Noche XII: Reveses

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Uzui se entretuvo después de la cena explorando los magníficos jardines del Palacio. El genio perdió muchas horas admirando cada flor, cada arbusto, cada árbol, cada construcción, cada detalle y cada aroma. Debido a que la mayor parte de su existencia permanecía encerrado dentro de la lámpara, una cruel prisión perpetua, adoraba aquella oportunidad para gozar la libertad, el mundo exterior y sus maravillas.


Hakuji era un amo inusual. Pocas ocasiones había tenido la oportunidad de estar tanto tiempo en el mundo exterior. La mayoría de sus antiguos amos se precipitaban a declamar los tres deseos sin pausa y esto lo devolvía a la lámpara en un parpadeo; sin embargo, Hakuji era diferente. Aquel no sabía exactamente qué deseaba en realidad. Durante los primeros días en el castillo de Soryu, su amo murmuró espontáneamente "Mi único deseo real sería devolver a Koyuki y a mi maestro a la vida, pero ni siquiera tus poderes pueden lograrlo" habló con melancolía y ojos vidriosos mientras miraba el suelo.


Conmovido por aquella infinita tristeza que aquejaba a Hakuji, Uzui deseaba que el príncipe Rengoku aceptara el cortejo de Soyama y, de algún modo, esto alegrara e iluminara el corazón de su querido amo ¡Qué locura! Se había encariñado con su amo y deseaba su felicidad a como diera lugar. No recordaba que ninguna otra persona a la que tuvo que concederle deseos hubiera sido de su agrado. Era la primera vez que encontraba un amigo o eso parecía.


Las tres doncellas espiaban al albino en los jardines. Estaban sumamente preocupadas, pues descubrieron que Kyojuro no estaba en sus habitaciones, pero sus ropas de enmascarado de la flama se hallaban intactas, aunque... faltaba su leal espada de hoja roja con patrones flamígeros.


Hinatsuru, la más feroz de las tres, sospechó de inmediato del Rey Soyama. Quizás había secuestrado a su querido príncipe para obligarlo a casarse con él a la fuerza y el príncipe apenas pudo tomar su espada para defenderse. Suma, la más soñadora, gritó asustada y se preocupó, aunque en realidad no había rastros de batalla y mucho menos de sangre en los aposentos de Kyojuro; por su parte, Makio, la más madura, suspiró cansada y les obligó a dejar de fantasear, pero también coincidía en que el nuevo pretendiente estaba involucrado en la desaparición.


Las doncellas se apresuraron a llegar sigilosamente a los aposentos de huéspedes en donde se había instalado el Rey Soyama. Se encontraban completamente vacíos, oscuros, y silenciosos. Los pocos sirvientes que acompañaban al Rey se hospedaban con los demás sirvientes del Palacio y todos dormían a esas altas horas de la noche.


Las tres mujeres sólo pudieron hallar al consejero de Soyama quien paseaba despreocupadamente por los jardines. Lo observaron detenidamente en busca de algo que lo incriminara, pero nada raro sucedía. Aquel hombre alto, musculoso y bien parecido disfrutaba en exceso de los pequeños detalles del jardín. La escena resultaba inexplicablemente conmovedora.


En seguida, Suma olvidó que el hombre era sospechoso de raptar al príncipe y se embelesó mirándolo, incluso dulces risitas brotaron desde sus pequeños labios; Hinatsuru no perdía de vista cada movimiento de aquel, empeñada en que esto significaba que acechaba a su presa, aunque en su estómago múltiples mariposas revoloteaban con más intensidad a cada instante; Makio no tardó en comprender que ese hombre le atraía y eso le frustraba un poco.


Cuando Uzui las descubrió, caminó hacia ellas y, aunque intentaron escapar, las tres terminaron rodando de bruces al suelo con torpeza. El albino les extendió la mano para ayudarlas a levantarse una por una.

Noches de Agrabah [Akaza x Rengoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora