Capítulo 44:

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No podía sacar de mi cabeza las palabras de Damon, su clara advertencia permanecía grabada en fuego en mi cerebro. No me dijo algo que no supiera ya, pero me dejó medio alarmado. Él sólo fortaleció mi decisión de no ceder enteramente mi confianza a ese pequeño y oscuro ángel de la muerte. 

No iba a confiar en ella por ahora.

Hasta donde sabía nuestra relación podría formar parte de su venganza.

O tal vez no.

Tal vez ella sí cambió.

Tal vez ella decidió luchar por lo nuestro.

Por mí.

Tal vez me ama más que a nada en el mundo y quiera que esté para siempre a su lado.

Tal vez esto es lo que siempre estuve esperando.

Tal vez ésta sí era mi segunda oportunidad.

Siempre estaba el “Tal vez”. Sea positivo o negativo, siempre iba a estar presente. Jodiendo todo. El “Tal vez” era una duda, dos palabras inseguras que podían dar o quitar todo en menos de un segundo.

El “Tal vez” era aterrador.

Al igual que ella. 

Nunca la había visto como lo estuve haciendo estos últimos meses. Nunca había sido testigo de la frialdad y maldad en sus ojos.
La había visto enojada, dolida, triste y furiosa, pero nunca la había visto tan mala, tan vengativa y aterradoramente fría.

Ese pensamiento me recordó algo de lo que había dicho Damon la otra noche.

<<Es mala. Lo sé, la vi.>>

¿Qué quiso decir con eso? ¿Ella fue mala con él?
Eso sonaba tan tonto. Como si estuviéramos en jardín de infantes. “Esa niña fue mala conmigo”.

Lo sé.

Tendría que preguntarle luego que quería decir con ello.

Suspiré. 

Estaba increíblemente aburrido.

Desde que la gira empezó apenas y pasaba tiempo con Lyne, ya que siempre salía con su grupo de perras favorito, y los chicos, bueno, ellos salían de fiesta cada noche, y como que no estaba de humor para fiestas.

¡POR DIOS QUE PATÉTICO!

Necesitaba salir de aquí.

Me levanté rápidamente de la cama y corrí hacia al baño para la ducha más rápida de la historia… Nah, estuve como treinta minutos dentro. 
Al salir encontré a mi hermosa novia recostada en la cama, con el teléfono en la mano.

Enarqué una ceja.

- Pero miren quién recordar que tenía novio. – Dije con sorna, caminando hacia el armario para buscar mi ropa. Ella soltó una risita.

- ¿Cómo podría olvidar un trasero tan lindo? – Sonreí.

- Sabía que me querías por mi físico. – Me fingí ofendido. – Las mujeres son todas iguales. – Sentí como sus brazos me envolvían y sus labios se presionaban suavemente en mi húmeda espalda. 

- ¿Sabes? Estuve pensando… Y hace mucho que no salimos solos los dos… - Susurró acariciando mi estómago. 

- Sí, es cierto… Pero lo que estás haciendo da como para quedarse aquí y no salir en días. – Dije, refiriéndome a las estimulantes caricias de sus manos. Ella rió en mi oído.

- Por más que me encantaría quedarme contigo aquí encerrados… - Besó justo debajo de mi oreja y suspiré. – Quiero que salgamos. – Se alejó y volteé al tiempo en el que ella caía en la cama. – Siempre estamos aquí teniendo sexo. No es que no me guste, sabes que me encanta, pero no quiero que sea lo único que hagamos. 

¡Malditas Traiciones!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora