Capítulo 16

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JASON GRACE

—Leo, cálmate —le pedí a mi amigo—. Por favor.

Todos estábamos en "El garaje de Leo y Calipso" (ese había quedado como nombre oficial), preparándonos para la inauguración del local.

Leo estaba de ahí para ya, asegurándose de que todo estuviese listo. No podía dejar de mover sus manos, típico de él cuando estaba nervioso. Finalmente, Calipso lo agarró del brazo y lo mantuvo quieto.

—Leo, todo estará bien —le tranquilizó Annabeth—. Hemos planeado todo muy bien. Nada puede faltar. Confía en mí.

Leo apenas le prestó atención.

—¡Leo! —volvió a llamar Annabeth.

—Eh, sí. Confiar en la palabra de una hija de Atenea. Vale, eso sí puedo —dijo más calmado.

Frank carraspeó.

—¿No deberías..? No sé. ¿Dar algunas palabras...?

—¿Yo debería...? —miró a Calipso—. ¿Deberíamos? 

Calipso sonrió con un poco de nerviosismo.

—Supongo que sí. Dilas tú.

Leo le entrecerró los ojos, luego carraspeó.

—Vale, bueno... —respiró profundamente y nos miró a todos—. Gracias a todos ustedes por estar aquí antes de hacer la inauguración oficial y por siempre apoyarme.

Todos lo miramos orgullosos.

—Quiero agradecer a Annabeth, quien nos ayudó muchísimo a hacer esto posible. Sin ella, seguro estaría corriendo de un lugar a otro —prosiguió, y todos reímos—. También muchas gracias a Piper, quien accedió a ser nuestra cantante oficial después de una largo casting.

—Tampoco fue tan difícil —murmuró Piper humildemente.

Todos volvimos a reír. Leo centró su mirada en Calipso, quien estaba sonriendo.

—Pero sobre todo agradezco a Calipso —sonrió y le guiñó un ojo—, porque con ella surgió esta idea. Inició como una pequeña broma, pero se ha hecho realidad. Gracias, Calipso.

Ella lo abrazó fuertemente por varios segundos. Cuando se separaron Leo parecía más tranquilo. Soltar esas palabras también lo había ayudado.

—Ahora brindemos por Leo y Calipso... aunque no tengamos ninguna bebida —exclamó Percy—. 1... 2... 3...

—¡Por Leo y Calipso!

Todos lanzamos gritos de victoria y los felicitamos. Ellos estaban tan sonrientes, nunca los había visto así. Me puse muy feliz por ellos dos. Estaba muy orgulloso por lo que habían logrado.

—Leo, es la hora —recordó Annabeth.

—¿La hora de qué...? — frunció el ceño confuso.

Leo, Leo, Leo. Definitavamente él nunca cambiaría.

—¡La hora de abrir "El garaje de Leo y Calipso", Leo —suspiró Percy, pero estaba sonriendo—. Y luego a mí me toman el pelo.

Leo y Calipso se dirigieron a la mejorada puerta de madera y la abrieron. Se habían reunido una cantidad considerable de estudiantes interesados en lo que se había estado formando en el pequeño garaje de la escuela. En sus rostros se veían las ansias de saber que había adentro.

Leo se aclaró la garganta y levantó la voz. Calipso a su lado colocó una mano en su hombro. Nosotros aguardamos detrás de ellos.

—¡Compañeros de Goode! —dramatizó Leo—. Es un honor poder presentarles el nuevo y fantástico negocio de la escuela. ¡"El garaje de Leo y Calipso"!

Los Siete Grandes Semidioses (En revisión)Where stories live. Discover now