𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨

6.6K 754 401
                                    

Soldados.

───
Tres años después.
───

Mis párpados se sintieron pesados ante la iluminación que transmitían las ventanas. Con pesadez los abrí, mirando aquel techo. Cada día que despertaba, cada día que pasaba, seguía sintiéndome aún con un vacío que no podía describir, era uno ajeno que no podía entender, y provocaba que me pesara él levantarme de esta cama, pero sabía, que debía hacerlo. Me levante, quedando sentada, observando a mi alrededor. Muchos empezaban a levantarse, y alistarse. No tarde en estirar mi cuerpo tan pronto baje de la litera, peinando mi cabello rápidamente aunque estuviese desmoronado. Anoche fue un buen festejo, nos habíamos después de todo, graduado. Habían pasado tres años, y recientemente había cumplido mis quince. El festejo no lo pase sola, pero aún, extrañaba mi hogar, pero al menos; ya tenía uno nuevo. Con mi serena expresión, pase por el lado de mis compañeros, quienes con su gran esfuerzo, lograron dignamente su diploma. Aún con los tres años que pasaron, se me hizo imposible no entrelazarme, pues, eran rostros y voces que veía a diario, así que, de una forma u otra; fue inevitable. Debía admitir que mi corazón, empezaba a pertenecer acá, pero mi alma estaba consiente de que yo no era un soldado de Paradis.

Salí de los dormitorios, para pasar a las regaderas, no sin antes escuchar voces conocidas llamarme, pero yo tan solo salude con mi mano, y continúe. No era tan cercana con algunos, pero no dejaba de ser cortes con ellos, aunque no pasaran tanto tiempo conmigo como los otros. Me adentre a las regaderas, y me quite mi ropa de dormir, encendiendo un grifo, y dejando que el agua cayera en mi, levantándome más. Mi cuerpo había cambiado, se desarrollo, al igual que mi rostro. Ya no era tan niña, tampoco tan adulta, era una adolescente que pronto se convertiría en una. Mi cabello había crecido un poco, pero me mantuve picándolo, con la intención de que no me molestara en mis entrenamientos. Habían muchas cosas en mi que habían cambiado, más allá de mi físico, mentalmente yo estaba ida. Aunque tuviera un pensamiento diferente, y no solía compartirlo con nadie, ni interior estaba podrido por él engañar, y usurpar a personas que para mis ojos, no lo merecían o quizás si, pero no entendía del todo bien tener que hacerles daño. Seque mi cuerpo, y coloque aquel uniforme, sabiendo que había otro que me esperaría, que estaba tatuado en mi piel. Me lo acomode, amarrando mis correas y ajustando mis zapatos.

-Amaya.-me sobresalte ante la presión de una mano en mi hombro, pero ante ver sus ojos, me calmé, y agarraba mi ropa.

-Hola, Marco.-le salude, mientras que camino a mi lado.

-Hoy saldremos al distrito de Trost, ¿irás?-me preguntó curioso.-Bueno, todos los que se graduaron iremos. Pronto habrá que elegir una de las tres elites, ¿tú a cuál iras?-me preguntó curioso, nuevamente, y es que, él era así.

-Al cuerpo de exploración.-le respondí, viendo como abría grandemente los ojos.-Ya lo sabias.-le esclarecí cuando entrábamos a los dormitorios, para yo guardar mis cosas.

-Lo sé, pero tenía esperanza que ingresaras a la policía militar.-confesó, algo apenado.

-Marco, aquí estás. Te buscaba.-la puerta se abrió, dejando ver a cara de caballo, quien me miró fulminante; nos odiábamos.-Venga, deja de mirarme así.-me pidió, con una sonrisa de lado.

-¿Quieres venir con nosotros?-me preguntó Marco, animado, pero negué, y deje de ver su animación.

-Ella irá con los perdedores.-exclamó Jean, pero Marcó le fulminó ante mi incomodidad del comentario.-Solo bromeó, santo.-se distanció, dejándome a Marco y a mi, solos nuevamente.

-Si no fuera tan patético... -esboce, llevando mi mano a mi frente y negando.-Pero, no puedo negar que es un buen compañero.-opine, visualizando a Jean sonreír y hacer muecas de manera egocéntrica.

𝐏𝐀𝐈𝐍── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Where stories live. Discover now