65

14.7K 831 392
                                    

65

Amor sabes que no es necesario que te pongas eso—digo intentado de que dejen de luchar por cerrar esa cosa.

— André amor podrías solo callarte por un segundo — me gruñe Dacota.

Ruedo los ojos y me concentro mejor en Noah quien mira divertido la situación que está haciendo su mami y su tía, solo ha pasado una semana desde que mis copias nacieron y a mi hermosa mujer en querer ponerse esa cosa apretada alrededor de su estómago según para volver a su figura de antes, ya le insistí en que la voy a seguir amando igual, son unos cuantos kilos de más en su vientre, pero solo me gané una mirada fulminante de parte de ambas.

Han estado luchando desde ayer con eso que les toma como 15 minutos en colocarlo y si, en las noches soy yo el que lucho para poder quitársela y no en la manera que yo quisiera, genial no.

—Aquí está su biberón —entra mi querida suegra con esa mierda en sus manos.

Noah quien está en mis brazos se pone serio al ver que su abuela sigue insistiendo con eso de que ya dejé el pecho de Dacota y se acostumbre al biberón algo que Noah ha estado rechazando absolutamente, y yo solamente no la he mandado a la mierda porque mi nena me pidió que me controlara mientras se quede aquí. Solo estoy esperando el momento en que diga que se larga de nuestra casa para ayudarla con sus cosas y que se vaya de una buena vez.

—Mamá deja a mi bebé él no quiere el biberón — habla Dacota a su madre.

—Dacota es por su bien ya casi tiene dos años y....

—Mamá enserio ya basta, aunque Noah llegue a la edad de 5 años y él quiera que lo siga amamantando lo haré, ahora déjalo no sigas haciendo que le caigas mal —sonrió ante las palabras de mi mujer.

—No es al único que no le agrada—susurro para mí mismo, pero creo que mi mujer también lo oyó por el golpe en mi brazo que me dio.

Al fin mi hermana y mi querida suegra salen de la habitación dejándonos solos, bajo a Noah a la alfombra quien rápidamente gatea hacia donde está su madre. Un pequeño quejido hace que pegue un brinco de donde estaba y camino hacia las cunas de mis copias.

— Alguien ya tiene hambre— saco de la cuna a mi pequeño Alek de su cuna.

Pero un segundo quejido hace que voltee hacia mi izquierda, sonrió al ver a mi otro pequeño, Alik.

— Bueno, ambos tienen hambre.

—Siempre tienen hambre— sonríe Dacota.

—Yo también tengo hambre—sonrió pícaro.

— Que mal amor, solo tengo para nuestros hijos—me sonríe de vuelta.

Se acomoda bien en la cama quedando sentada, se coloca dos almohadas que la ayudan alimentar a nuestros bebés. Dejo a mis dos copias prendidos en sus pechos que comen con mucho afán.

Jamás en mi vida le he tenido envidia a alguien y nunca pensé que ese día llegara, si señores y señoras, le tengo envidia a mis hijos en estos momentos ¿ridículo? Lo es. Compréndanme, tengo que esperar un mes y medio para volver a tocar a mi mujer y mis hijos prendidos a sus pechos no ayudan mucho.

— ¿Mi señor?—despego la vista de mis hijos para ver hacia la puerta donde se asoma Erick.

—Dime — digo cubriendo los pechos de Dacota quien solo ríe por mi acción.

—Necesitamos mostrarte algo — quisiera decirle que lo vere después, pero sé que es algo muy importante o si no, no hubiera venido hasta acá.

Esposa Del MafiosoWhere stories live. Discover now