LA MADRIGUERA

1.2K 67 3
                                    

La casa de Ron, mi novio, es bastante rara. Pero me gusta. Parece que está construida así adrede, y le da un toque de originalidad. Aunque casi parece magia por cómo está colocada: asimétricamente.

La señora Weasley, Molly, nos recibe a mis padres y a mí con una sonrisa y los brazos abiertos. Detrás de ella se encuentra Ron, sonrojado. Y Harry y Hermione, que parecen contentos de verme. Los tres chicos me saludan y me abrazan con Molly, y lo mismo hacen con mis padres.

Al entrar en la casa, veo a Arthur con un periódico: El Profeta. Creo que es el mismo que la otra vez tenía Hermione en la mano.

Cuando Arthur me ve por encima del periódico, me dedica una gran sonrisa. Me abraza y me estruja, casi dejándome sin aire. Bien, este sí es un hogar.

Poco después entran los que estaban fuera y Molly me explica que dormiré junto con Ginny, que ahora baja por las escaleras y me abraza también, y con Hermione. Mis padres dormirán en la habitación de los gemelos, porque ellos ya no viven allí. Viven en el apartamento de arriba de Sortilegios Weasley.

Cuando mis padres y Molly y Arthur se marchan dejándonos solos en el comedor, Ginny se lanza a mí.

— ¿Qué tal la navidad en Hogwarts? —me pregunta. Ya sé por dónde van los tiros—. Me han chivado que Draco y tú eráis los únicos de Slytherin.

Yo me encojo de hombros, y Ron me coje una mano.

— ¿Podemos hablar? —me susurra al oído.

Asiento con la cabeza y le lanzo una mirada asesina a Ginny, quien me mira con arrepentimiento. Es una bocazas. Pero es adorable.

Ron me lleva hasta su habitación. Cuando entramos, cierra la puerta con pestillo y casi sin darme tiempo a respirar, me besa. Estoy atrapada entre él y la puerta, pero no me importa, porque él es al que quería sentir, tocar, besar...

Después de unos segundos apasionados, el chico de ojos azules se aparta de mí, pero me sigue cogiendo las manos.

— ¿Qué has hecho en navidad estando en Hogwarts? —me pregunta. Y muy serio. Demasiado serio para él.

Intento librarme de sus manos, pero no puedo. Él aprieta mis manos con más fuerzas, pero a la vez me las acaricia. Tan dulce...

— He ido de compras —intento no mirarle a los ojos cuando le miento. Me muero de la vergüenza.

Y de la calor. Hace una insoportable calor aquí... Pero no me puedo quitar la bufanda. Ni en broma. ¡Tengo el cuello lleno de hematomas!

— ¿Y nada más? —me pregunta.

Me he liado con Draco, que me ha visto desnuda, yo casi lo veo desnudo a él, descubriendo así un tatuaje que es tan secreto que Draco mataría por él, por eso me estrnaguló. Oh, también he hecho otra cosa.

— Deberes —digo sonriendo y ahorrándome todo lo demás.

Él asiente, poco convencido, lo sé.

— ¿Y no me has echado de menos? —pregunta un poco apenado.

Me acerco a él y le beso.

— Pues claro que sí, tonto —y en eso no miento, por es le miro a los ojos.

—————

A Ginny, Hernione, Harry, Ron y a mí nos toca preparar la cena. Ha sido una propuesta de los mayores, primero ha empezado a broma, pero después se han dicho: ¿y por qué no? Ya son mayores.

Como también vienen Fred y George a cenar, al final tendremos que hacer comida para once personas.

— ¡ONCE! —Exclama Ron con tono de queja— No soy capaz de hacer un solo huevo para mí...

Me acerco a él y le tiro un poco de puré a la cara, para que no se queje tanto. Me río y, Ginny, que también lo ha visto, se ríe y hace lo mismo con Hermione, quien se pone furiosa porque la blusa que lleva es nueva.

— Para —dice Hermione—, ¡o nos reñirán!

Ron no le hace caso y le tira una albóndiga que a mí me había costado hacer un cuarto de hora. Furiosa, le lanzo un tomate a Ron.

Harry defiende a su amigo y me tira un batido por encima.

— ¡Esto es la guerra! —exclamo yo.

Menos mal que los adultos están fuera y no nos escuchan.

Le tiro a Harry puré y batido a la vez, Ginny le tira albóndigas a Hermione, quien se defiende tirando arroz a diestro y siniestro. Ron, para no quedarse fuera, defiende a Harry.

— Oye, ¡que eres mi novio! —replico entre risas.

Ron se ríe, y aprovecho ese momento para lanzarle un tomate pocho, que le da de pleno en la boca. Harry se ríe también, así que Ginny le mete parte de la tarta que han preparado mis padres en la boca, y se ríe. Hermione, un poco apartada, sigue lanzando arroz, a pesar de que a ella no la ataca nadie.

Pero como tengo arroz hasta por mi ropa interior por su culpa, abro la nevera y saco mantequilla. Se la unto por la cara y ella empieza a chillar.

Para que se calle, Harry le mete una manzana en la boca. Oh, oh.

La puerta se acaba de abrir.

Jamás había visto a alguien tan rojo como a los adultos que tenemos enfrente.

— ¡JESSICA JANE BECKET MOON! —Exclama mi madre, furiosa.

A ver, en momentos como este, yo soy muy especial, y en vez de estarme callada como mis amigos, me río. Siempre me pasa esto, lo que su le significar que el castigo se alarga más, pero no puedo evitarlo.

Miro a mis amigos y me río todavía más. Sobre todo de Hermione, que sigue llevando la manzana. ¡No se la ha quitado! Pero cuando Molly la mira, Hermione lanza la manzana lejos de su boca:

— Lo siento —murmura.

Y que me quiten lo bailado.

Malfoy & MeWhere stories live. Discover now