Capitulo 21 "Emociones encontradas"

14 1 0
                                    


Muros que me terminan encerrando, cadenas que me terminan oprimiendo

Ops! Esta imagem não segue nossas diretrizes de conteúdo. Para continuar a publicação, tente removê-la ou carregar outra.

Muros que me terminan encerrando, cadenas que me terminan oprimiendo. Emociones fugases, pensamientos torturosos y un dolor punzante en mi herido corazón.

Nunca conoces a alguien realmente, solo conoces una parte que esa persona quiere que veas, ocultándote su lado malo, agresivo y manipulador dándote uno lleno de falsa felicidad, falso amor y falso apoyo. Pero claro, te sientes segura y querida en un mar de mentiras creyendo que te están cuidando cuando lo único que hacen es destruirte poco a poco.

Y a mí ya me destruyeron.

—Hola mamá—saludo con un beso a mí progenitora.

—Nena, tiempo sin verte ¿Dónde estabas?

Me mira de arriba a abajo tomando la jarra para servirme té.

—Salí de la cuidad unos días, tenía trabajo—digo despreocupada—¿Cuándo irás a Francia?—llevo la taza a mis labios.

Llegué a casa hace unos minutos para hablar con ella pues estos últimos días han sido un caos.

—Mañana temprano después del desayuno.

—¡Oh! ¿Tan pronto?—finjo sorpresa.

Mientras más rápido se vaya más tranquila puedo estar.

—Tengo cosas que hacer—responde—Sabes Sis, estuve pensando y es mejor que vuelvas a hablar con Maxim—sus palabras me tensan.

—Mamá, las cosas no terminaron muy bien entre nosotros y lo sabes.

Trato de ahogarme con mi té.

—Pero si estuvieron comprometidos y él se ve un hombre excepcional para tí—dice con una sonrisa—¿Acaso hiciste algo mal? Tú siempre hablas de más a lo mejor fue eso, te he dicho que dejes de hacerlo porque a nadie le gusta, nena—dice sin descuido alguno revolviendo la taza.

Crítica cada paso que doy.

Mis puños se cierran haciendo que mis uñas se claven en mis palmas causando un pequeño dolor. ¿Por qué siempre la del problema soy yo?

—¿Por qué piensas eso?—cuestiono.

—Has de haber hecho algo tú para perder a semejante hombre—su tono de reproche no se hace esperar—Tienes que tener un hombre para que te cuide nena, quiero verte feliz.

—Me sé cuidar perfectamente y no pretendo depender de nadie para hacerlo—digo calmada. Me mira con negación, pero no dice nada.

—En fin, tienes que volver con él, así el despacho tendría más soporte—me dice o más bien me exige—Nuestra familia y las empresas dependen de tí, no hagas escándalos ni dramas, esfuérzate, solo pídele perdón y listo.

Claro, después recogeré mi dignidad del suelo y me iré feliz con él.

Miro su rostro parecido al mío con algunas arrugas, su cabello caoba con mechones rojizos está suelto y sus ojos verdes llenos de lastima al verme.

Dioses Herederos (LIBRO 1)Onde histórias criam vida. Descubra agora