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Brad y yo nos quedamos uno junto al otro hasta tarde, disfrutando de una inmensa tranquilidad que necesitabamos para relajarnos, escuchando los apenas audibles sonidos del viento, observando las mariposas que volaban alrededor de nosotros. Me recosté sobre el cesped y miré hacia el cielo, el sol estaba cubierto de nubes blancas y grises, el viento soplaba y las hojas de los árboles caían sobre mi cabello.

El día comenzó a oscurecer y decidimos regresar a Stonehenge. El trayecto al pueblo fue en total silencio, solo se escuchaba la música pop de fondo y el canto de los pajarillos que volaban a los alrededores de los árboles. No sé en qué momento me quedé dormida y tampoco recuerdo a qué hora la luz del sol se ocultó tras el horizonte.

Algunas horas después, Brad me despertó y me dijo que ya habíamos llegado a casa de Zoe, los dos bajamos del auto y caminamos hacia el porche de la casa.

Brad toma mi mano entre las suyas y entrelaza sus dedos con los míos, lo miro con una sonrisa tierna y él me devuelve la sonrisa.

—Supongo que nos veremos mañana en el colegio —dice contemplándome, noto un brillo de emoción en su mirada.

—Nos veremos allí —afirmo y le doy un beso en la mejilla—. Brad, quiero decirte algo.

—Vale, hablamos mañana en la universidad, ¿te parece bien o quieres decirlo ahora? —se rasca la cabeza nervioso.

—No pasa nada, ya es algo tarde y tienes razón, será mejor que te lo cuente mañana—aunque sinceramente no quiero que se vaya.

—Si necesitas que te escuche solo dímelo y me quedaré a tu lado —muero de emoción al escuchar sus dulces palabras.

—Estaré bien, Brad.

Él me abraza repentinamente, entre sus brazos siento calma, tranquilidad y felicidad, me siento protegida y feliz de que este chico forme parte de mi vida.

—Te amo y te amare por siempre, no lo olvides Brooke, mi corazón y mi alma te pertenecen —dice sobre mi oído dulcemente. Bajan dos lágrimas por mis mejillas, no son lágrimas de tristeza, sino de alegría y melancolía.

—Brad, yo...

—No tienes que decirlo ahora si no lo sientes —se aparta ligeramente de mí y limpia mis lágrimas—. Descansa pequeña estrellita.

Retrocede un paso y da media vuelta, alejándose de mí. Veo que sube a su auto y voltea a verme, por última vez, yo tampoco aparto la mirada y le miro fijamente.

Zoe abre la puerta principal y me mira emocionada, lo cual me hace pensar que seguramente estaba escuchando nuestra conversación detrás de la puerta

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Zoe abre la puerta principal y me mira emocionada, lo cual me hace pensar que seguramente estaba escuchando nuestra conversación detrás de la puerta.
Entro a la casa y durante la cena le cuento a Zoe el hermoso día que pasé a lado de Brad, mi novio.

A media noche estamos agotadas, Zoe se queda dormida en tan solo minutos, en cambio yo, contemplo la luz de las estrellas a través de la ventana, sintiéndome más despierta que nunca.

El Fantasma Que Todo Lo VeWhere stories live. Discover now