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Sus ojos recorrieron el lugar, y un sentimiento de nostalgia se alojó en su pecho. Los recuerdos de su adolescencia inundaron su mente con rapidez, y los 17 años a los que les había dicho adiós volvieron, tan presentes como si no hubiese pasado un solo día. Sonrió levemente al mirar el enorme jardín con flores de distintos colores en él; La primera vez que sus pies tocaron el césped de esa casa, esas flores habían terminado destruidas casi por completo.

"Minho."

Han soltó su mano despacio, llamando su atención. Incluso si había sido en menos de dos segundos, Minho había podido sentir como cada uno de los fríos dedos de su pareja se alejaban de los propios.

"Estaré por allá."

Apuntó el amplio espacio en el que varias gallinas se movían con libertad. Minho lo miró, y acto seguido miró a su novio.

"Bien."

Se acercó a él y dejó un beso en su frente. Comprendía que Han quisiera estar solo, y no pensaba oponerse a ello.

El menor se alejó y Minho regresó a vista al jardín, mordiendo el interior de su mejilla para evitar llorar.

"Ha pasado tanto tiempo."

Susurró para sí mismo. Un suspiro salió de sus labios y su corazón se sintió pesado. Le era imposible no recordar todos los buenos momentos que había pasado en ese lugar junto a sus amigos.

"Minho, cariño."

La voz femenina le hizo girar, y el rostro de la madre de Han le dedicó una sonrisa floja.

"Yo..."

"No digas nada, cielo."

Dijo con simpleza. Sus ojos estaban hundidos y unas enormes ojeras la hacían lucir cansada.

"¿Han dormido bien?"

El tono de su voz dejaba que Minho notara la preocupación que sentía.

"¿Que le puedo decir?"

Miró el piso.

"Nada que no sepa, cariño."

La madre de Han miró a su hijo a la lejanía y suspiró.

"Nunca lo había visto tan callado."

"Necesita tiempo."

Miró a la mujer atentamente, su voz era inestable.

"Señora Han."

Se acercó a ella, la mujer lo miró y sin esperar demasiado la envolvió en un cálido abrazo. No podía hablar sin sentir ese gran nudo en su garganta, pero podía demostrarle que estaba presente para ella. Los brazos de la mujer se quedaron inmobles a un costado de su cuerpo, pero con el paso de los segundos la camisa de Minho comenzó a humedecerse levemente. Apretó los labios y miró el cielo en un vago intento de contener sus lágrimas.

"Lo lamento, Minho."

Se alejó de su cuerpo y lo miró apenada.

"No se disculpe."

La mujer sorbió su nariz y limpió sus mejillas con delicadeza.

"Los chicos."

Tomó aire y lo miró directo a los ojos.

"Ellos están por llegar."

La miró confundido.

"Por favor no dejen que mi Jisung se entristezca más."

"Por favor cuide de usted. No sé sobre esfuerce."

La mujer sonrió levemente y sorbió su nariz una vez más.

"Gracias por ser parte de la familia, cariño."

Dejó una caricia en su hombro y se alejó, caminando hasta las que sabía eran sus hermanas.

...

"¿Ustedes también están tristes?"

Miró a las gallinas frente a él, solía visitarlas cada que estaba en casa de Nana. Esta vez estaban quietas, tan solo dando cortos pasos para acercarse entre ellas.

"El tío Anh dijo que fueron las últimas con las que habló."

Parpadeó con rapidez y miró el piso.

"¿Se despidió?"

Sintió las lágrimas brotar de sus ojos.

"Porque también dijo que hoy no cantaron. Es la primera vez que no cantan desde que llegaron aquí."

Comenzó a jugar con sus manos, tomando un poco de alimento y dejándolo en el piso, justo frente a él.

"No puedo culparlos por no hacerlo, deben sentirse tan tristes como yo."

"¿Qué haces, bebé?"

Minho se sentó a su lado en el piso y lo miró.

", ¿Podemos venir a verlos?"

"¿Qué?"

"Es que ahora nadie va a cuidar de ellos."

Han miró a las gallinas con tristeza.

"Hannie."

"Tampoco hay quien cuide del caballo."

Bajó la mirada cuando una lágrima resbaló por su mejilla. No quería que Minho se sintiera triste por su culpa.

"No se cuidar caballos...Pero puedo aprender."

Dijo después de tomar una gran bocanada de aire.

"Por favor."

Lo miró con los ojos llorosos y la punta de su nariz roja. Y entonces el corazón de Minho se apretó.

"¿Te parece venir una vez al mes? Podemos quedarnos un fin de semana."

Su mano se acercó al rostro de Han, y su pulgar se aseguró de quitar los rastros húmedos de sus mejillas.

"Minho."

El menor regresó la vista a las gallinas una vez que la mano de su novio se alejó,

"¿Crees que noten la ausencia de Nana?"

La nariz de Minho se coloreó de rojo, y una pequeña lágrima resbaló por su mejilla. Mordió su labio intentando tranquilizarse.

"Ella los cuidó desde que eran pollitos. ¿Qué harán ahora que no puede cuidarlos?"

"Son fuertes."

Dijo con la voz temblorosa.

"Se acostumbrarán a la ausencia."

"¿Crees que nosotros podamos hacerlo?"

Y esa pregunta había sido suficiente para que el mayor agachara la cabeza y las lágrimas comenzaran a bajar por sus mejillas con rapidez.

"Porque yo no creo poder."

Han lo miró de reojo, y su cuerpo se acercó a él por inercia. Acercando su brazo para poder limpiar el rostro ajeno con la manga de su chamarra.

El mayor tomó su mano con fuerza, sin permitir que la alejara de su rostro y ambos se miraron en silencio.

"Estaremos bien, ya verás."

Han sonrió con tristeza y Minho soltó su mano para poder rodear el pequeño cuerpo con su brazo, acariciando su cabello en el proceso.

"¿Por qué esas caras largas?"

Ambos miraron al dueño de la voz, los ojos hinchados de Bangchan los sorprendió, su rostro lucía cansado, pero una leve sonrisa lo adornaba como era costumbre.

"Pensamos que tal vez necesitaban algo de apoyo."

El mayor apuntó detrás de su cuerpo, donde sus amigos los miraban en silencio, tan solo esperando una respuesta afirmativa por parte de la pareja.

El corazón de Minho se apretó en su pecho, y la mano de Han apretó su pierna con fuerza.

"Estamos juntos en esto."

Hannie!!Where stories live. Discover now