64. La nueva normalidad

162 15 8
                                    


Despierto de golpe muy sobresaltado. Todo está muy oscuro, pero aunque no vea nada, noto que estoy tumbado boca arriba mirando hacia el techo. Mi respiración está muy agitada, obligándome a jadear incluso algunas veces. Mis ojos están llorosos y me pican bastante. Todo mi cuerpo tiembla levemente, casi ni lo noto, pero por unos segundos no soy capaz de mover ni un solo músculo. 

Me noto empapado, y tengo bastante frío, algo raro teniendo en cuenta que están siendo unos días bastante calurosos. Tras unos segundos, que se me hacen eternos, consigo tranquilizarme un poco, respirar de forma más relajada y moverme lentamente, aunque de forma algo torpe. Todavía tengo ligeros temblores y espasmos por todo el cuerpo, y a la hora de moverme se me dificulta un poco, sobre todo al apoyarme con los brazos. 

Me incorporo un poco para quedar sentado sobre mi cama mientras noto como las sábanas también están empapadas y heladas. Estoy sudando muchísimo. Incluso soy capaz de notar el potente olor a sudor por todo mi alrededor.

¿Qué ha pasado? ¿Una pesadilla? No recuerdo nada de lo que he soñado. Pero es evidente que no voy a despertarme así por nada. Me duele ligeramente la cabeza, por lo que cierro los ojos fuertemente mientras me masajeo las sienes con los dedos. 

Mi móvil se encuentra en la mesita de noche de al lado de mi cama. Lo enciendo y veo que todavía no son ni las cuatro de la madrugada. Eso explica por qué todo está tan oscuro. Pero de la razón por la que me he levantado de esta forma no consigo averiguar nada. 

Suspiro cansado y me levanto para ponerme ropa interior nueva, ya que la que tengo está totalmente mojada. También cambio las sábanas y tomo una toalla de mi armario con la que me seco un poco antes de volver a vestirme. Una vez que he cambiado las sábanas de la cama y que vuelvo a tener ropa seca, me tumbo y me tapo con las sábanas secas para volver a dormir. 

Al instante vuelvo a abrir los ojos al escuchar el fuerte sonido de la alarma de mi móvil. Sin embargo, ahora toda mi habitación está iluminada por la luz que consigue pasar a través de la cortina. Ya no son las cuatro de la madrugada, son las nueve de la mañana. Debo de haberme quedado dormido en el acto en cuanto me he tumbado antes. Aun así me noto algo agotado, no creo que haya dormido muy bien durante gran parte de la noche. 

Apago la alarma y me vuelvo a sentar en la cama para estirar un poco mi espalda y brazos mientras bostezo. Tal y como esperaba, la ropa y sábanas mojadas están hechas una bola justo delante de mí. 

Me levanto y me visto rápidamente. Abro la ventana de mi cuarto para ventilar un poco y regenerar el aire de mi habitación. Nada más abrir, el aire entra por la ventana, dándome una sensación agradable de frescura. Dudo mucho que la temperatura fuera sea tan agradable, pero el hecho de tener la brisa golpeando mi cara y eliminando el sudor de mi cuerpo ayuda a refrescarme.

Me giro y agarro la ropa y sábanas mojadas y salgo de mi habitación para dejarlas con el resto de ropa para lavar. Se nota que se han secado un poco, pero están heladas al tacto y siguen oliendo a sudor. Una vez lo dejo todo en el canasto de la ropa sucia me dirijo hacia las escaleras para bajar a la cocina. 

Justo cuando iba a comenzar a bajar, mi abuela sale de la cocina mirando hacia mí. 

— Justo iba a llamarte. ¿Quieres que te prepare algo para desayunar? —me dice con una dulce sonrisa. 

— Buenos días —digo bajando las escaleras—. Muchas gracias, pero no te preocupes, me prepararé algo rápido. Debería salir dentro de poco si quiero llegar temprano a la reunión con el director —digo mirando de nuevo la hora en mi móvil y recordando a donde tengo que ir hoy.

— ¿Te has asegurado antes de que esté abierto? —me pregunta mi abuelo desde dentro de la cocina, terminándose su taza de café antes de acercarse al fregadero y limpiarla. 

Dark Wings |BNHA|Where stories live. Discover now