𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

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Luz en la oscuridad.

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Tres años atrás.
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Corría tan rápido como podía, llena de impotencia, de un enojo que no podía expresar, no eran capaces de unas mentes tan vagas, entender el porqué una niña de doce años huía de su destino. Las lágrimas no salían de mis ojos, era como si estuviese escasa en demostrar la tristeza que abundaba en mi interior. Desde el día en que perdí a mi madre, no supe cómo sobrevivir a un mundo, lleno de prejuicios y suposiciones, que llevaban el juzgar, y en crear divisiones, ocultando la unión. Eso me creaba dolor, dolor en vivir en un mundo donde se desconocía la unidad. Aunque el dolor era sucesible, hasta que te llevaba a una oscuridad que no es capaz de volver a ver la luz de una pz que desconocías. El dolor me había traído soledad, y el pensar más allá de una realidad ficticia, pero lo único que deseaba, era vivir, aunque supiera que no tenía el tiempo para eso. Me senté en aquella banca, observando aquel puerto, y los barcos. Las gaviotas volaban libremente en el aire, sin retenimiento, solo volaban a su ritmo, a su deseo. Deseaba a veces ser un ave, y volar libremente a donde quisiera, pero no podía. Llevaba un uniforme, y un legado, que llevaría el honor de una familia en ella. Suspire, mirando el mar, y el atardecer caer. Llevaba mi cabello envuelto en una coleta, algo despeinada, y con mis flequillos alrededor. Pasos rápidos se escucharon, y giré mi mirada para observar quien me había seguido, y ahí lo observé. Aquel chico de cabello rubia, corto y alborotado, con sus ojos de color avellana. Portaba su uniforme, el mismo que el mío, y se veía algo agitado, quizás por haber corrido tanto hacia mi.

-Corres muy rápido.-musitó, agitado, e intentando de volver a retomar su respiración, mientras que se acercaba al banco.-¿Por qué corrías?-me preguntó.-¿Qué tienes?-su curiosidad lo invadía, así que simplemente le di espacio para que se sentara, mientras que me quede cabizbaja.-Saliste de la oficina del capitán, toda molesta, dejaste atrás al señor Pieck.-comentaba, esperando una respuesta de mi parte.

-No han dado informes actuales sobre la misión del titán fundador.-le explicaba.-No se sabe nada del paradero de Annie, Reiner, Berthold y Marcel.-informe, sabiendo que eso le crearía más preocupación, al fin y al cabo, ellos eran nuestros amigos de casi toda una niñez.-Así que han decidido una convocatoria para dar elección a que uno de los guerreros, portadores de un titán, iría a la Isla para buscarles, o darles refuerzos.-continuaba contándole, mientras que él me miraba detenidamente.-Piensan que todo está yendo mal, están desesperados, así que me han elegido a mi, por ser la portadora del segundo poder del titán hembra.-me detuve en una pausa, dejando de mirarle para cabizbaja, hablarle.-Me enviarán a Paradis.-indique, escuchando un bufido confuso de su parte.

-¿Qué?-pregunto, mientras que continúe cabizbaja -No lo entiendo.-Colte Grice yacía confundido, y abatido.-¿Cuando?-me preguntó, con algo de agitación en su voz.

-Mañana en la mañana.-respondí.-El primer barco zarpará del puerto, y me enviarán en el, con varios soldados. Dicen que ese fue error, dejar a cuatro niños a su suerte, y no quieren volver a repetirlo.-expresaba, con pesadez, sabiendo que no deseaba esa posición.

-¿Crees que hayan muerto?-me preguntó, dejando caer su cabeza en sus manos, para tapar sus ojos y restregarlos, parecían estar húmedos.

-No lo sé.-dije, tenía esperanza de que mis amigos yacieran vivos más allá de este mar, pero no lo no sabía.-Solo se, que no quiero irme de aquí. Tengo mucho miedo, y me duele mucha la barriga de tanto pensarlo.-llevaba mis manos a mi barriga, sabiendo que eran los nervios que abundaban la gran molestia.

𝐏𝐀𝐈𝐍── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora