¿Te atreverías a enfrentarte con el espejo del mal para acabar con el peligro que amenaza con destruirte? Antes de responder a esa pregunta piensa en todo lo que podrías perder en el intento.
° °
Brooke es u...
—¿Sorprendida, Brooke? —le escucho decir mientras me mira fijamente con esos ojos celestes que me causan escalofríos.
—Así que eras tú, tu nombre es Aarón, ¿cierto?
—Muy cierto, no voy a negartelo —aparta su mano del espejo y camina en círculos alrededor de la habitación girando entre sus dedos un, ¿cuchillo?—. Debo admitir que eres valiente al venir a enfrentarme, no eres débil como tu amiga.
—Sé lo que le hiciste a Sol, y también sé tu historia.
—No sabes “toda” mi historia, solo lo que quedó de mí.
Entrecierro mis ojos, —¿Qué buscas? ¿Por qué me persigues?
—Una pregunta difícil de responder, pero solo por tu valentía te daré una pista, no soy lo que imaginas y jamás seré lo que esperes de mí.
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Lo miro con confusión y retrocedo dos pasos al verlo acercarse al espejo, la luz que entra por la ventana deja ver los mechones blancos de su cabello, sus ojos celestes resplandecen bajo la luz de la noche, en los mismos noto un vacío y un profundo reflejo de tristeza en ellos.
—¿Qué eres? —murmuro en voz baja.
—No lo sé, Brooke, no estoy vivo porque ya no respiro, pero tampoco estoy muerto porque tú puedes verme, lo cual me hace pensar que soy un...
—Fantasma —acompleto sus palabras y él asiente sin dudarlo.
—Y tú, ¿No me temes? Que sea un fantasma no significa que no pueda herirte.
—Ya lo habrías hecho si quisieras, pero no lo hiciste... ¿por qué?
Él atraviesa el espejo y mira en mi dirección por breves segundos, niega con la cabeza y desvía su mirada de la mía.
—Por qué me haces preguntas que no puedo contestar, ¿Es una extraña costumbre tuya?
—Claro que no, solo quiero saber qué quieres de mí, estás semanas me has seguido a cada lugar al que voy, ¿Esa es una extraña manía tuya?
—No lo era, pero últimamente se ha vuelto mi obsesión perseguirte —mira el exterior de la ventana y golpetea el cristal con sus dedos—. Deberías irte a un lugar donde jamás te encuentre, Brooke, deberías huir de mí.
—No me has hecho nada y no quiero huir de nada, solo quiero que me dejes en paz, a mí y a mis amigos.
—Brooke, jamás te haría daño, pero tampoco te dejaré en paz —se apoya contra la pared y mantiene fija su atención en la calle, como si no tuviera el valor de decirlo mirándome a los ojos—. Él aún no te ha hecho nada porque te necesitará y yo también te necesitaré.
