𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨

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Somos uno.

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A través de la fría noche, podía ver claramente las antiguas ruinas, y aún lado de ellas, una iglesia reconstruida. Lo que Hange había narrado, era más que cierto, lo difícil era encontrar una entrada en donde Eren e Historia pudieran estar. Éramos los únicos a la deriva en esta parte del bosque, no veíamos señales de la gente de Kenny Ackerman, pero apostábamos lo que sea, que estaban aquí. Sabíamos que enfrentarnos a ellos sería nuevamente una pelea a sangre fría por nuestras vidas, y me preocupaba el hecho de nuevamente dudar. Acomodaba las correas de mis equipos, colocados en mi cintura. Al menos había podido restaurar las hojas que gaste en el último combate. Debía admitir que aquella mujer me había pegado unos buenos golpes en el costado, porque aún me dolía. No había tenido un combate cuerpo a cuerpo con alguien, no desde hace mucho tiempo. Era una habilidad que no desarrolle en los entrenamientos cuando me adentré a la academia, no era de combatir a menudo, con quien siempre combatí fue con Armin, y me daba buena pelea, pensaba estratégicamente y lograba tumbarme. Nunca pensé que en algún momento, tendríamos que utilizar ese combate, no cuando crees que la guerra es solo contra una raza inferior, pero cuando vienes de una nación como la mía, sabes y entiendes que la amenaza para un humano, es otro humano.

-Aún no encuentran un pasaje o algo que nos lleve a donde pueden estar.-la voz de Mikasa me hizo girar mi campo visual, observando cómo caminaba hacia mi cabizbaja, y con un toque de seriedad, no estaba relajada.-Si no avanzamos, podrían devorar a Eren.-ella toco su cabeza, y una expresión de molestia la agobio.

-¿Mikasa?-se veía perdida, y aún acariciando su frente, como si le doliera.-Lo encontraremos. Confía.-le pedí, acercándome a ella.

-Él, es la única familia que tengo... -musitaba.-No puedo perderlo.-continuaba diciendo, afligida a un sentimiento que desconocía.-Si algo le pasa, voy enloquecer.-añadía, elevando su mirada, para verme entristecida.

-Creo que no serás la única... -susurré, bajando la cabeza, aunque yo intentaba de contenerme más.

-No se alejen, sabemos que no estamos solos aquí.-la voz de Armin se esclareció en medio del ambiente, visualizándolo en cómo se acercaba con sigilo y malicia.

-Vamos a tener problemas si ellos están aquí como estamos prediciendo.-opinaba.-Son fuertes, son ágiles, saben muy bien lo que hacen.-les decía a ellos, mientras que me miraban, pero Armin parecía sonreír.-¿Dije un chiste?-pregunté sería, y él negó pasmado.

-No, no es eso.-me aclaraba, mirándome.-Es solo que me di cuenta que siempre hemos sido nosotros, los mismos tres jóvenes cuidando más que nadie la espalda de Eren.-me indicaba, sonriendo, pero de una manera nostálgico.-Los cuatro, somos uno.-añadía, en un suspiro.-Da igual, veamos que han encontrado en el interior de la iglesia.-nos pidió Armin, pero nuevamente no pude moverme ante lo que dijo, y me quede por un momento cabizbaja.

-Amaya, vamos. No hay tiempo que perder.-me decía Mikasa, estaba atrás de mi, pero yo tan solo no podía moverme.

-Cuando esto termine, hay algo que debo decirles.-le comenté, creando un silencio entre ella y Armin.-Pero, cuando todo termine realmente.-esclarecí.

-Claro.-me respondió Armin, a lo que me giré para seguir a su lado, y en el de Mikasa.-¿Estás bien?-me preguntó, notando que había quedado un poco afligida con lo que dije.

-Si... -respondí serena, y por un momento la visualización de una imagen familiar, vino a mi mente.-Mi hermana siempre me decía que éramos uno, porque somos casi idénticas.-le contaba a este, quien me miró asombrado.

𝐏𝐀𝐈𝐍── 𝐄𝐫𝐞𝐧 𝐉𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫 Where stories live. Discover now