Noche XIV: El sabio

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Una pequeña comitiva partió de la cueva de los 40 ladrones cuando el sol comenzó a descender lentamente del cielo. El grupo estaba conformado por Sabito, Giyuu, Kyojuro, Akaza y Senjuro. A cargo de los 40 ladrones en las cuevas quedó la joven Makomo, la tercera al mando después de Sabito y Giyuu.


Los viajeros avanzaron montados sobre camellos individuales siguiendo en todo momento a Sabito quien era el único que conocía la ubicación secreta donde habitaba Ubuyashiki.


Andaron durante largas horas hasta que el sol se ocultó. Jamás se acercaron a un oasis o a alguna ruta comercial. Akaza llegó a sospechar que Sabito en realidad estaba perdido y los llevaba a ningún lugar en realidad. Pronto, la helada noche comenzó a calar con fuerza sobre sus cuerpos. Entonces Hakuji extrañó a Douma, su leal alfombra mágica ¿El desgraciado de Muzan se habría hecho con ella también?


En algún punto de la helada noche, el camello de Kyojuro se alineó con el de Hakuji y el príncipe heredero intentó sonreír o charlar con Akaza.


El Rey Soyama lo rechazó de inmediato.


— No estoy de humor para la diplomacia, príncipe — lo evadió crudamente Akaza quien se adelantó cabalgando para deshacerse de la compañía del rubio.


Kyojuro permaneció pasmado y boquiabierto. Luego se recuperó y continuó cabalgando sin intentar acercarse a Hakuji nuevamente.


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La luna yacía sobre sus cabezas iluminando el camino con su halo azulado. Sabito alzaba la cabeza de vez en cuando para guiarse con ayuda de las estrellas.


Finalmente, tras horas cabalgando, sin sentir sus traseros y con todos los dedos congelados, delante de ellos se alzó un pueblo en medio de la nada. Era muy pequeño y apenas un puñado de casas se organizaban alrededor de un pozo de ladrillos, la única fuente de agua del lugar.


Sabito cabalgó con seguridad hasta alcanzar el poblado y, repentinamente, la puerta de la casa más grande, rodeada de palmeras altas y viejas, se abrió de par en par y de ella salió un hombre de mediana edad con el cabello negro y lacio, de pasos lentos, pero seguros, y sus ojos... estaban cubiertos por un extraño hematoma que se extendía hasta su frente ¿acaso era ciego?


El líder de los 40 ladrones desmontó a varios metros de distancia del hombre que acababa de salir de la casa y luego caminó respetuosamente hacia aquel.


— Señor Ubuyashiki, buenas noches y me disculpo por llegar a su hogar sin anunciarme antes — le saludó con solemnidad el de cabellera naranja y ojos violeta.


— Querido Sabito, este es tu hogar también, siempre serás bienvenido. Aunque no es una sorpresa tu llegada en absoluto.


— ¿Supo que llegaríamos esta noche gracias a alguna de sus predicciones, señor Ubuyashiki?


— Así es. Tus acompañantes son el sultán de Agrabah, su esposo, su hermano y tu amado Giyuu ¿No es verdad? — señaló con calma el sabio.


Noches de Agrabah [Akaza x Rengoku]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt