NAVIDAD

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Llega la navidad. Sigo con Ron, sí. Es el mejor chico que conozco. Y no, no me gusta Malfoy a pesar de que me besó. Es arrogante y estúpido, sobre todo ahora, que no para de incordiar a mi novio... Mi novio... Qué raro decir eso.

La navidad llega más fría que nunca, y tengo que pedir a mis padres que me compren ropa de invierno.

— Te la vas a comprar tú —dice mamá sonriendo—. Te vamos a dar dinero y vas a ir a Hogsmeade.

Es no me hace ninguna gracia. 1° porque no tengo a nadie que me acompañe, Ron, Harry y Hermione se han ido a La Madriguera, Pansy con sus padres y Crabbe y Goyle de viaje a no sé donde; y 2° porque no me conozco Hogsmeade.

He insistido en que papá y mamá me acompañen, pero dicen que tengo que empezar a guiarme yo solita. Ojalá yo no viviera aquí y también estuviese fuera, pero mis padres, DESGRACIADAMENTE, viven en Hogwarts, el colegio.

Me alegro de haber venido aquí, sí: he conocido a Ron y a los demás porque pienso que por primera vez voy a durar más de un año en un sitio. Pero me entristece que mis padres no tengan un hogar al que ir por navidad en otras fiestas...

Así que me toca ir sola a Hogsmeade. Entro en la sala común de Slytherin y subo a la habitación de las chicas. No me encuentro a nadie porque todos están de viaje, o con sus padres o quién sabe dónde.

Me enrollo la bufanda al cuello, me pongo la túnica y la capa y vuelvo a bajar.

Aquí abajo se está muy calentito, por la chimenea. Y ahora que me fijo... Eso que sobresale del sofá ¿no es el cabello rubio de Draco? Creo que no me ha visto, así que lo mejor será que me vaya por la puerta sin que él se fije en mí.

Y eso hago. Me dispongo a salir de hurtadillas de la sala común cuando oigo algo muy extraño, como sollozos. No puede ser verdad, ¿Draco llorando?

Inclino un poco la cabeza para tener un ángulo y verlo mejor. ¿Qué le trae de cabeza al príncipe sexi como para que llore?

Me acerco a él. Como con Pansy, no somos amigos, pero tampoco puedo dejarle llorando. Nada mas ponerle una mano en el hombro, noto que se tenso.

Draco levanta la cabeza y me mira.

— ¿Qué haces aquí? —me pregunta bajándose la manga izquierda de la camisa.

Lo miro por un momento y dejo que se seque las lágrimas en silencio.

— Vivo aquí... Soy de Slytherin, ¿recuerdas?

Él asiente con la cabeza.

— Pensé que te habías ido.

— ¿Irme dejando al chico más bello del planeta llorando? —pregunto en broma.

Él se levanta y me besa. Coloca sus manos sobre mi cuello.

Yo lo aparto. No está bien. Nada bien.

— Para... Yo estoy con Ronald.

— Ese Weasley apestoso —escupe Draco—. ¿Adónde ibas? —pregunta cambiando de tema con mucho esfuerzo.

— A comprarme ropa. Pero no sé qué hay en Hogsmeade. Todo allí parece tan antiguo...

— Vamos, te acompañaré —dice, ofreciéndome un brazo como hacían antaño los hombres con las damas.

Me sonrojo y entrecruzo mi brazo con el suyo. Dos serpientes cruzadas.

—————

Hemos vuelto de Hogsmeade repletos de bolsas. Draco se ha portado muy bien conmigo, ¡incluso me ha pagado todas estas tonterías! Y menos mal, porque con lo que me habían dado papá y mamá sólo me llegaba para un abrigo de segunda mano.

Al principio había ido para eso, para comprarme un abrigo. Iba a meterme en una tienda que parecía barata pero Draco me miró ceñudo y giré sobre mis talones. Me guió hasta una tienda, de la que no recuerdo el nombre, donde todo estaba carísimo.

Cuando vi el precio de todo lo que me había elegido Draco, casi me desmayo. Pero él sacó su targeta de crédito y empezó a pagar.

Me lo he pasado muy bien. A la hora de elegir vestidos, sobre todo. El primero que me ha elegido era marrón, pero yo le he dicho que no. ¡Era horroroso! Entonces vi uno de azul eléctrico, mi color favorito, y me enamoré. Él decía que así iba muy Ravenclaw, pero ciertamente, a la hora de vestir no me dedico a etiquetar a la gente por sus colores.

Draco me ayuda a subir las bolsas a mi habitación, cosa que agradezco, pues pesan un montón. Pero mientras subimos por las escaleras, mira todo el rato hacia atrás.

— ¿Qué pasa? —le pregunto parándome de pronto.

— Es ese Filch, ¡controla todas las escaleras de las chicas! No sé como lo hace, pero siempre se entera.

Yo me río.

— Pues no es la primera vez que subes aquí —le recuerdo.

— Ni la última —dice mientras me guiña un ojo.

Entramos a mi habitación y pongo todas las cosas sobre la cama. Acto seguido, y sin acordarme de Draco, me pongo sobre la cama y me estiro.

Es entonces cuando noto cómo penetra su mirada en mi cuerpo. Deborándome

Malfoy & MeWhere stories live. Discover now