𝐝𝐨𝐬

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Donde todo empezó.

───

Mis ojos veían lo que desconocía, lo que más allá jamás pensé ver, pero era aquí donde ahora estaba, y no había manera de volver. La multitud se me hacía desconocida, pese a que viera ojos conocidos. Estaba inquieta, pero en silencio y con un semblante expresivamente frío. Mi alineación estaba aislada, nadie estaba cerca de mi, de seguro por mi manera de mirar. Portábamos uniformes, aquellos que nos describían como los reclutas que éramos. Estábamos en fila, eran montones de jóvenes adolescentes que venían aquí, con una misma visión, ser reconocidos o respetados, no lo sé, no había manera de que entendiera, me habían inculcado en mi nación que estas personas; solo eran demonios, y aislados de la sociedad debido s sus agrios pecados. Mi mirada se colocó de frente, sin temor a la alzada voz de aquel hombre, cuyo era un tipo de sargento que entrenaba arduamente a los reclutadores hasta poder convertirles en lo que desean ser. Me era difícil estar aquí, me sentía impaciente, ya había pasado por estos sucesos e entrenamientos años atrás. Continué con mi frente en alto, recordando que en mi nación, en Marley, nos entrenaban desde muy críos, aquí veía que lo hacían un poco más tarde. Sentía que estaba en un circo, me sentía con el alma partida en dos, y temía en perder mi identidad propia.

La Isla Paradis, una nación aislada del mundo exterior, ante el pecado de vivir como demonios. Se les era castigados al vivir dentro de tres muros, los cuales se componían de grandes titanes, la maldición mas grande que podía recorrernos en este planeta. Monstruos sin conciencia, grandes y temidos por sus pueblerinos los Eldianos, estos quienes me rodeaban. Las murallas Maria, Sina y Rose, eran aquellas que les cuidaban del mundo que desconocían, debido a la humillación de vivir escondidos, para sobrevivir. Maldecía por lo bajo, sabiendo que estar aquí, no era mi deber; pero como guerrera que era, no tenía una opción, era una obligación. Mi sangre llevaría un poder indescriptible, que deseaba no tener, y pese a eso, mi tiempo de vida sería corto. Los días pasaban, y me era extraño. No era capaz de memorizarme ningún rostro, si no fuera, los que ya conozco. Aquellos dos varones y yo, cruzamos miradas, pero nos mantuvimos en distanciamiento, por precaución. Yo les conocía, pero fuera de esta Isla, mientras tanto, no. Reiner Braun y Berthold Hoover. Conocidos desde mi infancia, entrenada con ellos, y los tres, manteníamos la maldición de absorber un poder del que no teníamos autoridad, solo nos era prestado.

El atardecer caía, y aún no era capaz de sentirme acoplada, veía a esa chica de cabello castaño correr, fue castigada unos dias debido a su mal comportamiento, era muy impulsiva, no dejaba de robarse las comidas de los almacenes. Estaba sentada en la pared de aquella cabaña, sola y aislada de la gente con quien no quería compartir. Me sentía hipócrita, y estaba siendo una usurpadora, sabiendo que mi misión era, obtener un poder del cual desconocíamos su paradero. Los titanes estaban formados por nueve poderes, incluyendo la mía, diez. Se nos otorgó la autoridad de venir a esta Isla, y traer un poder que nos habían robado en Marley. Deseábamos al titán fundador, aquel que nos creo, y que era capaz de destruir a la humanidad entera incluso a nosotros mismos; sus creaciones, pero no había manera de saber dónde estaba. Mis compañeros fueron enviados aquí hace dos años, y aún no había progreso. Yo fui enviada este mismo año, con la intención de ayudarles, sabiendo, que en unos meses, o quizás, en dos años más, me colocarían en mis venas, un poder que no deseaba sobrellevar, pero era una obligación. La puerta de aquella cabaña se abrió, pero no miré, tan solo seguía observando más allá.

-Hasta que te encuentro.-me quede con la mirada fija a esa chica que corría bajo aquel sol, sin importar que a mi lado me hablara Annie Leonhart, mi amiga de la infancia.

-¿Qué quieres?-le pregunte, cortamente.

-¿Como vas?-me preguntó con sarcasmo ante notar mi pesada actitud.-Te veo bastante tensa.-opino, a lo que alce la mirada, y vi sus ojos azules grisáceos mirarme.

𝐏𝐀𝐈𝐍── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Where stories live. Discover now