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Aarón comienza a caminar en mi dirección a pasos lentos, yo retrocedo con miedo y dejo caer el libro al suelo.

—No tengas miedo, Brooke, no te haré daño —susurra su voz en mis pensamientos.

—No te acerques, aléjate de mí —grito en voz alta. Todos voltean y me miran extrañados.

—Brooke —él se detiene a un paso de distancia y intenta tomar mi mano, pero yo la aparto con brusquedad.

—No me toques —limpio mis lágrimas y lo miro amenazante—. Me mentiste todo este tiempo.

—Lo hice para protegerte, ¿acaso no lo entiendes? Hago todo esto por ti —sus palabras se clavan en mi pecho.

—¿Protegerme de qué? Has roto la imagen perfecta que tenía de ti, Aarón —le digo con melancolía.

—Quiero ser real para ti —exclama dolido. Su mano roza la mía y entonces me doy cuenta que ya es real, ahora puedo sentir su contacto y eso me da terror, un terror realmente escalofriante—. Me importas.

—No mientas más, Aarón, no eres más que un asesino —exclamo con odio y retrocedo un paso—. Ya no hay nada en ti que pueda salvar, nada.

Doy media vuelta y corro hacia el bosque, no me detengo porque sé que él viene detrás de mí, está persiguiéndome de nuevo.
Las hojas marchitas de los árboles crujen bajo mis pies, la neblina está dispersa a mi alrededor y veo árboles en todas direcciones, no sé cuánto tiempo he estado corriendo, la penumbra de la noche ya ha invadido el bosque por completo, el pasto y los árboles se mueven en dirección al viento y el aire alborota mi cabello.

—Voy a encontrarte, Brooke —está vez su voz se escucha diferente, habla con malicia—. No escaparas de mí —pronuncia amenazante.

El pasto está cubierto de capas de nieve y el aire se siente helado, las ramas de los árboles hacen cortes en mis brazos mientras continúo corriendo, y sobre mi cabello caen pequeños copos de nieve. Miro a mi alrededor sintiéndome desorientada, atrapada en un bosque sin salida.

—Solo estamos tú y yo pelirroja, ha sido así todo este tiempo —veo su sobra a lo lejos tras un par de árboles, retrocedo y vuelvo a correr, me oculto tras un arbusto y lo busco con la mirada—

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—Solo estamos tú y yo pelirroja, ha sido así todo este tiempo —veo su sobra a lo lejos tras un par de árboles, retrocedo y vuelvo a correr, me oculto tras un arbusto y lo busco con la mirada—. Deja de huir, en algún momento te encontraré. Estás sola, no puedes ocultarte de un fantasma.

Lo veo a la distancia caminando con tranquilidad, él pasa su mano sobre las hojas de los árboles y las contempla con un brillo perverso en la mirada.

—Prometiste que no me dejarías, ¿Fue mentira? ¿Tú también me olvidarás? Por qué no sales y me enfrentas de frente, este jueguito ya me está hartando.

Se apoya en un árbol y respira profundamente, después expulsa el aire de su boca y sonríe con diversión. Tiene nieve en el cabello, sus labios lucen rojizos al igual que sus mejillas a causa del frío, además, la niebla le da un toque escalofriante a su silueta.

El Fantasma Que Todo Lo VeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora