3. La tierra de la desgracia

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—     Tú podrías no responder pero lo haces.

—    Es que no le veo nada malo en responder esas preguntas.

—     Entonces no reclames porque dije que no quería preguntas. —él suspiró, ya habían llegado a Black Earth y se había adentrado al pueblo para ir a la iglesia dónde se hacían las sesiones.

   Eres un jodido caso perdido —ella rió y él se limitó a sonreír, ya habían llegado a la iglesia y Kyle estacionó el auto alquilado en frente de la vereda de la misma—. Llegamos, ¿estás lista?

—     Eso creo, de todas formas es un estúpido grupo de apoyo.

—     Bueno, según me dijeron debes entrar y abrir una puerta lateral dónde hay un pasillo que te va a llevar a una salón tras bajar unas escaleras, será mejor que vayas ahora así no llegas tarde. —ella asintió y bajó del auto, cerró la puerta y lo miró por unos segundos dedicándole una sonrisa y se dirigió al interior de la iglesia.

Hacía años que Dylan no entraba a una iglesia, tiempo suficiente para olvidarse por completo de cómo se veía un altar, no había nadie dentro. De todas formas buscó la puerta lateral que le mencionó su hermano y cuando la encontró y vio que estaba abierta se acercó a ella y al cruzarla pasó por el pasillo y localizó las escaleras que al bajarla vio el salón a través de una ventana y como la puerta también estaba abierta, entró y allí dentro había varias sillas ubicadas en círculo y unas doce personas estaban sentadas y un hombre estaba parado delante de su asiento mientras hablaba. Dos asientos estaban vacíos, uno en frente del otro. Al cruzar la puerta todas las personas que estaban allí dentro voltearon a verla, todas las personas que estaban allí parecían de más de treinta años excepto un chico que parecía tener como veinte, o por lo menos eso es lo que Dylan pensaba, era el más joven de aquella ronda, o lo era porque a partir de ahora ella era la más joven notablemente. Cuando notó los ojos de todos sobre ella, forjó una sonrisa exagerada e hizo un movimiento en redondo con la palma abierta, al ver que nadie dijo nada, habló ella primero:

—    ¿Van a quedarse mirándome todo el día o van a saludarme al menos? —varios sacaron la mirada de ella y el chico más joven rió.

—     Tú eres la nueva, ¿no? —dijo el hombre con barba sin afeitar de hace como un mes que estaba parado.

—    ¿Acaso me vieron por aquí alguna vez antes?

—    Em… toma asiento, por favor, ya que es tu primera vez aquí será mejor que nos presentemos —ella se acercó a una de las sillas vacías y tomó asiento entre una mujer rubia y un hombre que tenía como cincuenta años—. Muy bien, por lo visto tenemos a un miembro nuevo y nos gustaría que te presentes ante nosotros y si te parece que nos digas cuál es tu problema. Por cierto, mi nombre es Lance, soy el coordinador del grupo y asesor, tengo cuarenta y nueve años y era alcohólico, hace ya veintidós años que estoy sobrio y ya no tomo ni siquiera un vaso de bebida alcohólica. —Dylan sonrió y aplaudió al hombre que seguía parado pero nadie hizo el mismo gesto que ella.

—     Oh, ¿se supone que no tengo que aplaudir? —ella enarcó una ceja pero todos seguían en silencio excepto el chico joven que reía por lo bajo, Dylan pudo verlo y sonrió para sí misma.

—     Si quieres aplaudir hazlo, pero será mejor que te presentes primero. —el hombre barbudo, que se supone que se llama Lance volvió a hablar.

—     ¿Alguna recomendación para la presentación, Lance? —Dylan estaba apoyada contra el espaldar de la silla con una posición relajada, como si estuviera en el sofá más cómodo del mundo.

—    Podrías pararte y decirnos algo de ti. —un segundo después, Dylan se levantó de un salto y se paró derecha.

—    Mi nombre es Dylan, tengo dieciocho años, mi hermano que no veo hace cuatro años me obligó a venir a este lugar, estuve internada por más de dos meses después de una sobredosis y cinco meses y medio en un centro de rehabilitación, que por cierto, volví a casa ayer—la chica de ojos grises pasaba la mirada por cada una de las personas que estaban ahí dentro, como si fuera una charla educativa—. Supongo que tengo que decir que soy adicta, bueno, drogadicta para ser específica o lo era, no lo sé, desde el momento que entré a ese hospital no probé ninguna droga si no cuentan las veces que me inyectaron para calmarme o por el coma inducido, de todos modos, estoy limpia hace meses —Dylan miró a Lance que ahora estaba sentado y se dirigió exclusivamente a él—. Tal vez a usted no le gustan los aplausos pero a mí sí, así que les agradecería que lo hagan. —todos los de la ronda comenzaron a aplaudir incluyendo al asesor, pero había unos aplausos que eran más rápidos y fuertes que Dylan notó que era el joven de cabello lila, su color le llamó la atención ya que no era un color muy usual en los hombres.

Addicted [l.r.h.] #1Kde žijí příběhy. Začni objevovat