Izuku era un chico con una difícil y dura enfermedad mental, tanto, que tuvo que intentarse en un hospital psiquiátrico.
Eijiro también, era un chico tan feliz que tenía un pasado y pensamientos tan oscuros que lo carcomian lentamente.
Internarse en...
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Ninguno de los tres chicos pudieron dormir bien esa noche, ¿Que había pasado anoche?, ¿Que fue esa explosión?, ¿Por que la risa de ese chico se escuchaba tan cerca?.
Tenían muchas dudas, pero ninguna respuesta.
Cuando llegó el amanecer se despertaron mucho antes de que uno de los enfermeros fuera a levantarlos.
La rutina del lunes ya había empezado, así que fueron a los baños a hacer su aseo personal.
—Tienen cara de cadáver— dijo el chico de ojos diferentes.
—Tu no te quedas atrás— contestó el pelirrojo.
Los tres de estaban cepillando los dientes en un ambiente que parecía tenso.
Izuku fue el primero en terminar y fue a ducharse, sin decir nada. Los dos chicos se miraron extrañados, pues cuando el amanecía así era por una sola cosa, pero debían confirmar primero.
Los dos también fueron a bañarse.
Luego de unos minutos los tres salieron al mismo tiempo.
—¡Genial!— gritó Eijiro al darse cuenta de la situación.
Midoriya solo lo miró con una cara indiferente; Tenía su mirada apagada, y no estaba ese notorio brillo de amabilidad en sus ojos, en su lugar, había uno diferente que no supo identificar.
Mientras en peliverde se cambiaba sus amigos intentaban analizar la situación. ¿Que le ocurría al pecoso?.
Salieron el baño y fueron a su habitación a guardar sus cosas.
—Izuku, hombre, ¿Que te pasa?— preguntó preocupado Eijiro, puso una mano en su hombro.
El peliverde batió su hombro y respondió.
—Ninguna mierda que te importe— y salió del dormitorio.
—Joder, Azael, ¿Habrá pasado otra vez?— cuestionó Kirishima con una mueca de preocupación.
—Quizás, probablemente dejó que se manifestara para protegerse. Al parecer lo de anoche le afectó— el pelinegro también se encontraba preocupado por el pecoso.
—Pero hay que ver su actitud hoy para ver si ocurrió o si lo podemos ayudar— miró a los ojos a su amigo.
—¿Puedes analizarlo?— preguntó el pelirrojo, a lo que Azael asintió.
Salieron y se encaminaron hacia el comedor, Izuku no se encontraba, es seguro que estaba en el pasillo que tanto le gustaba.
Los dos amigos recibieron su comida, no había casi nadie en el comedor, solo un par de personas más.
Y es que eran las 6:45 am según el reloj del comedor, solo ellos y los enfermeros estaban despiertos.
Cuando llegaron a la mitad de su sándwich vieron al peliverde con su ceño fruncido y las manos metidas en su sudadera negra.
