El terror, ese miedo a la muerte, suplicando que no lo hiciera, pero no sentí nada más que asco.

Su vida estaba por irse así que saqué mi katana y le corté la garganta.

Lo miré mientras mi respiración se calmaba, me dejé llevar un poco.

Miré mis manos llenas de sangre, no sentí nada y sonreí.

Si me sentía mal después de matarlo bien podría morirme.

Estaba por hablar con los niños cuando estos me abrazaron y antes de que empezaran a llorar usé un hechizo de silencio en la habitación.

Ellos solo me abrazaron y lloraron, dos de ellos hablaban Italiano pero el otro solo sabía inglés.

Me sorprende que las cosas llegarán a esto...

Tardé una minutos en calmar a los niños, les dije que se quedarán aquí y yo oculté el cadáver.

Llevo media hora aquí y solo maté a uno, soy una vergüenza.

Salí de la habitación, lo bueno es que nadie me detectó.

Caminé por el pasillo hasta una puerta donde al abrirla daba con una especie de sala donde se encontraban personas vestidas con batas de laboratorio que llevaban una cruz en su cuello.

Solo necesito la información de como vuelven a alguien un portador nato

Valper mencionó que había un sótano que solo podía accederse desde un círculo mágico en el segundo piso.

Registre varias habitaciones y cada vez perdía aún más la fé en la humanidad.

Habían niños de hasta 12 años aquí, ninguno parecía estar bien mental o físicamente.

Finalmente encontré la única habitación vacía exceptuando por las velas.

No soy idiota para creer que no se prepararon por si alguien quería acceder a sus secretos, así que necesito uno de ellos con vida para entrar.

Regresé a la sala de descanso donde estaban estos sujetos, había uno junto a una puerta que se reía bebiendo vino.

*Fooosh*

Dirigiendo su mirada hacia abajo vio un trozo de metal bañado en un líquido rojo acompañado de un dolor desde su espalda a su pecho.

Su cuerpo se desplomó y sus compañeros miraron con horror y miedo.

-Hola-Les sonreí.

Varios de ellos abrieron mucho los ojos y me miraron con horror.

-¡Un dem-Antes de que terminara su cabeza estaba separada de su cuerpo.

Corte rápido ascendente, lo primero que aprendí de mi maestro.

Usas la katana desde una posición inferior y con las dos manos dirige perfectamente el corte hacia la yugular, luego sueltas una mano y aplicas más fuerza ganando así aceleración y con el peso del cuerpo al moverse, se vuelve un corte letal.

Básico pero muy útil, si lo perfecionas puede usarse como defensa y ataque a la vez.

Mi maestro rompió mi espada de bambú con este ataque y antes de que al menos reaccionará atacó de nuevo con un golpe en mi cara.

Maldito anciano bastardo, te patearé el culo cuando crezca.

Sin darme cuenta liberé mi sed de sangre y recordé que había más gente aquí por un chillido que dio uno de ellos.

Volví a levantar mi katana y decidí eliminar a varios así que cargué adelante y empecé a matarlos.

Fue una masacre y solo quedó un viejo que por el charco bajo el se había orinado.

El Hijo de la Destrucción Where stories live. Discover now