Capítulo 13

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Bruce colgó a su amigo y depositó el teléfono móvil sobre la encimera del laboratorio. Ahora que le había quitado el sueño, sería prácticamente imposible recuperarlo.

Se dejó caer sobre su silla que tantas veces había sido golpeada por el otro tío. El científico le mandó una rápida mirada a la fotografía que tenía sobre el escritorio. Una fotografía de ellos tres. La familia no tan feliz. Tener una fotografía de su familia en el lugar de trabajo era un cliché que no le desagradaba del todo. Contempló el rostro sonriente de Natasha. Qué pocas veces veía esa sonrisa. En parte por la infelicidad de su mujer, y otra porque estaba todo el día en el laboratorio. Sumado con lo que ahora Stark le había ofrecido, estaría menos. Y sabía que después de lo que tendría que hacer dentro de unas pocas horas, Natasha estaría más enfurecida.

¿Por qué no aprovechar y dormir unas horas junto al cuerpo de la espía y arrullar su rojo fuego?

Salió de la sala, cerrando la puerta con sigilo. Cerró con llave, para que el chiquillo no entrase.

Se aproximó a su cuarto, y divisó la figura de Natasha sobre la superficie. Estaba tan guapa mientras dormía... Bueno, mientras dormía y siempre.

Se recostó en el lecho junto a ella y olió el aroma que desprendía el cabello de ella. Y pensar que ella casi había pasado la noche con el Capitán. ¿Qué cosas habían ocurrido mientras él trataba de averiguar el paradero de Natasha y su hijo?

No pudo evitar mirarla, extrañado. Interrogándose en qué estaría pensando.

–¿En qué estás pensando, Natasha? —susurró, incorporado levemente.

Ella se meció, soltando un pequeño quejido.

Bruce se acercó al rostro de la mujer, y besó con delicadeza y dulzura sus labios.

Cerró los ojos al hacerlo. Le recordaba tanto los momentos primerizos.

Un amor entre dos personas solitarias.

Ella abrió sus párpados y se irguió bruscamente.

–¡¿Qué ha sido eso?! —exclamó.

Banner descendió la mirada. Hacía demasiado tiempo que no la besaba. Estaban faltos de cariño.

***

El niño comenzó a lloriquear en la distancia. Natasha contempló a Bruce, y reparó en sus labios, humedecidos, con algo de su pintalabios. ¿Le había besado? Estaba confundida y desorientada.

Los sollozos de su hijo no cesaban, a la vez que el contacto visual de sus padres, que no se quebraba.

Natasha decidió reaccionar.

–Voy yo... Tú vas a pasar el día con él, así que lo atiendo yo ahora —anunció, levantándose de la cama, desplazando las sábanas a un lado.

Entonces, la fuerte mano de Bruce le afianzó la muñeca. Dio un respingo.

–Espera, Natasha... Iré yo. Me han llamado del museo de Ciencias Naturales de Nueva York. Ahora te cuento las novedades.

Bruce se despegó las sábanas del cuerpo sudoroso, e irrumpió en el cuarto de su hijo.

Natasha se quedó pensando en lo que le habrían comunicado al científico.

–¡Papá! ¡He tenido una pesadilla! —clamó, entre sollozos. Los ojos del niño se habían anegado en lágrimas.

Bruce se sentó en la cama y abrazó al rubio. Le calmó susurrando que era sólo una pesadilla.

–¿Qué has soñado? —demandó, con la voz conciliadora.

–Que un monstruo enorme y verde quería hacernos daño a mamá y a mí.

La expresión en el rostro del científico cambió, pero intentó aplacar el temor de su hijo.

–Tú sabes que mamá y yo siempre te protegeremos, ¿verdad?—dijo, acariciándolo.

–Pero, mamá tenía mucho miedo de él.

–Me prometiste que pasarías el día con él. Me lo prometiste... —Natasha intentaba no dejar paso al llanto desde su cuarto.

Beauty and the Beast [Natasha Romanoff x Bruce Banner]Where stories live. Discover now