Izuku era un chico con una difícil y dura enfermedad mental, tanto, que tuvo que intentarse en un hospital psiquiátrico.
Eijiro también, era un chico tan feliz que tenía un pasado y pensamientos tan oscuros que lo carcomian lentamente.
Internarse en...
—I don't know if you feel the same as I do But we could be together if you wanted to.
Arctic Monkeys – Do i Wanna Know?.
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Todos los chicos caminaban tan cuidadosamente como podían por los pasillos, teniendo absoluto cuidado de todos sus movimientos.
—¿Saldremos por la puerta trasera? —cuestionó el pecoso.
—No, por la principal —sonrió Denki.
Él amaba hacer este tipo de cosas, le encantaba sentir adrenalina. Adoraba hacer cosas que sabría claramente que podrían traer graves consecuencias, ¿Pero que se le podía hacer?, así era el, tenía un extraño afán por hacer cosas... indebidas.
—¿Qué? —susurró el pelirrojo—. ¿Cómo diablos se supone que saldremos sin ser vistos?.
—Déjaselo a Den y Hanta —contestó el pelimorado.
Mierda, ¿En que se habían metido?.
Escucharon voces provenientes del pasillo donde cruzarían, estaban bastante cerca y no tendrían tiempo de huir.
—Joder —soltó Izuku.
—¿Que haremos? —cuestionó Sero.
Hitoshi tenía una siniestra sonrisa plasmada en la cara. Daba miedo.
No dijo nada, puso el gorro de su chaqueta y salió del pasillo.
Estando en medio de este, los desconocidos lo observaron por unos momentos.
—¿Y tu quién eres?, si eres un paciente tienes que volver a tu habitación, ya es bastante tarde para andar por ahí —dijo un chico de cabello gris.
—¿Qué hora es? —cuestionó el pelimorado.
—Las 11:47 pm —dijeron los chicos al mismo tiempo.
Kaminari veía la escena con una sonrisa orgullosa plasmada en su cara.
De repente, los dos jóvenes desconocidos se devolvieron del pasillo, sin una sola protesta.
Los demás que estaban tras la pared, no pudieron escuchar absolutamente nada de la conversación que estaba teniendo el pelimorado. Cuando vieron que los dos chicos se iban, Izuku, Eijiro y Azael abrieron los ojos con sorpresa.
—¿Qué fue eso? —habló el pelinegro.
Un pelimorado alzó la mano, en seña de que lo siguieran. Hicieron lo ordenado.
Siguieron caminando por los largos y oscuros pasillos por un buen rato, tomando atajos y siendo bastante cuidadosos con sus acciones.
—Mierda, las cámaras de seguridad —susurró Eijiro.
—Ay no —sollozó Azael.
—No se preocupen, ya ese problema está resuelto —sonrió Sero.
