𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨

3.3K 392 223
                                    

Abandona un sueño.

───

Ahí estábamos, frente a frente, como nunca antes creímos que estaríamos. Nuestros pensamientos y decisiones iban en contra a nuestras naciones, pero más yo, que él. Miraba detenidamente a Berthold, quien había expuesto su presencia de ese barril cuando supo que Reiner estaba acorralado, y moribundo. En este momento tan tenso, todo parecía recaer en nuestros hombros, era una escena decisiva. No podía dejar de pensar en que debía hacer, como podía apuntarle sin tomar una clara decisión de mi postura. Él tampoco se movía, debía estar pensando, debía querer tomar acción, pero como yo, tampoco podía. Estábamos claros, si Berthold se transformaba, no había manera de cubrir este lugar, estaría ardiendo en llamas. Sería más difícil para aquellos que anhelan recuperarlo, sería difícil para las personas con las que crecimos estos últimos tres años. Era difícil para mi decidir, era por eso que mi espada estaba levantada, pero mi mano no dejaba de temblar. Las gotas de sudor caían de nuestra frente, ¿alguna vez creímos que íbamos a enfrentarnos? No dejaba de preguntarme eso, y más cuando juntos siempre ganábamos en todo, por eso nadie quería jugar, éramos ganadores, ¿qué había cambiado?

-¿Qué?-me llamo él, agitado, me miraba estresado ante no saber cómo actuar.-¿Vas a distraerme para que me maten?-me preguntó.

-¡No!-respondí agitada, el tiempo era corto para una conversación con sentimientos abiertos.-No quiero hacer nada de eso, estoy aquí por voluntad propia, nadie decide sobre mi.-aclaraba, viendo como él me miraba detenidamente.

-Ya veo, te han aceptado como eres... -musitó cabizbajo.-Pero a mi y a Reiner no nos dieron opciones. ¿Qué cosas no?-se preguntaba, desilusionado.-Querían matarnos a toda costa, veo que aún, nada de eso parece cambiar.-expresó ante ver como los demás nos observaban, pero yo, baje mis espadas.

-No puedo matarte o atacarte, no importa que tan cobarde suene, no puedo hacerlo.-musité, cabizbaja, sintiendo mis labios temblar.-Podemos solucionar esto, ¡podemos hacerlo!-le decía, esperanzada de que algo pudiera cambiar.

-¿Y qué? ¿Nos esconderemos de Marley para siempre?-me preguntó, aún apuntándome con su espada, me fui acercar, pero él la levantó más, dejándome desconcertada.

-¡Amaya, no te acerques!-me grito Mikasa, observando a la distancia este duelo de unos viejos amigos, que eran más fuertes, juntos.

-No hay lugar para nosotros aquí, quizás para ti si Amaya. Siempre quisiste hacer lo correcto, puede ser que hayamos tomado las decisiones incorrectas, pero Reiner y yo, queremos volver a casa, no importa que suframos el haber abandonado a Annie o a ti, el matar a Marco, y a muchos más. Porque nunca perteneceremos aquí, como tú si. Y es algo que me da envidia.-decía cabizbajo, bajando la espada, a lo cual me fui acercando.

-Podemos volver a casa, sin tener que hacer esto, Berthold.-le decía, estrechando mi mano.-Juntos, seremos ganadores en la colina.-exprese, viendo como él levantó su mirada, pero decayó en el desespero.

-¡Amaya!-los demás gritaron mi nombre cuando la espada de Berthold se elevó, rasgando mi mano por completo, a lo que caí sentada en el suelo restregándome de dolor por el ardor.

-¡Berthold!-Armin se interpuso, a la distancia desde otro tejado, queriendo protegerme mientras que yo yacía desconcertada por el ataque sorpresa de quien era mi amigo.

-No, no van hacerme bajar la guardia.-decía él, mirándonos a mi y a Armin.-

-¡Vamos a negociar!-le pidió Armin, a lo cual, mire confundida.

𝐏𝐀𝐈𝐍── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Where stories live. Discover now