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La casa estaba oscura pero la luz que se colaba por el cristal del balcón le permitía observar la silueta de su novio. Su ceño se frunció y su cuerpo se detuvo justo fuera de su habitación, el cuerpo de Han estaba de espaldas a él, no decía nada, tampoco se movía.

"Amor."

Se acercó cuidadosamente. Y cuando estuvo a pocos metros de distancia pudo notar los ligeros temblores en el cuerpo del menor.

"Hannie."

Lo tomó por los hombros y el menor se giró despacio. Sus ojos estaban hinchados y sus manos se aferraban al celular con fuerza. Han lo miró y cuando los labios del mayor estaban por abrirse su cabeza comenzó a negar.

"Ya no está."

Susurró, pero Minho había escuchado a la perfección. Los brazos del menor se aferraron a su camisa y su rostro se escondió en la curvatura de su cuello. El mayor no dijo nada, no porque no supiera que decir, sino porque no podía. Envolvió el cuerpo contrario con sus brazos y lo acurrucó contra su pecho, sintiendo como un nudo se formaba en su garganta y como por sus mejillas comenzaban a caer gruesas lágrimas tibias.

El departamento estaba en silencio, y el clima frío hacía que los vellos de ambos se erizaran. A pesar de ello se mantenían abrazados en el centro de la habitación, sin decir nada, tan solo dejando que las lágrimas fluyeran con libertad. Una cola se enredó en el tobillo de Han, y el pequeño cuerpo de Soonie comenzó a restregarse sobre el mismo. Sus ojos se abrieron con lentitud, observando la piel de Minho.

"Lo siento."

Comenzó a secar la piel del contrario con su mano, a la par que sorbía por su nariz. Sus gafas estaban empañadas y su nariz roja. El mayor en ningún momento lo soltó, no quería que Han lo viera así, quería poder ser un apoyo para él en un momento tan difícil como lo era este. Sorbió su nariz y se alejó levemente del cuerpo del menor.

"¿Quieres té?"

Lo miró con una sonrisa reconfortante.

"Te hará sentir mejor."

Han lo miró directo a los ojos, y en la garganta de Minho un nudo volvió a formarse al ver sus ojos hinchados. Apretó sus labios para evitar llorar y llevó sus manos al rostro ajeno, retirando sus gafas para poder pasar sus pulgares por sus ojos con delicadeza, retirando las lágrimas acumuladas en sus ojos.

El menor negó con la cabeza y tomó su mano con fuerza, lo llevó hasta el sillón y lo obligó a sentarse, sentándose a su lado.

"Sé que estás triste, amor."

Su voz salió temblorosa, pero su mano no soltó la contraria.

"Llorar no tiene nada de malo."

Los ojos de Minho se llenaron de lágrimas y sus mejillas no tardaron en humedecerse. Se miraron por algunos segundos. ¿Qué se debe decir cuándo algo como eso sucede? Ninguno sabía la respuesta a ello.

"¿Tu madre mencionó algo más?"

Dijo temeroso, esperando que sus palabras fueran cuidadosas en el tema. Han sorbió su nariz y miró sus manos entrelazadas, la punta de sus orejas se calentó, y sus ojos volvieron a llenarse de lágrimas. Mordió la parte interna de su mejilla.

El mayor pudo sentir la mano contraria temblando sobre la suya.

"Ella..."

"Está bien, Hannie."

Su mano libre se acercó a su rostro, limpiando sus mejillas con delicadeza.

"Van camino a casa de Nana."

Tomó aire y dejó que Minho siguiera acariciando su mejilla.

"Dijo que se verán mañana para decidir quién se hará cargo de todo por allá."

Asintió levemente.

"¿Quieres ir?"

Han guardó silencio, quería poder despedirse, pero la idea de estar ahí le aterraba de sobremanera. No quería sentirse peor de lo que ya se sentía al escuchar a su familia hablando de todo lo que habían vivido junto a su abuela, no se sentía preparado para ello. Miró a Minho en silencio y asintió con rapidez, dejando que sus lágrimas cayeran nuevamente.

Minho extendió sus brazos sin decir nada, no quería que su voz se quebrara en el proceso. El cuerpo de Han se hizo pequeño en el sillón, su cabeza se recargó en el hombro de su pareja, y sus temblorosas manos se aferraron a su pecho.

"Nos iremos a primera hora, te lo prometo."

Besó la cabeza de Han y se dedicó a dejar caricias en su cabello, no dejaría de hacerlo hasta que el contrario pudiera descansar un poco.

...

Abrió los ojos debido al frío de la habitación, todavía estaba oscuro, sin embargo, las luces de la ciudad frente a su balcón ya no estaban encendidas lo que le dejaba saber que no faltaba mucho para el amanecer. Los vellos de sus brazos se erizaron ante la temperatura, la única calidez que podía sentir era la del cuerpo de Han sobre sus piernas. Lo miró con detenimiento, no recordaba al menor en esa posición por lo que supuso que se había movido debido a la incomodidad de estar sentado.

"Mi pequeño."

Susurró moviendo el cabello de su frente, lucía tranquilo, demasiado como para molestarlo. Pero Minho debía arreglar sus cosas para irse.

"Hannie."

Se acercó como pudo hasta su oído y lo movió levemente.

"Hannie, enfermarás."

Las cejas de Han su fruncieron, y sus labios formaron un puchero.

"Déjame llevarte a la cama."

Su cuerpo se levantó con pereza, sin abrir los ojos. Tan solo se había sentado en el sillón en automático para que su mayor pudiera levantarse. Minho se levantó y extendió sus brazos.

"Ven aquí."

Han se puso de pie en el sillón, y no tardó demasiado en aferrarse al cuerpo de Minho con fuerza, atrapando la cintura contraria con sus piernas.

Caminó hasta la habitación y dejó a Han en la cama, lo cubrió con las mantas y besó su frente.

"Te despertaré más tarde."

"Honnie."

El menor lo tomó del brazo, aún adormilado.

"¿Qué pasa Hannie?"

Lo miró con una expresión neutra.

"Tuve un sueño horrible."

Pasó saliva con dificultad. Sus ojos se cristalizaron y sus labios se apretaron. Sin poder evitarlo se acercó al cuerpo de Han para abrazarlo con fuerza.

"¿Tú también lo tuviste?"

Dijo con inocencia, y el corazón de Minho se apretó en su pecho.

"Solo descansa, cariño."

Lo besó con ternura y se alejó de su cuerpo, saliendo con rapidez de la habitación. Su espalda se recargó en la pared junto a la puerta, y sus lágrimas no tardaron en caer por sus mejillas.

Hannie!!Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz