Noche IV: Las tres doncellas

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Pocos años atrás, el sultán Shinjuro llevó a su hijo menor como regalo "esclavas de entretenimiento" conseguidas en la última guerra que culminó a favor de Agrabah. El monarca apuró al príncipe a "estrenarlas" de inmediato, esperando que el acto sexual lo espabilara a Senjuro de su personalidad amable y mesurada.

El príncipe más joven jugaba con muñecos de trapo cuando el sultán arribó a sus habitaciones junto con guardias quienes apresaban a las tres mujeres bruscamente y Shinjuro ordenó repentinamente a su hijo que aprendiera a disfrutar del cuerpo femenino para olvidar rápido la infancia. Sólo consiguió reacciones asustadas y negativas de parte del chiquillo, así que Shinjuro perdió los estribos y tomó a una de las tres esclavas sexuales agresivamente por los cabellos mientras gritaba.

— Pues te enseñaré cómo se hace, sólo mira y aprende, mocoso.

Senjuro lloró y se quedó paralizado. Quería ayudar a la chica quien estaba aún más asustada que él, mientras que guardias reales sostenían con fuerza a las otras dos chicas quienes luchaban incansablemente para liberarse y ayudar a su compañera.

Enseguida, el joven príncipe Kyojuro arribó a las habitaciones de su hermano menor. Sus ojos relampagueaban furiosamente, provocando que el mismísimo sultán se encogiera instintivamente.

— Padre, te suplico que no te atrevas a mancillar a Senjuro de ese modo. Defenderé su inocencia y su buen corazón en nombre de nuestra amada madre.

Shinjuro sintió cómo todo el aire de sus pulmones se vació en un instante y luego su corazón se encogió hasta un punto doloroso. Luego, un débil fuego nació en el estómago del sultán a modo de orgullo, no podía permitir que su vástago lo humillara de ese modo.

— ¡Cómo te atreves! Eres un...

— Las quiero para mí — exigió Kyojuro con decisión.

Toda la sala enmudeció, incluso los guardias reales se miraron entre sí estupefactos.

La risa cruel del sultán rompió el silencio.

— ¿Tú? ¿Y qué harás con ellas? ¿Tomar el té? — se mofó el sultán.

— Lo mismo que haces tú con el visir todas las noches ¿Digo más detalles aquí? — atacó Kyojuro entrecerrando los ojos.

Shinjuro se mordió los labios y fulminó a su heredero con la mirada. Luego se giró y salió de los aposentos.

— Haz lo que quieras con ellas, al final si Senjuro no se hace hombre sólo será culpa tuya.

Finalmente, el sultán abandonó el lugar, sumamente ansioso por empinarse una botella de licor por la garganta cuanto antes.

— Llevenlas a mis habitaciones, no les hagan daño — indicó Kyojuro a los guardias quienes se retiraron con las tres mujeres quienes continuaban resistiéndose a ser apresadas.

Cuando los hermanos se quedaron a solas al fin, el menor se echó a llorar mientras Kyojuro lo consolaba diciéndole que no tenía que lastimar a nadie para "hacerse hombre", al contrario, el deber de un hombre de verdad era proteger, así se lo había transmitido su querida madre difunta.

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Las tres esclavas respondían a los nombres de Makio, Suma y Hina. Ellas eran hermosas doncellas del país del escudo de leones, el cual había sido subyugado por Agrabah recientemente. La nación de las tres chicas se encontraba al sureste y era rica en verdor y agua a diferencia de la perla del desierto, pero a ellas ya no les esperaba nada atrás pues su hogar había sido destruido por las tropas del sultán.

Noches de Agrabah [Akaza x Rengoku]Where stories live. Discover now