comer o dormir. Y, si te acuestas temprano, se aseguro que no duermes pensando en lo que harás mañana o pensando en otras cosas.
—afirmó.

Ares me conoce mejor de lo que pensé.

—Guau, ¿no quieres ser psicólogo? —bromee.

Cerró el casillero y se acercó a mi. —No juegues y, sabes que es Apolo el que quiere ser Psicólogo.

—Pues a ti te iría mejor. —reí.

—Lo digo en serio, Nath.

-

Esto es una mezcla de mi vida con la vida de Nathalie... espero disfruten leer esto.

𝐂𝐫𝐞𝐨... 𝐜𝐫𝐞𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐞 𝐚𝐦𝐨 Where stories live. Discover now