『11. Fin de semana』

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Sábado por la mañana y Katsuki bajaba del tren en dirección a la casa de sus padres.

Lo había decidido luego de recibir como cien mensajes de la vieja bruja y otros cinco de parte del viejo, así que lo mejor era visitarlos antes de que siguieran jodiéndolo y terminara insultando a la vieja por teléfono para que lo dejara en paz –y sabía que eso traería consigo una muy molesta Mitsuki que no dudaría en ir hasta la residencia para golpearlo, y no precisamente en la cabeza-. Un escalofrío le recorre de pies a cabeza al recordar las "amorosas" nalgadas que la vieja le daba de pequeño.

Simplemente aterrador.

¿Y qué pasó con su problema de los pasos del domingo pasado? Pues ahí seguía, no pudo recordar los pasos, cuando los intentó buscar por videos todos estos estaban en español y no sabía cuál de ellos era el correcto –lo cual lo frustró demasiado y casi provoca que su celular fuese a dar un viaje de su habitación en el tercer piso hasta afuera-, y de último, cada que intentaba buscar la ocasión de pedirle a la Ojo de Mapache que lo ayudara, la muy bastarda estaba con la Perra de Coletas, la Rana, la Oídos de Audífonos y la Invisible. Claro, le iba a pedir eso enfrente de TODAS ellas. Chasquea la lengua irritado, esto no siguiera pasando si no fuese en primer lugar. Pero bueno, aún no tenía respuesta para eso tampoco –y algo dentro de él no es como si lo dejara faltar-, y eso era aún más frustrante.

Aunque la pregunta más sencilla era: ¿Por qué no se lo pedía a la Cara Redonda? Después de todo, llevaba dos clases bailando con él y no es como si se fuese a negar. Y la respuesta era aún más sencilla: Deku, el bastardo Cuatro Ojos y el desgraciado Mitad-Mitad. ¿Qué le aseguraba a él que la Cara Redonda no se iría con el cuento a ese grupo? También se la pasaba con la Rana, ¿y si esa lengua larga le decía a los demás?

No, definitivamente la Cara Redonda estaba lejos de su lista de ayuda –y no es como si tuviera muchas opciones además de la Ojos de Mapache y el Pelos de Mierda-.

La caminata termina cuando está al frente de la puerta de la casa de sus padres, ni se había fijado el cuándo había llegado, recorrer la misma trayectoria durante catorce años hacía lo suyo, jura que incluso ciego podría llegar.

Da un suspiro antes de entrar y prepararse por el regaño que su madre le tenía por no haber ido todo ese tiempo. Mueve la perilla de la puerta y entra.

— ¡Oi, vieja bruja, ya estoy aquí! –le grita, quitándose los zapatos para cambiarlos por unas pantuflas.

— ¡Hasta que recuerdas que tienes familia, mocoso de mierda! –y esa es la cálida bienvenida de parte de Mitsuki.

A partir de allí ya son gritos de partes de ambos, regaños de Mitsuki, la suave voz de su padre intentando neutralizar a ambos rubios. Una escena muy típica en el hogar Bakugo, y que tendría que soportar hasta el domingo por la tarde.

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AL RITMO DE SALSA Y BACHATA

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Y Uraraka no entendía el mensaje que Olga le había enviado hace pocos minutos.

<<Gracias por la idea para la próxima clase, querida. Lo hablé con Josué y está de acuerdo>>

¿Qué quería decir con eso? Y ni siquiera puede saber si le envió el mensaje anteriormente, pues su teléfono en la noche se reconfiguró por alguna extraña razón, borrando muchas cosas como aplicaciones, canciones y videos –por suerte, las imágenes pudieron salvarse-. Batalló un tiempo, para saber qué le había pasado o el por qué, pero nada funcionaba, hasta que se hartó y lo reinició quitándole la batería y dejándolo un tiempo así, cuando lo volvió a armar el teléfono comenzó a cargar del 1 al 100, para luego encender, con todas las aplicaciones que tenía anteriormente, pero sin lo demás. La buena noticia es que no había tocado sus contactos, así que no tendría que batallar por saber de quién era cada número que le llegaba.

。゚AL RITMO DE SALSA Y BACHATA 。゚ {BAKUOCHA} (FINALIZADA)Where stories live. Discover now