Herederos de nacionalidades diferentes con lazos peculiares e inquebrantables.
Años pasaron desde aquél día, crecieron convirtiéndose en adultos. En su reencuentro la lujuria les ganará y en el juego de la pasión caerán.Tratarán de huir de su lado o...
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Sus brazos me rodean el cuello mientras que su olor se vuelve mi delirio y sus jadeos mi perdición.
El sostén de piedras plateadas hacen lo posible para sostener sus grandes tetas, la mini falda le queda tal como colegiala, los tatuajes y su cabello negro noche son una imagen majestuosa.
—Hades—ronronea mi nombre enviando ondas de electricidad por mi cuerpo.
—Déjame sentirte—susurro llevando mis manos detrás de sus rodillas para levantarla e inmediatamente me rodea con ellas.
Menea su pelvis contra la mía siendo la ropa la única barrera, camino con ella hacía la habitación dejandola sobre la cama y me cierno sobre ella arrancandole la poca ropa que tiene dejandola completamente expuesta ante mí, sus redondas y firmes tetas aclaman mi boca y sin pensarlo las devoro con ansias.
—Hades, por favor—se remueve pasando sus uñas por mi espalda.
—¿Qué quieres?—su mirada es afilada.
—A tí.
Pierdo la concentración cuando me toma por los hombros y con un ágil movimiento logra cambiar los papeles colocándose encima de mí, siendo ella la del control.
—Ahora a mi manera—dice con maldad, tomando mi brazos subiéndolos por encima de mi cabeza. La posición me hace sentir vulnerable y muy caliente, su fuerza y la mía luchan por ver quién cede.
—Hela, sabes que no soy un imbécil que se deje llevar.
—Deja que la muerte te robe un beso—me besa lento y firme.
Mi polla duele exigiendo su pronta liberación, los sentidos se apagan dejándome en el limbo.
Nuestras lenguas danzan sin parar, un beso que nos conecta, se separa para bajar dejando un camino de besos húmedos por todo mi abdomen hasta el borde de mi bóxer.Gruño cuando saca el miembro erecto e intenta rodearlo con sus manos, son muy pequeñas.
—Mein Herr—ronronea en alemán y me pierdo en las tormentas que tiene como ojos.
—Hela...—suspiro.
—No soy Hela, cariño—dicen cortando todo rastro de placer.
Me despierto exaltado sintiendo la cama mojada del sudor y la respiración un desastre. La punzada en mi cabeza me hace estremecer. Miro a mi alrededor buscando la voz en completa confusión cuando las cortinas de mí habitación están abiertas.
—El gran y temido Hades teniendo sueños eróticos como si fuera un adolescente enamoradizo—giro rápidamente viendo a Horus partido de la risa. No sólo él, sino que también Ares.
